Rebasa todos los límites del drama existencial y convierte la amistad entre perros y hombres en un arquetipo que adquiere caracteres casi religiosos. Está claro que se han llevado las cosas demasiado lejos, de forma que el protagonista de la historia, Bailey, no solo es un animal extremadamente generoso y cariñoso que supedita todo a la voluntad de su dueño, sino que sitúa al mismo en el marco de la pura reencarnación.

De hecho, la película no hace otra cosa que contar las diversas vidas del perro a lo largo de su experiencia con los diferentes propietarios del mismo.

Con estos resortes filosóficos es complicado aportar un mínimo de credibilidad a la historia y tampoco se consigue que los distintos canes cobren la dimensión dramática de la primera entrega, que dirigió en 2017 el sueco Lasse Hallstrom a partir de la novela de W. Bruce Cameron. Tenía un serio hándicap inicial y es que la dirección la asumía una novata, Gail Mancuso, que solo había trabajado en la televisión y en el formato miniserie.

Cuando empieza la proyección, Bailey vive feliz en la granja de Michigan con Ethan y su esposa Hannah. Incluso tiene una nueva compañera de juegos: la nieta de Ethan y Hannah, CJ. El problema es que la madre de CJ, la alcohólica Gloria, decide llevarse a CJ. Mientras el alma de Bailey se prepara para cambiar esta vida por una nueva, le hace una promesa a Ethan: encontrará a CJ y la protegerá en todas las condiciones y circunstancias.

A medida que avanza el relato entran en pantalla los nuevos chuchos que se ganan el afecto de las mascotas. Especial significado tiene el del personaje de Trent, de origen oriental, que vive primero una amistad intensa para convertirse a renglón seguido en un romance con CJ. Los dos se abren a un amor sin fisuras que nos lleva de vuelta a la granja de Ethan, un personaje no muy relevante que incorpora Dennis Quaid. Es el salto hacia un desenlace que abusa de la blandura y de unos rasgos folletinescos fuera de contexto. Si a ello unimos conatos evidentes de tedio, todo se complica mucho más.