El bar París sigue en racha. Los Reyes Magos han vuelto a llamar a su puerta con un buen pellizco bajo el brazo. Lo hacían hace tan solo dos años con 150.000 euros y ahora han venido cargados con más dinero para algunos de sus clientes. En concreto, ha vendido el 44.469 y la dueña, Ángeles Vázquez, se preguntaba a quién podía haber tocado el segundo premio del Sorteo del Niño, pero tampoco esta vez podía ocultar su alegría en compañía de sus hijos Iago y Ariadna.

Son ya muchas las veces que ha abierto la botella de champán junto al despacho de su Administración de Lotería, pero mantiene la ilusión como el primer día. “Es que siempre nos alegramos mucho por los afortunados, pero para nosotros dar premios también es muy reconfortante”.

La fortuna ha sorprendido a Ángeles y a su familia en numerosas ocasiones, y con grandes cantidades para los agraciados. En septiembre del año 2000 llevó nada menos que 200 millones de pesetas del sorteo ordinario de la Lotería Nacional y un año antes, había repartido otros 400. Allí se sellaron en marzo de 2000 una quiniela de 54 millones de pesetas y una primitiva de 87 en 1995.

La mayor fiesta que celebró la familia fue hace cinco años, el 19 de enero de 2017. Uno de sus clientes se llevó un total de 2,9 millones de euros del sorteo de la Bonoloto con un total de 6 aciertos y una apuesta múltiple.

Las loteras de Priegue, donde también tocó el segundo premio del Niño Ricardo Grobas

La suerte también vuela a Priegue

A unos pocos kilómetros de allí le sigue los pasos “La 13 de Priegue”, un estanco con venta de alimentación y quiosco que ha incorporado el despacho de loterías hace tan solo dos años. “Son nuestras terceras navidades y la verdad es que hemos tenido suerte”, comentaba ayer Raquel Beiro, la dueña. El pasado mes de agosto, la suerte tocó a alguno de sus clientes con 160.000 euros del Euromillones y ayer se enteraba a media mañana de que había vendido un décimo del 44.469, premiado don 75.000 euros

La noticia la sorprendió en casa “con los niños y los regalos”, pero no fue ni muchos menos un fastidio tener que dejar la reunión familiar para bajar a la tienda. “Estoy contentísima, encantada”, repetía desde el mostrador.

No es que fuese un número “de los que llaman bonitos”, pero sí muy solicitado en su despacho. “Nos piden muchísimo la terminación en 69, supongo que por hacer la broma”, señala con una sonrisa. Chascarrillos eróticos aparte, la lotera no tiene reparos con absolutamente ningún número. Ni tampoco supersticiones. De hecho, su negocio lleva el trece en el nombre “porque estamos en el número trece de la calle Pablo Iglesias de Priegue, sin más”.