“Me llamo Eva. Soy nieta de dos abuelos asesinados. Los dos eran buenos, honrados, trabajadores, demócratas, empresarios y se sentían de la clase obrera”. Con estas palabras de Eva Páramos Viñas finalizaba el jueves por la noche el pleno del Concello de Tui. Una sesión más emotiva de lo habitual, en la que esta nieta de un tudense fusilado en la Guerra Civil leía un escrito rogando a la administración local ayuda en la recuperación del cuerpo de su abuelo, Domingo Páramos Núñez, el único tudense sepultado en el Valle de los Caídos del que se tiene constancia.
“Hace poco que, de aquel Valle maldito, donde está Domingo, se llevaron al principal causante del genocidio español. En aquella barbarie que hirió para siempre a millones de personas y a toda nuestra familia. Nuestra dicha, desgraciada dicha, no está en el hecho de que de allí se hayan llevado al dictador a otro sitio. No. Nosotros queremos que lo que queda de mi abuelo venga a su Caldelas, que reposen sus restos junto a los de su esposa, sus hijos y sus padres. Queremos llevarle flores”, explicó Eva, rogando a la corporación municipal de Tui “ayuda para hacer justicia”.
Con esta intervención en la sesión plenaria, la familia de Domingo Páramos, mostró su firme intención de repatriar su cuerpo robado, primero vivo y después muerto. “Fue arrancado de su casa impunemente y cruelmente delante de sus diez hijos y su mujer, golpeado en la cara con odio con la culata de un fusil por un falangista”, explicó su nieta, a la que, por esta circunstancia, nunca pudo conocer. Fue en una mañana de septiembre de 1936, a la edad de 55 años. “Lo trajeron con odio al seminario de Tui, que habían convertido en cárcel; lo seleccionaron para llevarlo al alto del Confurco y con odio ciego asesinarlo; también con odio lo enterraron en una fosa común en Mondariz”, continúa relatando Eva Páramos. De Mondariz lo trasladaron luego al Valle de los Caídos, según comunicaron a la familia, que saben hasta el número de nicho en el que reposan los restos de Domingo.
Concejal republicano
Conocido como “o Ferreiro de Caldelas”, Domingo dejó huérfanos a diez hijos con nombres que reflejan la sensibilidad y las inquietudes de la familia que formó junto a su esposa, Juliana Riol. Ferrer, Libertad, Aurora, Armonía, Verdad, Floreal, Progreso, Espronceda, Domingo y Julia se llamaron sus vástagos. Todos fallecieron, a excepción de Espronceda, que, a la edad de 94 años y afincado en León, mantiene viva la ilusión de poder recuperar el cuerpo de su padre. Él, Espronceda, fue el primero en firmar la carta dirigida a la corporación municipal de Tui, de la que el propio Domingo fue concejal durante la República.
Sesenta y ocho familiares de Domingo repartidos por toda España y Argentina firmaron la epístola, que arrancó los aplausos del conjunto de la corporación tudense el jueves por la noche. Junto a Eva Páramos estuvo Manuel Vázquez de la Cruz, miembro del colectivo defensor de la memoria histórica en la comarca Levada Libre, que ayer comentó a FARO que “la intervención de Eva se escuchó hasta en Argentina”. Y es que el pleno se retransmitió en directo a través de la Radio Municipal de Tui, por lo que los familiares de Domingo estuvieron de alguna manera presentes en esta reclamación histórica, que comenzaron a idear hace dos años pero que tuvieron que suspender por la pandemia.
“Tui, la última ciudad gallega en ser tomada por los militares rebeldes contra la legalidad y que entraron en nuestra ciudad llenos de odio, si ustedes nos ayudan, puede ser la primera de Galicia en recuperar con amor los restos de un demócrata, de una gran persona y de un magnífico ejemplo para todos los sectores de la sociedad”, reclamó la nieta del “Ferreiro de Caldelas” ante la corporación municipal de Tui.
