Desde mayo a septiembre, pero con especial intensidad en junio y julio, la flota gallega dedicada a la pesca, el marisqueo y la acuicultura se pone a punto. Son los mejores meses para realizar reparaciones en los barcos, para pintarlos o, simplemente, someterlos a las oportunas inspecciones y garantizar la seguridad a bordo.
De ahí que en esta época del año las zonas de varada y astilleros de los diferentes puertos estén tope. Son muchos los barcos en el dique seco para afrontar mejoras y/o cambiar aparejos aprovechando que terminan unas campañas y empiezan otras.
El fin de la temporada del centollo, por ejemplo, hace que la flota de enmalle sustituya definitivamente los miños habituales por otros con mallas de mayor tamaño y cuerdas más pesadas, para que vayan al fondo y capturen especies como el rape.
Al mismo tiempo, el inminente inicio de las campañas de pesca de la nécora y el pulpo llevan al sector a preparar a conciencia las nasas que tendrán que emplear para obtener tales recursos.
"Costera del bonito"
Asimismo, los barcos que la semana que viene se desplazarán al Cantábrico para participar en la “costera del bonito”, ya sea en las Azores o en aguas de Irlanda, se someten desde hace unas semanas a profundas inspecciones y completan las reparaciones oportunas para que nada falle cuando estén en alta mar.
“La mitad de la flota está actualmente parada, ya que hay cinco o seis barcos pendientes de ir a la costera del bonito y los que terminamos la campaña del centollo hemos varado para cambiar de arte y prepararnos para la nueva actividad”
En el caso del sector bateeiro ya se explicaba ayer que el molusco aún no está en su mejor momento. Y aunque los pedidos se han disparado, a causa de la demanda que llega de las industrias gallegas y de los depuradores franceses e italianos, son muchos los productores que aprovechan este momento del año para reparar y pintar sus naves.
Al igual que aumenta el ritmo de construcción de las bateas de cultivo, si bien, como se explicaba hace días, el encarecimiento de materiales hace que el número de viveros nuevos siga muy por debajo de lo que sería deseable.
Volviendo a los barcos de pesca, el patrón mayor de O Grove, José Antonio Otero, indicaba ayer que el suyo –el “Chapeliño– y otras muchas embarcaciones están ahora varadas, ya que “es el mejor momento para parar y pintar”.
Lo cierto es que “la mitad de la flota está actualmente parada, ya que hay cinco o seis barcos pendientes de ir a la costera del bonito y los que terminamos la campaña del centollo hemos varado para cambiar de arte y prepararnos para la nueva actividad”, explica este conocido armador grovense.
Los astilleros
“Claro que la actual es una época intensa en cuanto a puesta a punto de la flota”, apostilla Fabián Garrido, uno de los responsables del astillero de la familia que se asienta en la villa meca.
“En esta época es cuando hay más actividad, tanto entre la flota de pesca como, sobre todo, en la bateeira”, explica este carpintero de ribera.
En esta empresa acaban de asistir a la botadura de dos de los barcos que preparan la “costera del Cantábrico” y seguirán recibiendo encargos similares para embarcaciones de todo tipo “hasta septiembre”.
Ayer podía verse en su exterior una decena de barcos mejilloneros que se están sometiendo a la fase de puesta a punto. Y lo mismo sucedía en el otro astillero grovense situado en el entorno de Porto Meloxo.
Es una imagen que se repite, tanto con barcos auxiliares de acuicultura como con los de pesca y marisqueo, en puertos como A Illa, Cambados, Vilanova, Rianxo, Cabo de Cruz, A Pobra y Ribeira.
Eso en lo que a Arousa se refiere, ya que, en líneas generales, puede decirse que lo mismo ocurre a lo largo de toda la costa gallega, especialmente en las ría de Pontevedra y Vigo.