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Asfalto letal: el tramo maldito de la carretera de Oia

La PO-552 a su paso por Portecelo, en O Rosal. GSV

Se conoce como puntos negros o tramos de concentración de accidentes a aquellos lugares de la red viaria que registran un índice de siniestros por encima de la media: colisiones con fallecidos o heridos de gravedad. Pero el caso de la PO-552, en concreto los kilómetros que unen Oia y A Guarda, va mucho más allá

En un tramo de poco más de cuatro kilómetros, entre el núcleo de Portecelo (en O Rosal) y la gasolinera a la entrada de A Guarda, se ha convertido en el macabro escenario de casi una decena de terribles sucesos. Esta es la crónica negra del asfaltado escenario de asesinatos sin resolver y trágicos accidentes.  

Déborah, un crimen sin resolver

La familia de Déborah Fernández Cervera ha logrado, tras una larga e incansable lucha, reabrir el caso de la joven, desaparecida el 30 de abril de 2002. Diez días después, su cadáver apareció al pie de la PO-552 en un escenario preparado: desnudo, rodeado de pistas falsas y a 400 metros del núcleo de Portecelo. La investigación se cerró sin un culpable.

Cuando apenas queda un año para que su caso prescriba, la jueza de Tui ha autorizado la exhumación de los restos de la joven, una prueba que podría arrojar datos clave para la resolución del crimen.

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Ajuste de cuentas entre mafias

Unos meses después otro suceso, todavía sin autor conocido, sacudía el Baixo Miño. El 12 de septiembre de 2002 aparecía un cadáver en un regato de la zona de Figueiró, en A Guarda. Se trataba de un hombre de 41 años y procedencia turca, Serek Simsek, relacionado con el narcotráfico. Nunca se descubrió quién le disparó en la cabeza, pero en la órbita de la investigación se barajó que fuese algún sicario.   

Una fatal emboscada 

Cuando la comarca aún se había recuperado de estas dos muertes criminales llegó otra sacudida. Un empresario muy conocido era asesinado en una emboscada cuyo ejecutor nunca fue atrapado. El 11 de enero de 2003, Manuel Pérez Portela, de 69 años, acudía a una cita para la compra de un terreno. El encuentro no era más que una trampa para acabar con él de un disparo. Su cuerpo fue encontrado en las proximidades del antiguo vertedero del monte Torroso, en A Guarda.

Los investigadores señalaron a un sospechoso con quien el empresario había tenido algún problema laboral.

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Un trágico golpe de mar

Uno de los miradores más hermosos del frente litoral del Baixo Miño, Punta Bazar, se convirtió en el escenario de una tragedia: un golpe de mar acabó con la vida de dos vecinos de Tui, que además eran tío y sobrino: Enrique García Alonso y Diego García Mota, tío y sobrino de 38 y 22 años, respectivamente. Fue el 22 de mayo de 2014.

Ambos pescaban acompañados de un amigo, que presenció como una gran ola se los tragaba.

De forma inmediata se desplegó un amplio operativo de búsqueda por tierra, mar y aire, y en el que participaron buzos de la Guardia Civil. Tres días después aparecía el cuerpo del más joven enganchado en una zona rocosa. Tras una semana, efectivos del helicóptero de Salvamento Marítimo Helimer 206 localizaron el cadáver de Enrique García Alonso.

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Un "secta" acusada de abusos sexuales

Un chalé en Mougás era la sede de la conocida orden de los miguelianos, liderada por Miguel Rosendo, condenado a nueve años de prisión por un delito de abuso sexual continuado.

La noticia saltaba en octubre de 2014, cuando un grupo de catorce familias con miembros pertenecientes a esta orden denunciaron el “secuestro” de sus hijos e hijas por parte de esta secta, en la que -decían- se cometían supuestos abusos sexuales, delitos fiscales y otras irregularidades

Su líder, Miguel Rosendo era detenido en un chalé de Madrid, otra de las sedes de la organización. Sin embargo, el proceso judicial rebajó la estructura "sectaria" a la imposibilidad de acreditar el "adoctrinamiento", de situaciones que asemejaban a la "esclavitud" a la imposibilidad de acreditar "actos vejatorios y humillantes", de ser acusado de 21 delitos contra la libertad sexual, coacciones e integridad moral a ser condenado por un único delito de abusos a una menor, de afrontar hasta 82 años de prisión a imponérsele solo nueve.

Un pelotón de ciclistas arrollado

Una de las mayores tragedias en la carretera que se recuerdan en Galicia. El 12 de marzo de 2016, un conductor de 88 años y vecino de A Guarda arrolló a un pelotón compuesto por 14 ciclistas a la altura de la gasolinera de As Loucenzas. El piloto no se detuvo y continuó la marcha hasta un restaurante donde pidió una ambulancia.

Dos ciclistas fallecieron y otros nueve resultaron heridos. José Antonio Casas Pérez, electricista de 50 años y vecino de Nigrán, y Diego Freiría, de 51 años, que pasó nueve meses en coma profundo a causa de los daños cerebrales irreversibles.

La sentencia llegó cuatro años después: seis años de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores, y cuatro de prisión.

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Un carnaval que acabó en tragedia

Era el 28 de febrero de 2017. Un grupo de amigos volvía de celebrar el carnaval cuando el Mini Cooper en el que viajaban se salió en la vía en Portecelo, O Rosal. El vehículo se precipitó por un terraplén, derribó un poste del tendido eléctrico y se estampó contra un muro. Fue tal el impacto que uno de los cuatro ocupantes, un joven de 20 años y vecino de Oia, salió despedido del turismo y falleció

El copiloto, un chico de 22 años, quedó atrapado en el interior del vehículo y, tras su excarcelación, fue evacuado en estado crítico al Álvaro Cunqueiro. La ocupante del asiento trasero, de 21 años, también fue trasladada debido a la gravedad de sus heridas. 

La conductora, de 22 años, resultó herida leve. Dio negativo en las pruebas de alcohol y drogas. 

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