Y aunque pueda sonar rimbombante la proclama del alcalde, Francisco Fumega, de que "Carballiño es la capital mundial del pulpo", la realidad es que los números la avalan, pues en su 55ª edición celebrada ayer se conocieron unos 75.000 kilos, con un número de visitantes de 100.000 personas, según unas más que optimistas estimaciones de la organización municipal.

Pero no es menos cierto que, en la jornada de ayer, Carballiño estaba tomada por el gentío desde primera hora de la mañana, de ahí que los problemas de acceso se sucedieran. ¿El objetivo? Degustar los afamados tentáculos de un cefalópado que en estas tierras tiene un sabor especial. Y es por eso que el parque municipal, epicentro de encuentro, así como otros espacios de la villa, fueron un constante bullicio, en la que los platos de pulpo se convertían en objeto de deseo.

Es por eso que el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, acudió a la cita pero no así al "banquete" oficial. Y no dudó en asegurar que en O Carballiño se hace realidad lo de "pulpo como animal de compañía... gastronómico".

Y aprovechó la presencia de directivos de los centros gallegos de Núremberg (Alemania) y Buenos Aires (Argentina), a los que el evento festivo rendía homenaje, para reivindicar a Galicia como destino turístico, de "tranquilidad y acogedor".

Además, el presidente del Gobierno gallego se unía a los deseos expresados anteriormente para que la realidad se oficialice, y la fiesta del pulpo de O Carballiño pase a contar con esa denominación de interés internacional, pues la de nacional se le queda un poco pequeña dada la dimensión que ahora tiene la misma.

En el breve recorrido que realizó por el parque municipal, Núñez Feijóo pudo degustar pulpo, que cortado por las manos expertas de pulpeiras, se repartía en platos de madera, con ese aceite y pimentón que lo convierten en el gran protagonista de una fiesta que rinde culto a producto de mar adentro con elaboración única en tierras del interior galaico. Y alusión se hizo también al otro referente, como es el termal y sus balnearios.

Lo que no falta en la fiesta del pulpo, sobre todo si acompaña el tiempo -que en la jornada de ayer situó el termómetro en los 35 grados- es el colorido de las camisetas alusivas al evento festivo y gastronómico. La imaginación se desborda, y así no es de extrañar que se convierta en un reclamo más. Una de ellas con la moda, con la traducción de la letra de esa canción veraniega de "Despacito", que la convertían en "mazadito". Otras, con el símbolo del cepalópodo en diferentes colores y poses.

Color más gris tuvo la organización, sobre todo en un dispositivo para dar respuesta a la avalancha de visitantes, como en el propio recinto acotado para el menú oficial de pago, con numerosas quejas. Además de algunas incidencias derivadas del golpe de calor que afectó a varias personas mayores. aunque allí estaba el veterano exalcalde, Argimiro Marnotes, impulsor de la fiesta, que con sus 86 años la sigue viviendo con intensidad.