AMAIA MAULEÓN | VIGO

Tras años sumido en las drogas, Javier ha creado en Ciudad Juárez (México) un imperio religioso de la nada con 21 iglesias, 32 centros de rehabilitación y una escuela bíblica. Allí los adictos se convierten en pastores y los niños se esconden de los peligros de la ciudad. La periodista gallega Ana Veiga, junto a la francesa Manuella Anckaert, iniciarán el próximo mes el rodaje de Sólo Dios puede juzgarme, un documental que sigue a Javier en su lucha diaria contra el narcotráfico y analiza si la religión es el agente de cambio que permite que estos grupos tomen las riendas de sus vidas.

Ana y Manuella se conocieron hace 5 años estudiando un máster en la London School of Journalism. "Hace un año y medio, la vida de los huérfanos en los albergues de Chihuahua llegó a oídos de Manuella a través de una amiga que conocía la situación de primera mano. Así, comenzamos a investigar y nos dimos cuenta de que se había escrito mucho sobre los crímenes del narco en Ciudad Juárez pero había un vacío en la información sobre las víctimas, más allá de la estigmatización de las mismas", explica Veiga.

Las jóvenes periodistas contactaron con diferentes periodistas y asociaciones mexicanas que conocían de cerca la situación de estos niños y que trabajaban por ayudarles. "Una de esas asociaciones nos llevó hasta Javier. Su increíble historia como traficante y su posterior conversión a Pastor protestante nos hizo replantear todo el documental. Javier representa los dos extremos que se viven en Ciudad Juárez y, desde esa dualidad, ha creado una red de iglesias, centros de rehabilitación y un albergue infantil. Nos preguntamos: ¿Cómo educa a estos niños? ¿Qué ideas promulga? ¿Está realmente educando a niños independientes capaces de cambiar las cosas?", describe la periodista.

Este es el primer trabajo que las profesionales realizan en México. "Nos aupamos en hombros de gigantes, como decía Newton; estamos en contacto con grandes periodistas, sociólogos, investigadores? que nos han facilitado la labor de comprender las preocupaciones y miedos de estos niños así como de los adictos que se refugian en la fe", advierte Veiga.

El título del documental, Sólo Dios puede juzgarme, es una declaración de intenciones. "Hemos oído testimonios que impactan y que provocan una respuesta emocional en el oyente pero estas personas se han perdonado a sí mismas y confían en que Dios sea el único que los juzgue. Por nuestra parte, juzgarlos sería lo más fácil; comprenderlos y transmitir su visión es lo complicado. En Juárez nada es blanco o negro y nosotras no vamos allí a juzgar, sino a entender, a documentar y a permitir que la audiencia juzgue por símisma", advierte Veiga.

El objetivo final del documental es saber si la religión es una forma de hacer a la gente capaz de tomar el control de sus vidas. "Desde nuestro punto de vista como no creyentes, nos asombra la importancia del fenómeno religioso en América Latina. Y este documental es una forma de conocer las luces y las sombras de estos centros religiosos y su apoyo a las víctimas colaterales del narcotráfico, ya sean niños o adictos", aclaran.

La fama de ciudad peligrosa que tiene Ciudad Juárez no amilana a las periodistas. "Somos conscientes de que es una ciudad peligrosa, aunque también sabemos que se ha generado mucho mito sobre ella. Nuestro objetivo no es hacer una locura. Este es un rodaje muy planeado y pensado que supone un reto por muchos motivos; entre ellos, el hecho de ser dos mujeres rodando en un entorno hostil. Supongo que nuestro límite es el sentido común", concluye Veiga.