Parte de una realidad que sorprenderá a propios y extraños y es que en Suiza en 1991 todavía había cantones en los que la mujer no podía votar. Algo realmente impensable que ha llevado a la cineasta helvética Petra Volpe, responsable también del guion, a realizar una película, la segunda de su filmografía tras Traumland en 2013, que dejase constancia no sólo de esa circunstancia, también y más importante que plasmase otros factores singulares en la realidad sociológica de la Confederación Helvética, especialmente las vinculadas a las relaciones sexuales.

Lo ha hecho utilizando ingredientes dramáticos, pero también de comedia, que en algunos casos están un poco edulcorados, pero sin que se hagan ostensibles inconvenientes demasiado graves. De ahí que se alzara en el Festival de Tribeca con tres premios, incluido el del público y el Nora Ephron, este último, según el jurado, “por su intrépida y compasiva narrativa, su preciosa fotografía (dirigida por una mujer), la compleja caracterización de la experiencia femenina y la navegación sin fisuras entre la comedia y el drama”.

Petra Volpe nos mete de lleno en la pintoresca, si no fuera tan terrible, Suiza de 1971, en unas fechas fundamentales porque se va a plantear que la mujer pueda emitir su voto, un derecho todavía lejos de su alcance en una sociedad tradicionalmente muy conservadora. De hecho, la inmensa mayoría de la población no parece estar interesada en el tema y solo algunas mujeres empiezan a movilizarse para que el sufragio universal se convierta en realidad.

Entre ellas se encuentra Nora, una madre de dos hijos que tiene la posibilidad de trabajar en una oficina, pero a la que su marido no da el visto bueno porque piensa que lo prioritario en una madre es cuidar a la familia. De ella y de una mujer madura y luchadora que aporta el soporte político brotan los síntomas iniciales de una contestación que abre paso a la lucha ciudadana. Lo más interesante es que esta toma de conciencia afecta de modo prioritario a la sexualidad de un colectivo extremadamente puritano que conlleva que el orgasmo sea para muchas poco menos que una utopía.