Panxón volvió a brillar en su gran noche. La gran hoguera ahuyentó en la playa los malos augurios de más de 20.000 personas. Aunque solo fuese por unas horas, los asistentes a los festejos de San Xoán se olvidaron de sus "meigas". El desempleo, la mala suerte, la hipoteca, las deudas... Cada uno la suya y el fuego, ayer, contra las de todos.

Unos lo saltaron, otros lo contemplaron y muchos lo aprovecharon, como manda la tradición, para degustar después las delicias de la ocasión. Las sardinas, en pequeñas dosis. Su prohibitivo precio las dejó en un segundo plano frente a los chorizos y el churrasco a la hora de llenar los estómagos para afrontar la noche más corta, pero también la más larga en cuanto a diversión y buen humor.

Como cada año, los más jóvenes tomaron posiciones en el arenal hacia Praia América. Hacia allí los invocaban los cantos de sirena del macrobotellón, que no pierde adeptos y que centra la atención del dispositivo de seguridad desplegado en la zona. La plantilla de la Policía Local al completo, varias patrullas de la Guardia Civil, así como un equipo del Grupo de Emerxencias Supramunicipal (GES) Val Miñor, personal sanitario en un hospital de campaña y una docena de voluntarios de Protección Civil trataron de contener los ánimos para garantizar la tranquilidad en medio del bullicio y la ingesta de alcohol que a más de uno perjudicó en exceso.

Las familias y vecinos de la zona se quedaron junto al paseo marítimo, recién rehabilitado tras los cuantiosos destrozos de los temporales del último invierno. Allí disfrutaron de una velada más sosegada, con la música de la verbena de fondo y las atracciones de la feria a pleno rendimiento.

Pocos confiaban en que la fiesta pudiese desarrollarse sin los sobresaltos de la lluvia. Pero el fuego de San Xoán no solo aleja el infortunio. Al menos durante las primeras horas de la madrugada, permitió que las precipitaciones pronosticadas prefiriesen regresar en otra ocasión y no aguar los festejos que la parroquia nigranense había preparado.

Los actos arrancaron el domingo con la fiesta del mejillón y la primera verbena nocturna. La de ayer esperó al momento culmen. Las hogueras se prendían en silencio a medianoche y los conjuros las acompañaban. La hipnosis colectiva de las primeras llamas dio paso a los valientes que se atrevieron a saltarlas para espantar el "meigallo" y dar la bienvenida al verano con el acostumbrado bautismo de fuego, acompañado ya de música de orquesta.

Un ritual que los agentes de las fuerzas de seguridad siguieron muy de cerca, al igual que el tráfico de las calles próximas y las reuniones más multitudinarias en torno a las botellas. Se trataba de evitar peleas, cortes, quemaduras, en definitiva, las incidencias habituales de la jornada.

Tras una animada madrugada, la villa marinera de Nigrán madruga hoy en marcha. Decenas de operarios municipales de limpieza se encargan de dejar la playa en perfectas condiciones para los bañistas, si el tiempo lo permite. Los festejos continuarán así hasta el jueves. Los vecinos afrontan hoy el día grande, con la misa solemne a las 20.00 horas en el Templo Votivo del Mar y el baile a continuación.