Extravagancias aparte, la Gala de los Goya 2017 de los ha supuesto un nuevo paso en el proceso de "glamurización" emprendido hace algunos años. Las estrellas del celuloide ya no van a la ceremonia en tejanos ni con camisetas grafiteras, y las pajaritas "butterfly", cada vez mejor colocadas se imponen, aunque, Daniel Rovira, con unos ridículos tacones rojos, o Cuca Escribano y su chal reivindicativo, se empeñen en hurtar al cine español de una noche de lujo estético.

En la alfombra roja predominaron las firmas españolas, aunque no fueron hegemónicas. La pareja más impactante fue la formada por Aldo Comas y Macarena Gómez. El polifacético realizador catalán hizo entrada con un tuxedo de Avellaneda, que llevaba bordados en la espalda los besos que le daba Lorca a Dalí; a su lado, su esposa atraía miradas con un espectacular Alberta Ferretti repleto de volantes. Aldo demostró con sus slippers de Laoboutin, sin calcetines, y un imponente broche de Rabat, con forma de escorpión, que excentricidad y elegancia, a veces casan bien. Toni Acosta, con un "jumpsuit" mostaza de Alicia Rueda, no logró el mismo efecto.

Y para exageraciones, Manuela Vellés y un Ana Locking profuso en cortes y escaso en tela. En la misma línea fue Penélope Cruz, enfundada en un Versace difícil de calificar de elegante. Entre las que despertaron admiración, Paula Echevarría, con un ampuloso vestido rojo de Jorge Vázquez.