Ante el estreno en la gran pantalla de la secuela de Blade Runner de la mano de Denis Villeneuve, era inevitable que surgieran producciones que traten de subirse al carro del retorno de los replicantes. En las últimas semanas se han estrenado dos series con claras influencias de esta película de culto de los ochenta y de las historias del escritor de ciencia ficción que la inspiró, Philip K. Dick, con el relato Sueñan los androides con ovejas eléctricas. Son sucedáneos que pueden calmar el mono a quienes se quedaron con ganas de más robots. Las dos series en cuestión son 'Altered Carbon'de Netflix y 'Electric Dreams' de Amazon.

La primera temporada de 'Altered Carbon' se estrenó el pasado fin de semana con el objetivo de convertirse en otro pelotazo televisivo con temática de ciencia ficción ciberpunk. Una trama policíaca, coches que vuelan entre grandes rascacielos iluminados por luces de neón y ultraviolencia en un futuro deshumanizado (el siglo XXV), donde las diferencias entre ricos y pobres son ya abismales.

Las clases altas viven en zonas residenciales en las nubes, lejos del populacho. Se supone que el hombre ha alcanzado la inmortalidad en forma de disco duro que alberga sus mentes y que son transferidas de un cuerpo a otro, como en la tecnología que vimos en San Junipero de Black Mirror. Porque esto de la inmortalidad tiene su trampa. Si la placa que guarda la información resulta dañada, es el fin. La muerte definitiva. En este mundo de pesadilla parece existir una élite que puede hacer lo que quiera y que cuenta con los más desfavorecidos como perfectos conejillos de indias para perpetrar todo tipo de perrerías, desde la tortura virtual al rodaje de cine snuff. La trama arranca cuando un millonario rescata del limbo al que fue condenado 250 años atrás a un antiguo guerrillero rebelde y le ofrece la oportunidad de volver a vivir a cambio de que resuelva su asesinato.

La ambientación es muy esmerada y los esfuerzos de producción son evidentes, pero camina muchas veces por senderos ya muy trillados. Los topicazos y los clichés se alternan con otras situaciones y personajes más arriesgados. Como ese hotel regentado por una recreación virtual de Edgar Allan Poe que tan pronto está sirviendo la cena, como expulsando del local a una horda de ninjas asesinos.

Llama la atención cómo es posible que una persona que se ha despertado 250 años después de su tiempo siga moviéndose como pez en el agua por el mundo. Durante los tres primeros episodios, la trama es confusa y cuesta entrar en la historia. Es a partir del cuarto capítulo donde la trama se encarrila y podemos esperar todo un espectáculo palomitero mientras se ve desmadejando el misterio y para el que hay un villano inesperado en el desenlace. Casi funciona mejor como serie de acción que como ciencia ficción.

La serie está basada en una saga de novelas escritas por Richard K. Morgan, ganador del premio literario (cómo no) Philip K. Dick en 2003. Así que tenemos trama garantizada para unas cuantas temporadas. Sin embargo, sobre la posibilidad de una continuación Netflix no ha dicho ni una sola palabra, quizá esperando analizar los resultados de audiencia. De momento, el protagonista, Joel Kinnaman, ya ha avanzado que por el momento participar en ella no entra en sus planes. Tampoco eso sería un escollo en una serie en el que los personajes pueden cambiar de cuerpo como si lo hicieran de chaqueta. No sería la primera vez que en una se cambia al actor principal.

En cuanto a la producción de Amazon, 'Electric Dreams' es una serie antológica que adapta relatos de Philip K. Dick, el autor de la obra en la que se basa Blade Runner, eso sí poniéndolos un poco al día en cuanto a los dispositivos tecnológicos que aparecen. Muchas de las narraciones de este escritor han sido adaptadas al cine con éxito, entre las que se encuentran 'Desafío Total', 'Next', 'Minority Report', 'Paycheck' y otra de las mejores series de la plataforma 'The man in the high castle'.

El formato de historias autoconclusivas de 'Electric Dreams' en cada episodio podría convertirla en la respuesta de la plataforma a Black Mirror. Cuenta además con un sólido reparto, con muchas caras conocidas, en el que se encuentra la estrella de Breaking Bad, Bryan Cranston, que además es uno de los productores de la serie.

El resultado es irregular, ya que a pesar de la impecable factura técnica y artística, la narración es un poco plana. Siempre es posible encontrar buenas ideas en cada episodio y hay alguno que cierra su factura con nota, pero no dejo de pensar en que podría haberse cerrado un producto mucho más redondo. Al final de cada historia siempre encontramos un giro sorprendente, al más puro estilo de otras series clásicas del género antología como Alfred Hictchock presenta o The Twiligth Zone. El hecho de que Ronald D. Moore (los spin-off de Star Trek en los 90, Battlestar Galactica, Outlander) sea uno de los responsables de esta serie no hace más que incrementar esa sensación de decepción. Al ser historias autoconclusivas, la posibilidad de mejorar siempre está ahí.

Pero si alguno tiene ganas de más robots, para el 22 de abril llegará la segunda temporada de 'Westworld', con un presupuesto de hasta diez millones de dólares por episodio, que ayudarán a que nos podamos olvidar por un tiempo de los replicantes a los que cazaba Deckard.