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El cierre de la raia rompe la conciliación

Más de 6.000 personas pierden 6 horas en la ida y vuelta al trabajo al otro lado de la frontera

El puente que une Salvaterra y Monçao permanece cerrado la mayor parte del tiempo. | // ANXO GUTIÉRREZ

“É triste, pero seguimos reivindicando a reapertura dos pasos transfronteirizos da raia, logo de todo o que vivimos este ano e o anterior co primeiro peche”. Así se expresa la alcaldesa de Salvaterra, Marta Valcárcel, en relación al cierre de los puentes que unen a los ayuntamientos de un lado y del otro del Miño. Un cierre en común acuerdo entre España y Portugal como una de las medidas para hacer frente al avance de la pandemia del COVID-19.

Un año después del primer cierre, “o erro repítese”, dice Valcárcel e insiste en que “é como se as persoas que traballan en Vigo, e viven fóra da cidade olívica, se lles obriga a ir por unha única vía”. Se refiere así la regidora a que solo esté abierto el paso de Tui-Valença las 24 horas del día mientras que en los pasos de Salvaterra-Monçao y Arbo-Melgaço solo se permite el tráfico tres horas por la mañana y tres por la tarde. “ Un horario ridículo que non satisface as necesidades dos veciños e das veciñas da raia”, critica la alcaldesa.

Viaje al paso y esperas

El cierre de los pasos transfronterizos, que unen a los ayuntamientos del norte de Portugal con las comarcas, no solo afecta al tejido económico de la raia, sino también a la conciliación de las familias puesto que, según dice la regidora, “os traballadores teñen que saír ata dúas horas antes da casa para chegar ao paso, agardar outras tres horas alí, recuperar ese tempo no traballo, e volta á casa”. Una cuestión en la que coincide el alcalde de Arbo, Horacio Gil, quien pide que los gobiernos “sexan sensibles ás características do territorrio”.

En el caso de Salvaterra, la regidora dice tener constancia de vecinos a los que ya no les compensa ir a trabajar “porque gastan máis na viaxe que o que ingresan ao final de mes”. Un salario, que, en la mayoría de los casos, no superan los 1.000 euros.

"O único que pedimos é que nos deixen traballar, só se trata de poñer medios"

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Es el caso de Cecilia Puga, que vive en Arbo y trabaja en Melgaço. Tiene una reivindicación clara: “o único que pedimos é que nos deixen traballar, só se trata de poñer medios” y explica que “se no seu momento teño que facer os quilómetros que fago agora para chegar ao meu negocio, non o montaría”. Insiste Puga en que esta situación “é unha locura”. Este testimonio es uno de los que recoge la AECT Río Miño en su documental “Confinados no río Miño” igual que el de Noelia Salgueiro, una trabajadora transfronteriza que tuvo que cambiar de domicilio, separarse de su hijo mayor y de su marido, para llegar a tiempo a su puesto de trabajo.

Prioridad en los fondos europeos

El daño económico y social, así como los perjuicios en el ámbito de la conciliación “xa están feitos”, tal y como dice la alcaldesa de Salvaterra de Miño por lo que “pedimos prioridade á hora de repartir os fondos europeos”. De hecho, tal y como cuenta Gil ,“A Xunta é sensible e coincide na necesidade de dar resposta a estas reivindicacións” y explica que es importante que “se destinen os recursos necesarios para compensar isto”. Un estudio de la AECT cifra en 92 millones de euros las pérdidas sólo en el primer cierre del 2020. Más de 6.000 personas están afectadas.

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