ELENA OCAMPO

"Tengo una idea (para rodar una película en Vigo) llamada "El barbero de Vigo", es acerca de un chico de 17 años que tiene a cinco hermanos mayores que son pescadores y él es barbero... ni siquiera eso, es ayudante de barbero. En mi imaginación, la barbería está en una calle pendiente, con un cartel de barbería. Eso lo veo... Y es todo lo que necesito", aseguró ayer el cineasta finlandés Aki Kaurismäki desde la azotea de un edificio del centro de Vigo.

Acto seguido y ante un nuevo interrogante, reconoció que ya ha visto la localización, en la calle Carral. "Así nació la historia", aseguró. "Pero nunca la rodaré. O tal vez sí", bromeó mientras movía en sus manos un dispositivo de vapear.

Considerado uno de los maestros vivos más sólidos y vigentes del cine europeo, con un estilo que ha influenciado a jóvenes cineastas del mundo entero Kaurismaki lleva tres décadas reflejando -desde su Finlandia natal a pesar de que vive en Viana do Castelo desde hace 28 años- las penitencias e ilusiones de la clase trabajadora europea.

A la pregunta, ¿qué condiciones se tendrían que dar para grabar ese filme en Vigo?, el director, siguiendo con su broma, aseguró que un hotel de lujo y una limusina, junto a un ´pequeño Woody Allen´. A continuación, sentenció "todas esas cosas no me importan. Solo quiero un hotel cualquiera desde el que pueda ver a la gente pasar".

Kaurismäki protagonizó ayer un desbordante encuentro con el público en los multicines Norte de Vigo, donde se preestreó "El otro lado de la esperanza" filme Premiado con el Oso de Plata a mejor director en la última edición de la Berlinale. Al término de la proyección, el realizador, acompañado de una intérprete, protagonizó un animado encuentro con el público sobre aspectos de su película.

En "El otro lado de la esperanza", por avatares de la vida acaban cruzándose en Helsinki las vidas de dos personajes muy diferentes. A Wikström, viajante que vende camisas, le acaba de echar su esposa de casa, pero logrará reunir un capital que le permite comprar un restaurante y regentarlo. Mientras que Khaled es un joven refugiado sirio, quien tras una accidentada peripecia está a la espera de que le concedan asilo político, mientras trata de dar con el paradero de su hermana pequeña, a la que perdió de vista en Hungría.

Todo un alegato contra la repatriación de los refugiados, que gozó de una buena acogida entre el público vigués, que respondió puntual y abarrotando la sala.