Es probable que no sea la excelente película que prometía y que sus virtudes no alcancen los niveles que muchos esperaban, pero eso no frustra ni mucho menos cuestiones de indudable interés que no pueden ignorarse y que justifican su más que aceptable acogida por parte de la crítica.

Lo que sucede es que se confiaba en que la directora de Arabia Saudí Haifaa AlMansour, que debutó en el largometraje de ficción en 2012 con la magnífica ´La bicicleta verde´, rompiendo prohibiciones y tabúes en uno de los países más conservadores del mundo y donde la mujer sufre las mayores restricciones en sus derechos, llegaría más lejos en su aproximación a una joven, Mary Shelley, que en el siglo XIX y con apenas 18 años, sorprendió a la sociedad más avanzada de Europa escribiendo un libro, ´Frankenstein´. El moderno Prometeo, que marcó un hito en la literatura de terror. Aunque se han rodado diversas películas en torno al origen de este libro nunca se había hecho con tanta precisión y desde la misma perspectiva.

La cinta comienza cuando la joven Mary Wollstonecraft Godwin, hija de un ferviente amante de los libros, conoce a un poeta romántico, Percy Bysshe Shelley, e inicia una intensa relación con él basada en la superación de las taras y prejuicios sexuales y con una concepción abiertamente progresista del amor, a pesar de que él está casado y es padre de una criatura.

Haciendo hincapié en el importante peso de su estancia en Escocia, donde se forjarán en parte sus convicciones y gustos, Mary deberá optar entre su padre y Percy cuando ambos demuestran ser incompatibles. Y lo que es determinante de cara a su futuro, no tardará en quedarse embarazada. Mejor en su fase inicial, siempre sólida, decae un tanto al tratar de reflejar la realidad cultural de Centroeuropa, en concreto Ginebra, ciudad clave en la que se produce el encuentro de la pareja con Lord Byron, que mueve a buena parte de la élite progresista. Será aquí donde Mary encontrará la inspiración para escribir Frankenstein, que no pudo firmar hasta la segunda edición. Así surgirá una obra maestra de la literatura que encontraría ya en el siglo XX en la pantalla una fuente de difusión del cine de terror.