Ay, qué graciosa. Otra metedura de pata. No hay duda, se confirma, es la reina del trending topic. No para. No sale de un charco cuando ya se ha metido en otro. Ella pide con razón derecho a opinar, el sagrado derecho de la libertad de opinión, y lo tiene, claro que lo tiene, como lo tenemos todos, eso a Mariló Montero nadie se lo niega, lo que se le pide a ella y a TVE es un poco de vergüenza. Ya está bien. Esta señora no está preparada para presentar con dignidad un magacín en la televisión pública.

Por supuesto que todo el mundo, todo, comete errores, lapsus, idas de olla, y mucho más cuando trabajas bajo una presión como es un programa en directo que no todo el mundo sabe gestionar. Está claro que Mariló Montero no sabe gestionar esa presión. Vale, sí, es divertidísimo echar la antepenúltima risa con la última gansada de la navarra al decir a principio de semana, coincidiendo con la carta enviada por los familiares de la niña Asunta Basterra, de cuyo asesinato, siendo sus padres acusados del misma, se cumple ahora un año, que firmaba la misiva un tal Q.D.E.P. Tiene cojones la cosa. ¿Nervios? Corriendo, al quite, antes de que el desastre fuese a más, conociendo el percal, la voz de Fernando Ónega se oye por lo bajini, que descanse en paz. Ah, sí, eso, que descanse en paz, concluye Mariló, que tiene que volver al asunto de Asunta a los pocos minutos para pedir disculpas y reconocer el lapsus porque las redes sociales echan humo y se mofan de ella y de La 1 y del programa hasta el griterío. Ya está bien. Una cosa es la gracia, la ocurrencia, hacer un Carmen Sevilla. Otra, no dar la talla.