La pandemia disparó el año pasado el talento creativo de Enrique Villarreal, El Drogas. El exlíder de Barricada se volcó en la escritura y en la composición y fruto de ello acaba de publicar el libro de poemas 189 escritos con una mano enferma y el disco El largo sueño de la polilla. El primero lo ha presentado este martes en la librería zaragozana La Pantera Rossa y este miércoles, a las 20.30 horas, ofrecerá un concierto en la sala Mozart. Será en formato acústico y el músico navarro aprovechará para recorrer diferentes etapas de su carrera, incluido, como no, su paso por Barricada.

-¿Literatura o música? ¿Con qué faceta disfruta más actualmente?

-Con todas. Yo simplemente me dejo llevar y hago lo que me apetece en todo momento. Casi siempre ha sido así, y a la edad que tengo no voy a cambiar.

-Se puso a escribir casi de forma compulsiva poco después de la irrupción de la pandemia. ¿Fue una necesidad?

-Sí, en este caso fue así. Acabábamos de sacar un quíntuple disco y el trabajo había sido muy intenso, pero aún así me puse a escribir y también a componer cuando la mano enferma me empezaba a doler. Al final los escritos me llevaron a las canciones. No quería sacar un cedé al uso y por eso opté por un libro-disco y luego la edición especial en vinilo para los que quisieran tenerlo.

-El libro se titula ‘189 escritos con una mano enferma’. ¿La palabra poema no va con usted?

-No sé. Yo me siento más un escribidor-enredador de la tinta más que un poeta. Me gusta más la artesanía que el arte, si por artesanía se entiende esa manera manual de llevar a cabo lo que tengas en la cabeza, quizá de una forma más autodidacta que otra cosa. Al final, yo me defino como un intruso tanto en la música como en la escritura. Me gusta tener ese sentimiento. No sé por qué hay que ser tan profesional en todo...

-Y más en esta época en que todo se cataloga y se etiqueta...

-Sí, parece que tendíamos a ir difuminando algunos espacios, pero de repente todo cambió. Es un poco como lo de la información. Con internet hay una sobreinformación y somos más imbéciles que antes.

-La muerte está muy presente en el libro.

-Siempre la he tenido presente en todo lo que he hecho. En los 80 entendíamos que cada noche era la última y había que vivirla a saco. Esa llamada en la escritura al momento final siempre me ha llamado la atención. Además, con la pandemia me tocó de forma cercana con el fallecimiento de mi madre y de Boni.

-‘Hay días que solo pesan’, escribió al saber del fallecimiento de Boni.

-Tras ocho años sin hablarnos, retomamos la relación hace algo más de dos años y la verdad que fue un reencuentro muy emotivo. Compartimos muchos kilómetros durante muchos años y había también una fuerte amistad. Fue un reencuentro que creo que nos hacía falta a los dos y lo cierto es que lo disfrutamos. El desenlace era inevitable, pero ahora recuerdo nuestra amistad como algo bonito.

-Lleva ya mucho tiempo unido al boli y al papel. ¿Qué le aporta?

-Para mí es el placer de ocupar mi propio espacio. Y ser consciente de eso ya me parece muy importante. Por suerte no me considero un escritor ni tengo la obligación de publicar libros, ni siquiera discos. Yo me voy dejando llevar. Habitualmente no me sé estar quieto, pero quién sabe, igual llega un momento en el que me apetece parar para disfrutar más de los míos. Aún no lo sé.

-Las ocho canciones del nuevo disco están muy desnudas, casi en el esqueleto. ¿Por qué ha querido publicarlas así?

-Me apetecía mostrarlas casi como nacieron. Pero bien tocadas (ríe) y con músicos de gran nivel.

-¿Cómo visten los temas en el directo?

-No me suele gustar que las canciones en los directos suenen igual que en el disco. Prefiero que cada músico realice sus aportaciones, y eso es lo que estamos haciendo en esta gira. Cada uno va metiendo los arreglos que siente necesarios para la canción. Todo es acústico excepto el órgano que va enchufado. Me apetecía limpiar mucho el sonido, aunque tampoco es un acústico al uso porque estamos siete personas sobre el escenario.

-¿Es su primera vez en la sala Mozart?

-Sí, y tengo muchas ganas porque me han hablado muy bien de la sala. Ya tenía ganas de volver por Zaragoza. Siempre me he encontrado muy arropado por el público zaragozano, desde la primera vez que fuimos con Barricada acompañando a Ramoncín hace ya muchos años (risas).

-¿Con qué repertorio vienen a Zaragoza?

-En total tocamos unas 22 canciones. Cuatro de ellas son del nuevo disco y luego hacemos un recorrido por casi toda mi trayectoria. Por supuesto también hay de Barricada, aunque son versiones muy distintas a como sonaban en los discos de la banda.

-Si le hubieran dicho hace 30 años cuando estaba en Barricada que iba a tocar en teatros y en formato acústico, ¿se lo hubiera creído?

-Buah, en esa época ni de broma. Pero las cosas surgen así y luego te entra un gusanillo muy interesante cuando vas entrando en formatos distintos a los que estás acostumbrado.