Lucas Fernández, entrenador del Ganomagoga IES Coruxo, se reúne con directivos y jugadores. El equipo ha culminado días antes el ascenso a Segunda División B en una emocionante final contra el Lugo en Riazor. Lucas no había asegurado su continuidad durante las celebraciones. La nueva categoría implica viajes y obligaciones que enredan su vida. Calcula, negocia y se decide. En esa reunión revela que sigue. Y enseguida le añade a la plantilla:

–Me gustaría que todos renovaseis sin excepción.

Doce jugadores aceptan, incluido Toni, el portero de 44 años, referente espiritual que quiebra la adolescencia del grupo. Con ese espíritu de continuidad afronta el Ganomagoga la campaña, que implica el retorno del fútbol sala vigués a Segunda B tras la renuncia a la plaza por parte del Bembrive en 2016.

“Hemos crecido mucho en los dos últimos años. Acabamos muy bien la temporada pasada y el objetivo es que entrenador, directiva y jugadores sigamos en la misma línea”, argumenta Lucas respecto a la política deportiva, de sintonía absoluta con el club. “Si conseguimos algo, si ganamos algún partido, fue por ser equipo y por estar todos juntos, del primero al último. Sería injusto dejar a nadie fuera del barco”.

Las variaciones, por tanto, han sido mínimas. Solo causan baja Chicharito y Samu, que tenían ficha pero que no habían podido participar por razones personales o laborales. Lucas apuesta por ampliar la plantilla. Se han realizado seis fichajes. Pero cuadran con la filosofía. Entre ellos figuran Camilo, de 20 años; un portero en edad juvenil y dos que retornan al Ganomagoga: Quique, de 24 años, que estaba jugando en el Leis, y Pablo Calvo, que ya se antoja casi anciano a sus 27.

La media de edad no es un dato prescindible. Sobre ella se asienta todo el proyecto, que no se obsesiona con lo inmediato. “Va a ser un año muy duro. En estos casos siempre te planteas la permanencia como objetivo. Para mí no lo es. Lo normal es que descendamos”, advierte de entradas Lucas. “Manteniendo el equipo y siguiendo en la misma línea, lo normal es que no consigamos la permanencia. Me planteo el objetivo de que este bloque, en tres o cuatro años, pueda estar en la mitad alta de la tabla en Segunda B. Siguiendo juntos, con más experiencia, cuando estos chicos de 20 años tengan 25 y más rodaje, podrán competir bien. A día de hoy hay que ser realistas, es una categoría que nos penalizará en muchos aspectos. La permanencia tiene que ser una ilusión, no un objetivo”.

La temporada oficial se abre el 4 de septiembre con la Copa de Galicia. La Liga arrancará el 18. El Ganomagoga disputó el pasado fin de semana su primer amistoso. Fue contra el potente Noia, de Segunda.

El entrenador visitante se acerca a Lucas antes comenzar. Se teme una táctica conservadora que arruine el valor de la prueba.

–Oye, no te meterás en diez metros ni me vas a sacar portero-jugador, ¿no?

–Nosotros siempre presionamos. Seguro que saldréis bien de la presión, pero vamos a intentar defender arriba todo el partido –le garantiza Lucas.

El ensayo anuncia una estrategia estable. El técnico vigués no piensa modificar la personalidad atrevida del equipo, que diseñó en Tercera. “Tenemos una identidad muy definida”, valora. El Noia acabaría ganando por 2-3 ese amistoso, que el Ganomagoga dominaba por 2-0 al descanso. “Mientras nos duró la gasolina competimos muy bien. Luego sí que la parte física y la diferencia entre los dos equipos nos penalizó. El resultado es casi una alegría”.

El Ganomagoga no combate solo en este campaña. Su ascenso fue celebrado por todo el fútbol sala vigués, huérfano desde que al Bembrive le agotó la penuria material. “Siempre miramos de reojo al Pontevedra por el Leis, que era el referente de la provincia; incluso envidiamos a A Estrada con el ascenso de la temporada anterior, al Ourense con su proyecto con filial en Tercera...”, enumera Lucas. “Esto es una ilusión común. Es lo que nos transmiten otros equipos y jugadores de Tercera. Tenemos que ir todos a una, que es lo que le ha faltado a esta ciudad desde hace muchos años”.