En un rodaje se llegan a juntar hasta un centenar de oficios: carpinteros, iluminadores, modistas... a veces, todos a la vez, incluidos actores, directores, productores y sus respectivos asistentes y asesores. ¿Es posible que un solo protocolo de seguridad ante la COVID-19 atienda tantas necesidades diferentes?

El mundo del cine se enfrenta a una situación desconocida. Para una pandemia mundial no hay manual de instrucciones, ni experiencias probadas que copiar. El confinamiento congela proyectos, cuando no directamente los entierra, y al miedo inherente a la inactividad de este sector tan peculiar se suma el pánico a contagiarse o contagiar.

La creación audiovisual pasa por muchos momentos decisivos para su desarrollo, pero sin duda, en tiempos de pandemia, el más delicado es el rodaje, donde la cadena de contactos se multiplica por mil.

"Un rodaje -dice a Efe la directora Gracia Querejeta- es como un hormiguero donde todo el mundo está en continuo movimiento, todos interactúan, se cruzan, se tocan".

Paremos esa imagen.

Lo primero: una guía común, detallada por sectores y "viva"

El jueves pasado, el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA) publicó una Guía de Buenas Prácticas en la que se precisaban las recomendaciones de seguridad ante un rodaje, un documento "vivo" nutrido con las propuestas detalladas de cada organización representativa del proceso cinematográfico.

Según explica a Efe la directora general del ICAA, Beatriz Navas, "lo importante es que las empresas puedan encontrar en la guía recomendaciones para la especificidad de cada proyecto" y precisa que "es un documento vivo, de manera que si hubiera alguna laguna o si se requiriera algún detalle más se incorporará nueva información según evolucionen las circunstancias".

"La prioridad -afirma- es que necesitábamos, y ya tenemos, un marco para trabajar seguros o, algo más importante, para sentirse seguro".

Los productores, responsables de la seguridad

En marzo había en España 300 rodajes en proceso, la mitad, españoles. De ellos, el 13%, series de televisión y el 11, largometrajes. Hoy solo hay en preproducción varias series diarias de televisión, indica a Efe Pilar Benito, presidenta de la Asociación Estatal de Cine (AEC).

"Tras revisar protocolos que ya hay en marcha en otros países, la conclusión es que la seguridad depende de cada producción y de sus compañías de prevención de riesgos laborales. No creo que hoy -apunta la directora general de Morena Films-, ningún productor empiece ningún proyecto sin tener garantías para sus trabajadores".

Porque el riesgo, dice Benito, "sea el que sea, económico, laboral, penal, es del productor" y, en ese sentido, destaca que su mayor problema es que "no hay ningún seguro que nos cubra".

Por ello considera que "hay que ser supercautelosos, oír lo que dice Sanidad para no incumplir nada, pero sobre todo aplicar el sentido común". Por su parte, ayudarán "rediseñando los planes de rodaje para empezar por lo más fácil".

Los sindicatos: tejer algodones para su material más sensible

Las mayores preocupaciones las plantean los representantes del "material más sensible" del proceso: los técnicos y los actores.

Por la Unión de Actores y Actrices (UAA), su presidente Iñaki Guevara recuerda a Efe que es imprescindible, y quieren que obligatorio, hacer PCR y test serológicos a los actores de manera periódica.

Entiende el sindicato que es caro y que lo tendrían que pagar los productores, pero "si se te contagia un actor, el desastre económico es mayor".

"Estamos locos por empezar a trabajar, pero bien", enfatiza Guevara. "El desastre ha sido mayúsculo, pero al menos, hemos conseguido una prestación del Gobierno, que por primera vez se ha hecho cargo de nuestras especificidades".

José Jaime -Jota- Linares, máximo responsable de APPA, que agrupa a los técnicos y fundador de la Agrupación de Asociaciones del Audiovisual (AAA) nacida a raíz del coronavirus con una veintena de asociaciones y 3.000 técnicos, precisa a Efe que, para empezar a trabajar, la Guía "no vinculante" -insiste en el término- era "lo más importante".

En ella hay "informaciones, consejos y sugerencias para que los responsables de prevención de riesgos puedan decidir según el formato del audiovisual. Por primera vez, cuando el técnico de prevención la estudie, sabrá mucho de cómo es este oficio: la maquilladora no coge focos, el foquista no pone atrezzo", resume, didáctico.

Distribuidores y exhibidores, a por el público

De la mano, distribuidores y exhibidores de películas buscan el momento ideal para abrir las salas, que podría ser desde finales de mayo, si la provincia esté en fase 2 y sólo habilitan un tercio de las butacas.

"Hay cines que quieren abrir el 25 de mayo aunque la mayoría apuesta por el 26 de junio. Esa fecha nos deja tiempo para prepararnos hasta que empiecen a llegar los 'blockbusters'"(éxitos de taquilla), señala a Efe Miguel Morales, presidente de la Asociación de Distribuidores Independientes (ADICINE).

De momento, trabajan con la Federación de Cines de España (FECE) para "preparar la vuelta a la vez, pero son ellos los que tienen que ocuparse de lo más complejo: la seguridad del público".

Abunda en ello Borja de Benito, portavoz de FECE. "El 26 de junio sería una fecha deseable para que el mercado esté abierto, pero será gradual. En Noruega, que ya ha abierto -pone como ejemplo-, abrirán con la cartelera anunciada la semana siguiente del cierre, más una programación de clásicos".

Con ese espíritu, los distribuidores intentarán que el público quiera ir al cine, y las salas, afirma De Benito, pondrán la confianza: se mantendrá la distancia "entre clientes y entre clientes y trabajadores, y se incrementará la frecuencia de limpieza y desinfección de superficies de contacto habitual".

Igualmente De Benito informa a Efe de que hay en marcha un programa informático que "distribuirá automáticamente las entradas contemplando que no tengas a nadie a tu alrededor en 360 grados; hay excepciones, para los que convivan -añade-; en ese caso, la separación dentro de la sala se hará en grupos".