El Mercado de Época de las fiestas de Santa Rita, en Vilagarcía, se estrenó ayer en el Parque de A Xunqueira con menor color y fuerza de lo esperado, después de un retraso de dos días debido a la apretada agenda de los feriantes, que procedentes de Ibiza, hicieron escala en Segovia antes de llegar a Vilagarcía. Por eso ayer, cuando el alcalde, Tomás Fole, y los ediles Rocío Llovo y Manuel Tarrío, visitaron los puestos para la fiesta inaugural, se encontraron con que muchos de los encargados de los negocios estaban durmiendo tras tan larga travesía.

Manuel Martín, responsable de la empresa organizadora del evento, Fusión Medieval, se disculpaba ante las autoridades por tener que posponer a hoy el inicio del Mercado de Época en todo su esplendor. Y es que ayer, ni música, ni danza, ni atracciones amenizaron el paseo de los visitantes por los cerca de medio centenar de puestos del evento, que se prolongará hasta el próximo viernes.

Afluencia inicial

Desde el primer momento, los alrededor de 30 puestos que ya estaban funcionando en A Xunqueira empezaron a recibir un notable número de visitas. La gente se animaba a acercarse a las llamativas tiendas en gran medida gracias a que el día soleado invitaba a ello.

El ambiente en el parque, aún sin buena parte de los puestos y sin música, era mejor que el de cualquier día normal, con familias deambulando de puesto en puesto para conocer de primera mano qué ofrecen estos.

La mayoría de los feriantes repiten de años anteriores. "Por algo será, les ha ido bien aquí", indica Manuel Martín, que considera la cita vilagarciana en su recorrido por toda la Península Ibérica (algunos llegan ahora de Portugal) "es una de las fijas".

"Llevamos aquí desde el primer año en que se celebró y tiene un nivel de participación aceptable, ni abrumador ni ruinoso", alega. El responsable de Fusión Medieval añade que el equipo de feriantes "somos unos privilegiados; somos autónomos, trabajamos para nosotros y vamos tirando, que hoy en día no puede decirlo mucha gente".

Entre los cerca de 50 vendedores presentes en Santa Rita los hay que llegan desde Aragón, Asturias, Segovia, Toledo, Elche, Valencia, O Ferrol o Jaén, entre otras procedencias.

La mayoría de puestos pueden dividirse en dos grupos: los de comida y golosinas y los de adornos y regalos. Entre los primeros hay dos novedades muy a la vista, "el cerdo asado, que después cortan y lo ponen en un buen bocata" (a cinco euros cada uno) y la tetería de estilo marroquí, en el que el cliente prácticamente bebe a ras de suelo sobre un pequeño puff.

Otros puestos tienen productos artesanos variados, como el de la valenciana Elena Ballester, que vende magdalenas y otros dulces procedentes de Granada y que ha ofrecido la mercancía que no venda a las monjas del convento de Vista Alegre.

Otro caso es el del aragonés Luis Paz, que está situado en plena entrada del parque, al lado del INEM. "Tengo un queso de Corbajo, Cáceres que ha ganado el primer premio nacional", anuncia con desparpajo. Y este es solo uno de sus potentes quesos, que se asientan en el paladar durante un buen rato con una simple cata. Figuritas, golosinas, pulseras de cuero, embutidos y carnes, adornos, vasos y otros objetos forman parte de esta "fusión medieval" a la que desde hoy se le unen los grupos de animación.