A. MÉNDEZ | VIGO

Un frío día de invierno en plena crisis económica Javier Teniente se autoimpuso un nuevo reto: contribuir a devolver el optimismo a la ciudad retratando a ciudadanos anónimos que quisieran compartir una sonrisa y arrojar luz en un contexto tan convulso. Casi dos años después el premiado fotógrafo vigués ha hecho realidad su proyecto con una exposición al aire libre protagonizada por los "chispazos" de los vigueses, como él se refiere a cada una de las 64 sonrisas que desde ayer adornan el Casco Vello Alto.

Se trata de fotografías de gran formato que estarán expuestas hasta finales de verano, por lo que fue necesario elegir unas planchas de PVC y vinilos laminados para que aguanten a la intemperie. Técnicamente fue complejo, pero el proceso avanzó "de forma muy natural". Así lo explica el autor de la colección. "Me parecía injusto que los únicos que sonrieran aquel día tan gris fueran los modelos de los carteles publicitarios. Era ficticio. Y yo me propuse hacer algo para que sonrieran mis vecinos", rememora Teniente mientras recibe las primeras felicitaciones de los vecinos de Abeleira Menéndez y de otros comerciantes, puesto que allí tiene instalado también su cuartel general desde hace casi dos años.

La muestra "Vigo sonríe" la promueve el Concello de Vigo dentro de las actividades paralelas organizadas en el programa de decoración de medianeras. Son primeros planos en blanco y negro por un criterio puramente estético. Decisión personal de la casa. "No se trata de hacer una exhibición de técnica. En esta ocasión lo importante era el conjunto y despertar emociones a través de esas sonrisas. No era necesario darle color", reflexiona el fotógrafo, que tras pasar por zonas de conflicto, retratar catástrofes naturales y miles de paisajes de todo el mundo, se siente especialmente satisfecho con este trabajo en su propia ciudad. "Fue muy divertido y sin duda uno de los trabajos más gratificantes que he hecho en mi vida", explicaba horas después de dejar instalados los vinilos, que cubren Abeleira Menéndez y cuya finalidad es despertar una sonrisa en los peatones que crucen la calle.

"Me apetecía hacer algo completamente diferente y de ahí surgió la idea de compartir las fotografías en la calle. Es un proyecto concebido para la ciudad y era lo más natural". A través de ellas podemos conocer a universitarios a los que se les propuso casualmente la idea en el campus, a mayores con los que el fotógrafo se cruzaba paseando por el centro, a jóvenes con una estética rompedora, a trabajadores de oficina camino de su trabajo y a gente del metal. Ellos fueron los que más sorprendieron a Teniente, que tras haber compartido vivencias del sector hace años, regresó a principios de marzo y se encontró a un grupo más serio de lo que recordaba. "Tres o cuatro son trabajadores de los astilleros. El ambiente está cambiado a cómo lo recordaba, pero aún así hay gente que sigue sonriendo y aceptó compartirlo con nosotros", agradece el artista. Verlos sonreír en épocas difíciles bien vale un paseo por el renovado Casco Vello.