Semana a semana, el chef Alberto Chicote recorre España en busca de los restaurantes más ruinosos y desastrosos del país con el objetivo de salvarlos, principalmente motivando a sus propietarios y empleados. Todos, con mayor o menor esfuerzo, terminan reaccionando ante los consejos de Chicote y se ponen manos a la obra para intentar volver a llevar un negocio digno y que les reporte beneficios.

El problema es que, pasado un tiempo, algunos de ellos vuelven a sus malos hábitos o directamente tiran a la basura el trabajo del chef de Leganés. Castro de Lugo, To-Toro y Nuevo Da Vinci son los ejemplos más claros de ello, ya que los tres establecimientos cerraron meses después de que el programa pasara por sus cocinas.

El capítulo protagonizado por el restaurante Castro de Lugo fue el más visto de la primera temporada de 'Pesadilla en la cocina'. Situado en el céntrico barrio de Tetuán, en Madrid, el local de comida tradicional gallega tuvo el dudoso honor de contar con la cocina más sucia que había pasado hasta la fecha por el programa de LaSexta. El débil carácter de su dueño, unido a la dejadez de los empleados no hacía presagiar nada bueno, y efectivamente tras la marcha de Chicote el negocio cayó en picado a pesar del lavado de cara que se le dio.

El To-Toro (antes Osaka) era un restaurante japonés de Ronda (Málaga) que tenía dificultades para encontrar su clientela en la localidad y cuyo dueño se tomaba a risa los consejos que le daban. Su traspaso llegó a finales de mayo de este año, y se publicó tanto en 'Mil Anuncios' como en 'Segunda Mano', donde además indicaban que a partir de ahora se dedicarían a las tapas.

El 'Nuevo Da Vinci' de Moreira, Alicante, también echó el cierre, esta vez rodeado de polémica, ya que el propietario del local, Rafa Soler, aseguró que el propio programa manipuló su situación para la televisión. A pesar de los desencuentros entre sus familiares y su carácter irresponsable, el cocinero cree que el problema fue que se centraron demasiado en su vida personal e incluso afirmó que le pidieron que no limpiara su cocina semanas antes de grabar, algo que tanto su hijo como el propio Chicote desmintieron más tarde.

Precisamente, la manipulación es algo de lo que se han quejado varios de los establecimientos visitados por el chef, como El último agave, el mexicano de Barcelona cuya relaciones públicas se emborrachaba bebiendo tequilas durante el servicio. Uno de los momentos más infames se produjo cuando Chicote descubrió un ratón muerto en el lavavajillas del local, sin embargo, los propietarios defendían que fue el propio programa el que lo puso ahí.

Otro de los casos más notables es el de La Reina del Arenal y su restaurante anexo, Opila, cuyos dueños, Álex Hernández y Arnaldo Jiménez, llegaron a interponer una demanda contra el espacio de LaSexta. Ambos alegaban que la ayuda que recibieron se limitó a un puñado de fotocopias y que Chicote ni siquiera cocinaba los platos que mostraban. Además, tuvieron que cambiar de nuevo la decoración, descontentos con los cambios que se hicieron y que les obligaron a cerrar durante tres días. Sin embargo, afirmaron que lo peor de todo fueron los comentarios que, según ellos, realizó Chicote. "Me llamaba cara de niña y me decía que seguro que me metía cualquier cosa en la boca", decía Álex.

El Domine Cabra es otro de los "clientes" descontentos con Chicote. Tras el paso del chef, Alba y Xinto, los hijos del propietario (ya fallecido), se mostraron indignados con el contenido mostrado. "Lo único que hemos conseguido es que en las redes sociales a mí me llamen choni embarazada y a mi hermano drogadicto y llorón", aseguró Alba. "No tenemos nada de lo que él (en referencia a Chicote) puso en la carta, todo lo que ha hecho lo hemos deshecho (...). Aunque la reforma no quedó tan mal y tampoco está la cosa para meterse en reformarlo otra vez", afirmó. Incluso el nombre del restaurante madrileño ha cambiado, y ahora se llama DC ('Distrito Central').

Un caso curioso es el del Prost. Anteriormente llamado 'Parador de la Villa', Chicote cambió el nombre del restaurante, regentado por un dueño que aprendió el oficio viendo varias veces la película 'Ratatouille'. A pesar de las reticencias de éste, el restaurante fue remodelado para orientarlo a los universitarios de la zona, y parece que el éxito llegó por fin. El problema es que los dueños pusieron un anuncio de traspaso hace tiempo, y todavía no lo han retirado, lo que ha provocado confusiones entre el público.