Clasificación: *** | Dirección: Adil El Arbi y Bilall Fallah. Guión: Chris Bremner, Peter Craig y Joe Carnahan, sobre una historia de los últimos. Fotografía: Robrecht Heyvaert. Música: Lorne Balfe. Intérpretes: Will Smith, Martin Lawrence, Vanessa Hudgens, Alexander Ludwig, Charles Melton, Paola Núñez, Kate Del Castillo, Nicky Jam, Jacob Scipio, Joe Pantoliano, Happy Anderson. Duración: 123 minutos

Vuelven nada menos que pasados 17 años de la primera entrega y 25 de la segunda y estos Bad Boys o Policías Rebeldes demuestran que todavía tiene algo que decir. No es que se muevan en un espacio cinematográfico privilegiado, por supuesto, pero al menos consiguen entretener casi siempre al público y hacer que sientan que aún quedaba algún capítulo suelto con dosis de acción nada despreciables.

Gran parte de la culpa de que la cosa haya ido un tanto fluida la tienen los dos protagonista, Will Smith y Martin Lawrence, que saben imprimir un toque de comedia que es el factor esencial que permite ganar la batalla contra el aburrimiento.

El otro elemento importante que forja la consistencia del relato es la realización de Adil El Arbi y Bilall Fallah, los dos directores, que han sabido encauzar la violencia y la acción de forma que aún incluyen algún ingrediente original y denotan un eficaz pulso narrativo. En este sentido hay que agradecer a los productores que depositaran su confianza en dos directores belgas de origen marroquí, algo absolutamente insólito en los ámbitos de Hollywood. Y lo hicieron conociendo solo una cinta de ambos, Black, que demuestra que fluye por sus venas una creatividad que se agradece.

Con estos andamiajes se perfila un relato que comienza con algunos titubeos pero que se va asentando a medida que la proyección avanza y se va recomponiendo la pareja de policías que colaboraron juntos a lo largo de 25 años, los ahora detectives Mike Lowrey y Marcus Burnett.

Ambos han cambiado mucho, sobre todo el primero, que a pesar de su cómodo estatus económico siente que todavía puede volver a las andadas. Marcus, en cambio, piensa más como miembro de la clase media y cree que ha llegado la hora de jubilarse y de entregarse a la familia, especialmente tras el nacimiento de una nieta. El problema es que en Miami, donde residen, pintan bastos en el plano de la seguridad ciudadana y Mike está convencido de que hay que colaborar con un nuevo equipo de élite del departamento de policía, Ammo, para acabar con la violencia que inunda la ciudad.