Ó. Méndez | Vigo
"Un año más, los gabachos se van derrotados de nuestra ciudad. Viva Vigo". Las milicias locales volvieron a imponerse a las tropas de Napoleón en las calles del Casco Vello. Un mes después de que la lluvia se aliase con los invasores y aplazase la representación central de la Reconquista, los vecinos de la urbe olívica volvieron a demostrar su fuerza y coraje para enfrentarse al poderoso armamento francés. No lo tenían fácil. El intenso calor que hubo durante toda la jornada lastró las escasas fuerzas de los residentes. "Las condiciones son muchas más duras hoy que en abril", reconocía uno de los actores que ayer participaron en la recreación.
Porta do Sol volvió a ser el plató central de la fiesta. Desde las 12.00 horas diferentes agrupaciones llenaron de música la zona cero de la ciudad. Franceses y vecinos compartían anécdotas instantes antes de enfrentarse cara a cara por el control de Vigo, una pieza muy codiciada para Napoleón por su cercanía con Portugal. Cuando los vigueses celebraban un domingo festivo, el ejercito comandado por Jacques Antoine Chalot invadió la plaza. Los presentes no se quedaron quietos y se enfrentaron a los galos con sus rastrillos, aunque nada pudieron hacer ante la superioridad física de los invasores.
Una de las más beligerantes fue Aurora, que espoleó a todas las mujeres para que tomasen las riendas y diesen un paso al frente. Tras arrebatarle las armas a un escuadrón francés, la heroína local fue apresada bajo una atronadora pitada de los asistentes. Un año más, la recreación histórica organizada por los vecinos del Casco Vello congregó a cientos de personas en el centro de la ciudad. Pequeños y mayores disfrutaron de la batalla entre ambos bandos y vibraron con cada disputa a campo abierto en Porta do Sol.
Allí mismo se vivió otro de los episodios más importantes de la recreación histórica. Mientras el alcalde Vázquez Varela pedía una y otra vez calma a sus vecinos cuando negociaba con Chalot, tres soldados galos asesinaron a otros tantos vigueses en una disputa. El cruel desenlace provocó que el propio comandante indemnizase a las familias de los fallecidos y accediese a liberar a Aurora. El gesto sirvió como impulso a las milicias de la ciudad, que ya planeaban el momento y el lugar en el que pasarían al ataque.
Vigo expulsa a los soldados napoleónicos un mes después. // R. Grobas
La segunda parada de la representación llevó a ambos bandos a Porta da Gamboa, donde una enorme puerta de piedra separaba a los ejércitos. Los franceses intentaban contener el ataque de los vecinos de Vigo, mientas que éstos solo querían atravesar los muros para reconquistar aquello que se les había arrebatado. Ahí emergió la figura de Carolo. Armado con su hacha, trató de derribar el portón sin fortuna. Tras uno de estos intentos, el marinero fue abatido por las tropas galas.
Cachamuíña recogió el testigo, aunque también fue herido de gravedad por los invasores. Ahí se crecieron las mujeres de la villa y, armadas con un imponente tronco de madera, destrozaron la puerta y se midieron cara a cara con los franceses. Después de esquivar las primeras balas, arremetieron contra ellos para expulsarlos de una vez por todas de la ciudad olívica.
Todavía quedaba la última parte, ya en A Laxe. Allí, el general McKinley, acompañado por Aurora, Vázquez Varela y el resto de valientes héroes que había recuperado la ciudad, esperaban a los invasores heridos. El inglés leyó en voz alta los puntos que confirmaban la rendición de los soldados de Napoleón, que serían enviados a un puerto británico.
Mientras abandonaban cabizbajos la Ría de Vigo con la derrota recién consumada, comenzaron a sonar fuegos artificiales en toda la ciudad. Vigo volvía a ser de los vigueses y el regidor de la época destacaba la importancia de una fecha que sigue en el recuerdo de los vecinos más de doscientos años después. Así terminó la Reconquista más larga de la historia, la que aspira a convertirse en Fiesta de Interés Turístico Nacional.
