Victoria de pico, pala y guante de seda. El Celta ganó esta noche su primer partido la temporada en un duelo cerrado y áspero contra el Levante. Una contienda fea que los vigueses resolvieron, en cambio, con belleza, en tres acciones técnicas fantásticas. La primera fue un remate de Iago Aspas de primeras para culminar una contra, la segunda fue una parada de Dituro a un penalti lanzado por Roger Martí y la tercera fue cosa de Brais Méndez, que resolvió con samba otro contragolpe. Los del Chacho Coudet ganan aire y tiempo para encarar el futuro de manera más relajada.

Son el Levante y el Celta dos equipos que juegan abierto y que destacan más por sus ataques que por sus defensas. Se podría esperar, pues, un intercambio de golpes. Lo que ocurrió, atenazados ambos por urgencias clasificatorias tempraneras, fue justo lo opuesto. Fue una batalla cerradísima, en la que reinó el miedo a cometer un error que el rival penalizase en transición. Además, el lamentable estado del césped dificultaba los desbordes de unos ya de por sí poco inspirados atacantes. Resultado: la primera parte se pudo jugar sin porteros, nadie tiró a puerta. Casi lo único reseñable fue un robo de Beltrán, que volvió a firmar un partido notable, que dejó a Iago Aspas la opción de anotar. Pero el de Moaña estuvo lento y Radoja enmendó su pérdida de balón.

El técnico del Celta buscó soluciones al descanso. Metió a Denis por un Tapia que sigue sin encontrar su tono físico y a Nolito por Franco Cervi. Al atacante argentino, más allá de algunos detalles técnicos, le está contando involucrarse en el juego. El Celta empezó a mover con algo más de agilidad (con menos era imposible) y también el Levante le metió un punto de intensidad. Tuvieron los locales una clarísima en una jugada por banda que Roger Martí envió a las nubes desde el borde del área pequeña.

Al final le sucedió al Levante lo que tanto temían ambos entrenadores. Una buena presión de Mina sobre Rober Pier acabó en robo de Brais Méndez para habilitar al delantero, que condujo hasta cederla justo a tiempo para Iago Aspas. El '10' optó esta vez por rematar de primeras, enroscando un balón al palo largo que dejó a Aitor haciendo la estatua. El de Moaña no está fino aún, y quizás eso explique bastante de lo que le pasa en este difícil arranque al Celta, que ha vivido muchos años acostumbrado a que mejorase todos los balones que le llegaban. Eso no está siendo así hasta el momento, pero sí en ese golpeo concreto, que bastó para abrir el partido.

El gol electrificó el choque, que vivió unos minutos alocados. Un balón cruzado que Roger controló aparentemente ayudándose del brazo acabó rebotando en la mano del propio Aspas, que bajaba a hacer una cobertura a toda velocidad. El árbitro pitó penalti pero las imágenes invitaban a pensar que el VAR lo corregiría, puesto que el brazo estaba pegado al cuerpo y en una posición natural. Figueroa Vázquez acabó yendo en persona a la pantalla para ratificar su decisión inicial. Solo habían pasado tres minutos del tanto y el Celta se veía en la tesitura de tener que remar de nuevo. Ahí emergió Dituro para adivinar el lanzamiento del delantero. Es el tercer penalti que detiene el portero argentino, que se está revelando con un gigante en esta suerte.

Los de Coudet, arropados con la entrada de Carlos Domínguez como tercer central, lograron capear sin muchos agobios las embestidas levantinistas. Hasta que Mina ganó un balón largo que entregó en los pies de Brais Méndez en situación franca. El mosense primero se resbaló y parecía que perdía la opción, pero recuperó rápido la posición para encarar a puerta. Y ahí, dentro del área, decidió resolver con un regate finísimo al central y un golpeo con la derecha. Quedaban unos minutos, pero los tres puntos ya no estuvieron en duda.