Los "10.000 de El Soplao" es una prueba de resistencia que se celebró en Cantabria el pasado fin de semana, con modalidades de bicicleta de montaña y de carretera, de ultramaratón o de caminatas de 50 kilómetros. La mayoría de los casi 20 arousanos que participaron lo hicieron en la prueba de BTT -bicicleta de montaña-, aunque el que obtuvo el mejor resultado, el cambadés José Ramón Villanueva Gómez, Monso, lo hizo en la combinada, que consiste en correr 50 kilómetros y hacer después 70 en bicicleta.

Monso invirtió algo más de nueve horas, lo que le valió el cuarto puesto en la clasificación general, y el primero en su categoría, de mayores de 45 años. Un nuevo éxito para la carrera de este electricista que empezó hace 25 años con el ciclismo de carretera, hasta que hace algo más de una década descubrió la droga de la BTT. Desde hace dos años participa en duatlones, y las cosas le van bien. El año pasado quedó segundo en El Soplao, y hace apenas 15 días ganó la durísima y prestigiosa "101 peregrinos" de Ponferrada. "Tengo una edad elevada, pero la juventud no se engancha a este deporte hasta que se la pasa la edad del pavo. De hecho, los que acostumbramos a ir a las marchas somos a partir de treintañeros", contaba ayer.

Monso afirma que para alcanzar ese nivel de competición hay que entrenar muy duro. En los momentos de mayor intensidad antes de correr en Ponferrada llegó a hacer 35 horas a la semana, que quitaba del tiempo de descanso a la hora de la comida, al salir de trabajar o del fin de semana. "Esto no es un mérito solo mío, sino también de mi familia, que me permite hacer esto".

Otro de los arousanos que hizo un buen tiempo fue el policía vilagarciano Roberto Gómez, que quedó en el puesto 244 de la BTT -de 3.800 participantes- e hizo los 160 kilómetros de su prueba en 9 horas y 33 minutos, exactamente el mismo tiempo que el año pasado. "Fue muy duro. Es una prueba que psicológicamente machaca mucho. Cuando llegas al último puerto, después de 130 kilómetros, te encuentras de repente con rampas de cemento rayado con desniveles de hasta el 30 por ciento".

El bombero David Lago, por su parte, dice que "sufrí como un perro" y que "estuve a punto de tirar la toalla varias veces", pero que pasada la mitad del recorrido se dijo que tendría que acabar fuese como fuese. Y no solo lo hizo, sino que mejor de lo que él mismo esperaba. Terminó en el puesto 844, tras 11 horas y 29 minutos, media hora menos de lo que había calculado.

Mientras, el técnico sanitario Agustín Noya y el policía José Panadero cruzaron juntos y abrazados la línea de meta tras 14 horas y media de carrera. Llegaron sobre el puesto 2.300 e hicieron los últimos 20 kilómetros con noche cerrada y sin linterna.

Las montañas de El Soplao fueron para Noya y Panadero un infierno, pero también un lugar donde estrecharon aún más su amistad. En los primeros 60 kilómetros Noya sufrió algunos calambres, y Panadero estuvo a su lado, alentándole. Más tarde, fue a Panadero a quien se le complicaron las cosas, y Noya no se separó de él. "Los geles y las barritas energéticas no me sentaron bien y empecé a sentirme mal sobre el kilómetro 90. Y después tuve un pinchazo que no había manera de reparar... En una carrera de estas si vas solo la cabeza empieza a darte vueltas y acabas dejándolo", afirma el policía. Pero él no iba solo, sino en compañía de Luismi, un aficionado de Barrantes y de Agustín Noya. "El compañerismo es importantísimo, fundametal", dice éste último.

El tiempo era lo de menos. "Lo importante era terminar, y se terminó".