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Galicia es tierra de fiestas por excelencia, por eso decir que esta o aquella celebración es de las más típicas, tradicionales y emblemáticas de la comunidad puede llegar a redundar en un tópico. Sin embargo, en el caso del entroido todo esto y más se queda corto.

Aunque puntos estratégicos son lugar de referencia en estas fechas, como Verín, Xinzo de Limia, Vigo o el Entroido da Ulla, no hay localidad que no honre a don Carnal. Y es que Galicia está en entroido porque...

Acacias en flor. // Iñaki Osorio

Florece la acacia

Como si de un reloj natural se tratase, cuando las acacias se tiñen de amarillo es porque el entroido está a la vuelta de la esquina. Y el indicador pasa de generación en generación igual que aquello de ´hasta el cuarenta de mayo...´ Para los más entregados al carnaval, el aroma de las mimosas en el ambiente despierta su instinto entroideiro.

Cocido gallego. // Bernabé/Javier Lalín

Huele a cocido

El carnaval, en esencia, implica darle rienda suelta a algunos excesos, entre los que se incluyen aquellos relacionados con el buen comer y el buen beber. Antes de la llegada de la Cuaresma, hay que coger fuerzas así que el cocido, en el que no puede faltar la cachucha, es plato obligatorio del entroido. No habrá cocina que se precie que no huela a cocido antes del Miércoles de Ceniza.

Y de postre orellas

Un plato 'ligero' como el cocido requiere un buen postre, y ese tiene que ser a base de orellas, un dulce típico de la época, aunque también se aceptan las filloas.

Las sátiras se digieren mejor

Y entre cachucha y orellas las sátiras también se digieren mejor. En entroido la retranca y la crítica mandan, y lo suyo es tomárselo con buen humor, aunque nunca falta la polémica. Las comparsas no dejan títere con cabeza. Políticos, Iglesia, deportistas, la banca... ningún tema de actualidad escapa a su ingenio.

Pantallas en el entroido de Xinzo. // Iñaki Osorio

El 'triángulo mágico' regresa a los informativos nacionales

Xinzo de Limia, Verín y Laza, el triángulo mágico del entroido gallego, se hacen un hueco en los informativos de las cadenas nacionales. Incluso logra robarle unos minutos al de Río de Janeiro o Venecia en las informaciones internacionales. Y no es para menos, no solo porque el entroido de Xinzo tenga el ciclo más largo de España (cinco domingos) o porque la farrapada de Laza pille en medio y por sorpresa a cualquiera llenándolo de barro. Ni tan siquiera por la adrenalina que supone librarse de los cigarróns. Es la suma de todo esto, de tradiciones singulares, diferentes a las de cualquier carnaval y que vencen al paso del tiempo, lo que hace único al entroido del triángulo máxico.

Bajada de la Morena en Laza. // Ricardo Grobas

Y tú cuentas tus aventuras con las hormigas de Laza

Todos los que han sufrido y disfrutado a partes iguales la bajada de la Morena y la lluvia de hormigas el Lunes de Entroido -Luns Borralleiro- en Laza cuentan orgullosos su experiencia a medida que se acerca una nueva cita. También explicarán cómo se enfrentaron a los latigazos de los peliqueiros, pero la mayoría quiere repetir.

Ciertos ´ahorcados´ que no salen en los sucesos

De balcones y postes aparecen colgados ciertos personajes que no salen en los sucesos. Se trata de los mecos, otros protagonistas del entroido, un muñeco tradicional que anuncia la llegada del carnaval con su presencia.

Se prepara el luto para enterrar a la sardina

Desde que empieza el entroido, los más fieles miran de reojo al Miércoles de Ceniza. Porque, incluso el carnaval de Xinzo de Limia, pasa más rápido de lo que les gustaría. El luto lo llevan por dentro y por fuera en el Enterro da Sardiña o la Queima do Meco. Esta tradición simboliza la penitencia al desenfreno, el triunfo de la ceniza y la imposición de la austeridad que comienza con la Cuaresma.

Pero hasta el domingo de piñata todo es entroido

Sin embargo, aquellos que no se resignan a guardar el disfraz hasta el próximo año, apuran su último cartucho hasta el Domingo de Piñata.

Terminado el ciclo toca pasar el trance de volver a la normalidad ya con la vista puesta en el próximo. ¡Y qué viva don Carnal!