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El porriñés de 39 años asesinado en México recibió cuatro impactos de bala

Amigos de Sergio Fernández apuntan a un intento de robo de su coche y medios locales a un acto premeditado

Sergio Fernández en una de las procesiones del Cristo, antes de la pandemia. | // D.P.

El porriñés de 39 años Sergio Fernández, que el martes murió a tiros en México, donde residía, recibió al menos cuatro disparos de pistola, según los datos facilitados por las autoridades a medios locales. Los hechos ocurrieron en la colonia Las Huertas, en el municipio de Naucalpan de Juárez, una de las ciudades que integran el estado de México, próxima a la Ciudad de México, y una de las zonas con mayor tasa de criminalidad del país.

Amigos del fallecido indicaron ayer que los hechos se produjeron cuando dos personas pretendían robarle el coche y le dispararon a bocajarro. Sin embargo, medios locales apuntaron a que se trató de un hecho premeditado “una actuación más de las motos de la muerte”, además de relatar que dos personas se acercaron a él cuando estaba en plena calle y le dispararon cuatro veces hasta acabar con su vida por razones que se investigan.

Banderas a media asta y crespones negros en el Concello de Porriño

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Otros apuntaron a que “sujetos a bordo de un vehículo le dispararon en varias ocasiones en plena vía pública y se dieron a la fuga”, destacando esta colonia como tranquila “que se vio alterada tras varias detonaciones en el cruce de las calles Palmas y Nísperos”.

“De acuerdo con testigos que vieron cuando asesinaban al hombre, tras el crimen, sus agresores abordaron un automóvil y huyeron hacia la zona de El Molinito”, apuntaron desde TV Azteca.

Al lugar llegaron varias patrullas de la policía municipal de Naucalpan, y uniformados acordonaron el lugar en espera del Ministerio Público y los peritos.

En un primer momento ninguno de los habitantes de la zona reconoció al hombre que habían asesinado como vecino de la zona.

El joven será despedido hoy en un funeral en Ciudad de México

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Sergio, que será despedido hoy en un funeral que tendrá lugar en Ciudad de México, a donde ha sido trasladado el cadáver, recibió los disparos cuando había salido del gimnasio Popeye’s Gym, de su propiedad, en Naucalpan y se dirigía a su casa, donde le esperaban su mujer y su hijo de dos meses.

El pleno municipal de Porriño guardó ayer un minuto de silencio por la muerte de este hombre y fueron colocadas las banderas a media asta con crespón negro. El alcalde, Alejandro Lorenzo, expresó que los vecinos del municipio se encuentran “apenados” por la muerte de una persona “muy conocida” que “tenía muchos amigos aquí”.

El regidor explica que ha trasladado sus condolencias a la familia de la víctima, cuyos padres residen en la localidad. “Sentimos mucho la pérdida de un vecino de nuestro ayuntamiento”, explicó.

Sobre el suceso, el alcalde indicó que se cree que el porriñés “salía de su gimnasio” cuando intentaron robarle coche.

Un culturista gran devoto del Cristo que porteaba la cruz en las procesiones

Sergio Fernández no era un hombre que temiese a los retos. Nacido en Porriño, como único hijo de una familia pero muy querida y conocida en la localidad, no dudó reparos en salir de la villa para cumplir sus sueños. Ese anhelo lo llevó inicialmente a Valencia, donde regentó una tienda de nutrición para deportistas, con la que logró dar el salto a Finlandia, Dubai y más tarde aterrizar en México tras la marca Race Horse (Caballo de carreras) una línea de productos propia que estaba implantando con éxito entre profesionales y aficionados al culturismo. Además de formar a personas de manera presencial daba charlas y colocaba tutoriales en internet, organizaba campamentos, viajaba para participar en eventos y era un gran motivador de la cultura del esfuerzo “para alcanzar la meta, por muy abajo que estés”, solía decir en sus conferencias. Se sentía orgulloso de sus principios modestos “para estar al lado de los grandes” y abogaba por no tener miedo a emprender. Su hijo, Nick David, acaba de cumplir los dos meses. Tras instalarse en Naucalpan de Juárez, su círculo de amistades creció y conoció a Ahiram López, de quien estaba muy enamorado. Porriño era su casa por muy lejos que estuviera, y la distancia no le impidió acudir siempre que podía a las fiestas locales del Cristo, en cuyas procesiones se encargaba de trasladar una gran cruz de madera desde la iglesia a la capilla y regreso. Mantuvo sus profundas convicciones religiosas a lo largo de su vida y especialmente en los entrenamientos, también a la hora de impulsar sus proyectos. “Sentimos mucho su pérdida porque era una excelente persona, lo que tenía de musculoso lo tenía de bueno”, apunta un amigo. En Porriño regentó durante años el pub A Cova dos Trasnos y posteriormente se dedicó al culturismo de forma profesional, hasta lograr el sueño de su vida: tener su propio gimnasio, el Popeye’s Gym, al que le dedicaba muchas horas cada jornada. Este lunes fue su último día allí.

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