La captura de lamprea en las pesqueiras situadas en el Ulla puede parecer algo relativamente sencillo, ya que básicamente consiste en colocar las trampas en los huecos que quedan entre las piedra estratégicamente situadas para aprovechar las corrientes. Y en teoría solo queda esperar a que los peces queden atrapados dentro.

Pero en realidad este trabajo entraña un riesgo considerable, como bien saben los concesionarios de la pesqueiras y los familiares de aquellos que a lo largo de la historia perecieron en el Ulla ejerciendo esta actividad.

Aunque el caudal no es tan importante como el de otros inviernos, la corriente sigue siendo intensa en algunos tramos del río. "Si te caes ahí ya no sales vivo; o acabas en el fondo, engullido por los remolinos, o la corriente te arrastra hasta la ría", explica Antonio Caldelas, uno de los experimentados pescadores que realizan su labor en las pesqueiras de Herbón.

Escasa visibilidad

"Caer al agua con temperaturas gélidas, escasa o nula visibilidad y entre fuertes remolinos puede provocar hemorragias en los oídos, todo tipo de problemas físicos e incluso la muerte", insiste Caldelas, al que FARO DE VIGO acompañó un año más en una noche de faena.

Y ese, el de trabajar de noche, es otro dato a tener en cuenta cuando se habla de los riesgos, ya que las dificultades para realizar este trabajo son mucho mayores.

Cadenas y acero

Es cierto que las nasas empleadas están sujetas con cadenas que se atan a la "cangalla" y se aseguran al "trancadoiro", como también lo es que para cruzar de unas pesqueiras a otras hay tensos cables de acero situados a la altura del pecho y amarrados a los árboles que sirven para que el pescador se sujete en cada movimiento. Pero también lo es que las piedras que pisan están resbaladizas y que en este terreno los despistes se pagan muy caros.

El propio Antonio Caldelas recuerda que él mismo ya sufrió alguna que otra caída al agua, como también que tuvo compañeros de fatigas en el Ulla que perdieron la vida trabajando en esas pesqueiras.