Las rarezas del verano alcanzan a la planificación deportiva. El Celta, más bien perezoso en sus maniobras, ha anticipado trabajo. No solo ha facilitado salidas y concretado refuerzos; incluso ya se ha asegurado el primer fichaje invernal: el de Orbelín Pineda, que aprovechará la plaza extracomunitaria que deja Araújo tras su nacionalización.

Pineda, que compartió tristezas con el central en la final de la Copa Oro (0-1 ante Estados Unidos), ha resuelto un proceso que se había enquistado. “Si no es Europa, seguiré en el equipo”, había dicho de su renovación con el Cruz Azul. Él sentía, sin embargo, que a sus 25 años tocaba cruzar el Atlántico tras triunfar con el Guadalajara (Copa, Liga, Liga de Campeones de la Concacaf) y Cruz Azul (Liga, la primera del club en 23 años), que había pagado por él 12 millones de dólares (10,12 en euros). En México no descartan que la directiva lo condene a la grada en los meses que le restan de contrato y tampoco un acuerdo con el Celta que precipite su llegada.

Orbelín nació en San Fernando, pequeño pueblo del estado de Guerrero. Recuerda: “En toda mi niñez estuve con borregos, vacas, chivos, puercos y caballos, ayudando a mis papás”. De su padre heredó precisamente la vocación futbolística, que otros hermanos compartieron. Onai, el mayor, ha sido su mentor. Orbelín ha sabido cumplir etapas para probar la aventura europea en el momento adecuado. El periodista Armando Melgar, del periódico Récord, lo describe: “Es un jugador diestro muy habilidoso, muy regateador, con buena pegada desde fuera del área y mucho gol, incluso de cabeza. Principalmente puede desempeñarse en dos posiciones, como extremo y volante-interior”. El Chacho, de hecho, lo ha reclamado para territorios más interiores, aunque agradezca en general su polivalencia.

Melgar resalta igualmente su “físico notable. A pesar de no ser alto es muy fuerte. En España podría destacar incluso como un box to box porque tiene mucho sacrifico también, aunque su mejor versión es de cara a portería. Suele ser el que da el pase definitivo y es pícaro, muy bueno entre líneas”.