Hagamos un ejercicio. Supongamos que usted sigue en Japón como corresponsal de TVE. ¿Cómo habría informado si el presidente nipón se hubiera visto supuestamente envuelto en un caso como el de los sobres de Bárcenas?

Japón ha tenido muchos casos de supuesta corrupción, sin embargo, la aproximación allí es completamente distinta: no se perdona la mentira. Seguramente, el presidente hubiera pedido perdón a la ciudadanía. Yo he visto a responsables políticos que no sólo han dimitido, sino que también se han suicidado. La gente se acordará con lo del tsunami. El que era responsable de la cartera nuclear pidió perdón varias veces en rueda de prensa.

¿Los medios de allí habrían permitido que saliera el presidente a explicar lo sucedido desde una pantalla y sin hacer preguntas?

En Japón, la relación de la prensa con la política es muy particular. Hay categorías distintas de periodista. No todo el mundo puede llegar a hablar con el primer ministro. Eso es difícil de entender para nosotros. Creo, de todos modos, que los que tienen acceso al presidente no habrían permitido no obtener respuestas. Lo que desde luego no me imagino es a ningún presidente homólogo al nuestro en Francia, Inglaterra o Alemania no contestando preguntas. De hecho, en Inglaterra ha habido escándalos y los responsables han dimitido. Francamente, las democracias asentadas de Europa no permitirían ciertas cosas que están sucediendo aquí.

¿Hasta qué puntos los medios de comunicación son responsables de que la sociedad no sea mejor?

Son muy responsables porque los medios están pervirtiendo el objetivo del periodismo: en lugar de servir al ciudadano y a la sociedad, están sirviendo a determinados grupos, a determinados intereses y a un pensamiento único. El periodismo es fundamental que sea independiente y que su único objetivo sea el servicio al ciudadano, al bien común, y esto no se está cumpliendo. Los medios no cuentan lo que pasa, los medios cuentan parte de lo que pasa, y no le dan al ciudadano todos los elementos que éste necesita saber para tomar decisiones.

¿Está todo tan orquestado como usted lo plantea?

Sí. El periodismo cambió cuando entró el capital y empezó a concentrarse en grandes grupos mediáticos que empezaron a darse cuenta de que podían utilizar a los medios para influenciar. Esto sucedió en Estados Unidos. Y la verdad es que el mecanismo funcionó. Mira, la conferencia [de ayer] la voy a empezar diciendo: Un viernes nos fuimos a dormir tan tranquilos, todo estaba fantástico, y el lunes nos levantamos con la peor crisis desde el 29. ¿Qué ha pasado este fin de semana? Pues no es ésta la pregunta que había que hacerse. La pregunta es: por qué no nos venían explicando lo que estaba pasando. Porque esto es algo que venía pasando desde hacía mucho tiempo, pero nadie nos lo había explicado. Es ahí donde han fallado los medios. A los periodistas pretenden convertirnos ahora en meros lectores de comunicados de prensa, y no puede ser. Y entonces no tienes ni tiempo, ni medios para hacer investigación. Si me dicen en una nota de prensa que esto es así, yo tengo que tener tiempo para contrastar eso. Banalizar, el ir recortando estos elementos necesarios para hacer una buena información, lo que consigue es bajar la calidad de la misma. El objetivo de los medios no es la excelencia informativa ni el servicio al ciudadano. El objetivo es ganar dinero, influencia, poder. Se está haciendo otra cosa y el ciudadano debe saberlo para poder exigir otra cosa o tomar la decisión de buscar información por otro lado.

Usted critica mucho a los medios, pero el caso Bárcenas o el de Urdangarin los han sacado los periódicos.

Esto que estoy diciendo son frases muy generales. La tendencia es el deterioro de la calidad informativa. Es evidente que en determinados momentos menos mal que está la prensa. Pero digamos que eso que debería ser la tónica habitual son simplemente picos.

¿Por qué la prensa está tan desacreditada cuando es la que continúa publicando casos de corrupción constantemente?

El tema de desacreditar a la prensa es una estrategia. Si consigues que ésta pierda credibilidad, pierde también influencia. Lo mismo sucede con la política. Hay que preguntarse a quién le beneficia que la política y la prensa pierdan influencia. Igual es a los poderes económicos. ¿Por qué hablamos todo el rato de políticos y no hablamos de empresarios y de banqueros? Todo esto son preguntas que hay que hacerse.

Parece que la audiencia ha castigado la purga ideológica que hubo en TVE.

La gente no es tonta. TVE siempre se ha visto muy afectada por los cambios de gobierno. Unos lo hacen de una manera más sutil y otros de una manera más zafia. Desde luego la última etapa fue buena, de las mejores. Y ahora el choque ha sido brutal. De todos modos creo que no está habiendo suficiente respuesta ciudadana contra el manejo que está habiendo de los medios públicos. La gente se ha acostumbrado a aceptar y a no hacerse preguntas. Hay una sociedad muy anestesiada. Se ha instalado una cultura de trapicheo, de la impunidad, y todo eso provoca que la gente sienta que no puede hacer nada, entonces aflora un sentimiento de resignación. Debería haber más sanción social a las conductas irregulares.

¿Apuesta por un Consejo Audiovisual? ¿Serviría de algo tenerlo?

Soy partidaria de que aquí haya uno como los que hay en todos los países europeos. Debería haber un consejo de la información para que controlen la calidad informativa, no la ideología. Están más controladas y reguladas las patatas fritas que la calidad de la información o el respeto por el horario del menor. La tele, con los contenidos que está dando, muchas veces está incumpliendo los principios que deben seguirse para obtener una radiofrecuencia. Pero eso nadie lo controla y no se aplica la ley.

Últimamente he escuchado mucho la expresión "es que es demasiado periodista". ¿Es el fin del periodista en exceso? Pienso en algunos de los grandes nombres que fueron despedidos de El País.

Sí. El hecho de que te digan "es demasiado periodista" o "es demasiado periodístico" es un valor positivo que se está convirtiendo en negativo porque justo lo que no se quiere es hacer buen periodismo. Se quiere hacer un periodismo servil a determinados intereses. Ese objetivo que es hacer visible lo invisible es justo lo que se quiere que no se haga. No se quieren desenmascarar las mentiras del sistema.

Aún le deben preguntar por su polémica con Sara Carbonero.

Es un ejemplo muy bueno de lo que estamos diciendo. Con ese tema se perdió el tiempo con lo accesorio y se desvió la atención de la cuestión central. Yo nunca la mencioné a ella directamente. El periodista me preguntó que qué opinaba sobre el fenómeno Sara Carbonero. Él lo puso bien en la entrevista. Yo simplemente dije que ahí había dos formas distintas de ver el periodismo. Lo que digo es que se elevó a trending topic lo que yo dije de Sara Carbonero cuando ni ella ni yo tenemos la menor importancia. La cuestión de fondo era: los medios, ¿me dan información o me dan espectáculo? O, ¿está haciendo información esta chica u otras porque tienen talento o por la apariencia física? Yo creo que se puede ser guapa y tener mucho talento. Pero si Carbonero está en ese puesto por la apariencia física es humillante para la mujer, porque lo que tiene que primar es el trabajo bien hecho.