Calificación: **½ País: EEUU, 2019. Director: Guy Ritchie. Guion: G. Richie, Ivan Atkinson y Bill Block. Fotografía: Alan Stewart. Música: Christopher Benstead. Intérpretes: Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Henry Golding, Jeremy Strong, Colin Farrell, Hugh Grant. Duración: 119 minutos.

Todavía quedan en su arsenal, que es desde luego notable, personajes, diálogos y situaciones infestadas de humor y de ironía, pero la fuente de inspiración del cine de Guy Ritchie se va agotando y corre el riesgo de entrar en una dinámica no demasiado brillante. Y es que 'The gentlemen', que lleva en España el subtítulo de 'Los señores de la mafia', insiste en un filón que a pesar de que todavía puede dar de sí y aun está facultado para sortear el aburrimiento, está mostrando indicios de caducidad a medio plazo.

La suerte que tiene es que su alianza con la corrosividad y la imaginación sigue siendo efectiva en estos momentos. Con el importante añadido de que la película va de menos a más y sus discutibles estimulantes inicios dejan paso a una segunda mitad más inspirada. Lo que sí está muy claro, como sentenció el productor Ivan Atkinson, es que el menú de esta cinta abusa de los mismos ingredientes que ya definían sus títulos precedentes, es decir 'Lock & Stock', 'Snatch, cerdos y diamantes' y 'Rocknrolla'.

Para toda su parroquia y para sus incondicionales es cuestión inequívoca que una película de Ritchie se compone de palabrotas, puñetazos, humor, juegos de trileros, chulerías y valentonadas. Los "tacos" son, en efecto, la salsa de su cine, de modo que el espectador no debe preocuparse: nunca los echará de menos.

Con un reparto espléndido, en el que marcan la pauta nombres del calibre de Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Henry Golding, Colin Farrell y Hugh Grant, la palma se la lleva el primero, el flamante ganador del Óscar por Dallas Buyers Club, que da vida a un Mickey Pearson impagable. Es un norteamericano afincado en Londres que se ha hecho de oro con las plantaciones de marihuana pero que ha decidido cambiar de aires, vendiendo las mismas al mejor postor. Una decisión que moviliza a todo un pintoresco ejército de aspirantes que van a poner a prueba sus profundas cualidades para la extorsión, la mentira, el chantaje y el robo.

Es el momento de que la acción también tome cartas en el asunto y que algunos que se pasan de listos acaben con plomo en el cuerpo o en el maletero del coche. Eso sí, en muchos casos con la sonrisa en los labios.