El Entroido más largo del mundo, el del municipio ourensano de Xinzo de Limia, disfrutó de la segunda cita de este calendario festivo -tras la celebración el día 5 del Domingo Fareleiro- con la celebración ayer de otra de sus ritos de Entroido más multitudinarias: el Domingo Oleiro.

Más de 300 "olas", las vasijas de barro, volaron por los aires dentro de una tradición en la que la agilidad y reflejos de los participantes son fundamentales para que las piezas no caigan al suelo. En caso contrario, el jugador que falle y no cace al vuelo la "ola" voladora tendrá que pagar una ronda de vinos a sus compañeros de juego. "El que la rompe, la paga" dice la tradición.

Ni la lluvia ni la bajada de las temperaturas lograron que los vecinos de la capital limiana, uno de los santuarios del entroido ourensano, se quedaran en casa, y miles de ellos con sus correspondientes disfraces, que en muchos casos preparan durante todo el año, se acercaron a la Plaza Mayor para jalear a los participantes.