Cuánto me gustó cómo dirige Cayetana Guillén Cuervo en el capítulo de agradecimientos de su libro Los abandonos al director de Atención obras: «A Xavier Obach , por su integri dad». También hay una línea para la productora Urbana Gil, por dejarle llevar vaqueros. Pero vuelvo a la palabra elegida para Obach. Integridad.

Qué difícil tiene que ser en la televisión actual mantenerse íntegro y no morir en el intento. ¡Pero si nos ocurre a los espectadores desde casa, que ejercemos de tales, por lo menos de boquilla, y a la que nos descuidamos nos vemos merodeando por cadenas y programas que no deberían ni existir!

(Qué bochorno sentí durante la tarde en la que Sálvame destapó unas imágenes tremendas de Ángel Garó , con el análisis posterior del sanedrín). Pero estábamos con Cayetana y con Obach. Guillén Cuervo, empujada por Ymelda Navajose ha lanzado a hacer público una especie de monólogo interior que emociona su sinceridad, y que arranca durante el proceso de pérdida de su padre. Terrible dilema ese de elegir entre mitigar el dolor del ser querido a cambio de que éste, lúcido e inteligente, tenga que perder la conciencia.

A Xavier Obach lo conocí como realizador televisivo cuando fue responsable de Te s t i g o directo, el primer formato más que digno que pudimos gozar de periodismo callejero. En un principio me sorprendió verle en los créditos del buque insignia de la cultura en la televisión pública.

Atención obras absorbió nada menos que tres formatos, Mi rei-no por un caballo , Programa de mano y Miradas 2, por lo que yo lo miré con recelo desde el primer día. Transcurridas cuatro temporadas, anhelo mi chute semanal como uno de los mejores placeres que me regalo. El último con Roberto Enríquez , otro ser íntegro, fue apoteósico. Esperemos que Xavi Obach continúe en la resistencia.