António de Sousa Mendes (Lisboa, 1949) aún guarda la pluma de su abuelo, Aristides de Sousa Mendes, más conocido como el Schindler portugués. Extremadamente educado, defiende con pasión la figura de su abuelo al que conoció de niño y del que recuerda su simpatía. El diplomático indisciplinado que salvó la vida de miles de refugiados en Francia en la Segunda Guerra Mundial se ha convertido en el alma de António que promueve en Portugal una fundación con su nombre. Ayer en el Instituto Camões de Vigo, donde se muestra una exposición sobre su vida, profundizaba en su historia.

-¿Cómo vivió su familia la represión de Salazar?

-Cuando mi abuelo tomó la iniciativa de desobedecer la orden de Salazar que prohibió a los diplomáticos dar visados a refugiados, salvó a miles de personas de los nazis, incluso ayudándoles a pasar la frontera entre Hendaya e Irún. La mayor parte de los hijos apoyó la decisión. En julio de 1940, empezó la decadencia de la familia cuando mi padre vino para Portugal. Salazar lo apartó de su carrera con un proceso administrativo. Él no podía trabajar y el resto de la familia empezó a sufrir una persecución.

-¿Cuándo empeoró todo?

-En 1948, apareció un movimiento político que pretendía democratizar Portugal, el Movimento de Unidade Democrática. Salazar propuso que aquellos que estuviesen a favor, firmasen. Mi abuelo y mi padre lo hicieron y pasaron a la lista negra de los opositores al régimen sufriendo más represión. Mi abuelo murió en 1954. Pero la persecución prosiguió con mi padre que no podía trabajar para el Estadol Las empresas portuguesas tampoco lo aceptaban. Así fue como se fue a trabajar al consulado de Bélgica en Luanda, Angola; y en una empresa internacional en Portugal con administrador belga.

-Esa relación con Bélgica tenía sus raíces en la acogida que hizo su abuelo en su casa portuguesa a unos exministros belgas durante la II Guerra Mundial.

-Exacto. Esos políticos eran refugiados de guerra tras la ocupación alemana. Mi abuelo había sido cónsul en Bélgica y Luxemburgo lo que le abrió mucho las puertas estableciendo relación con muchos políticos belgas.

-¿Qué sabe de la estancia de su abuelo como cónsul de Vigo?

- Mi abuelo estuvo tres años en Vigo, ciudad que le gustó muchísimo, aunque vivía en Tui, en una casa con vistas al Miño y Portugal. Mi padre fue al colegio en Tui en aquellos tiempos.

-La casa familiar en Portugal será la sede de la Fundación.

-Es una casa del siglo XIX que heredó mi abuelo. Cuando este murió, tenía muchas deudas. Salazar lo privó de su salario desde junio de 1940 hasta 1941, durante un año. Tuvo serios problemas. Después, empezó a recibir desde 1941 la mitad del salario. Cuando murió, los acreedores demandaron la deuda y el tribunal embargó vivienda y terrenos. La casa se degradó en60 años en los que fue robada hasta que la conseguimos comprar hace 14. Ahora, ya han comenzado las obras para acoger la Fundación allí donde se mostrarán testimonios de personas salvadas, documentos, fotografías. Las obras son financiadas por fondos comunitarios.

- Durante el salazarismo se negó la heroicidad de su abuelo. Hoy en día, algunos libros y la Wikipedia en español lo muestran como una figura polémica que en Vigo perseguía a refugiados lusos, que se quedaba con dinero público...

-La historia de mi abuelo comenzó a conocerse a partir de finales de los 80, principios de los 90. Mientras, la reacción de la extrema derecha o nacionalistas portugueses era negarlo completamente. Decían que era una mentira de la izquierda hasta que empezaron a aparecer personas que aseguraban que él los había salvado. Los fascistas portugueses ya no sabían qué hacer pero cuando apareció la Wikipedia empezaron a escribir en ella ese tipo de cosas... Contaron una historia para denigrarlo porque saben que su figura es muy importante mientras que la figura de Salazar sale arrastrada. Lo que hizo mi abuelo nos da esperanza en la humanidad.