Amistoso de niebla y lluvia, que afianza certezas y mantiene interrogantes. El Celta empató 0-0 con el Gil Vicente en la ciudad deportiva Afouteza, en su tercer ensayo. Había ganado anteriormente a Atlético Sanluqueño (3-0) y Pafos (2-0). Portería a cero, escasas alharacas y jerarquías consolidadas. El equipo de Coudet avanza hacia la Liga seguro de su identidad.

Esa estabilidad, aunque resulte aburrida, es ya un logro que se añoraba desde tiempos de Berizzo. En los siguientes tres veranos se construyó desde cero: por la contratación de Mohamed o las permanencias sufridas de Escribá y Óscar, que habían valido para conservar la categoría sin más legado. Coudet se aferra al camino trazado. Ante el Gil Vicente alineó a Dituro; Mallo, Aidoo, Fontán, Galán; Tapia, Denis; Brais, Cervi, Nolito y Mina. Una alineación titular a falta de Araújo, en la Copa Oro, y Aspas, que ya había faltado ante el Pafos por la reacción a la vacuna. Tras el descanso alinearía Coudet a esa mezcla de suplentes, meritorios y canteranos adelantados: Blanco; Kevin, Okay, Carlos, Baeza; Beltrán, Carbonell; Solari, Alfon, Veiga y Lautaro. Okay, a falta de que se resuelva su futuro, ejerció como central de urgencia.

La ausencia de Aspas impide deducir si Nolito, aferrado a su banda izquierda, resiste la irrupción de Cervi, más polivalente. No existe vacilación alguna sobre Javi Galán, que ha fichado por el Celta sabiendo que el carril izquierdo le pertenece. Coudet lo hizo debutar recién aterrizado.

El COVID aún no se va y el sol aún no llega. En este verano tan raro como el que cantaba Sabina, cuando no paró de nevar, hubo al menos partido contra un rival portugués, aunque descafeinado: sin la clásica tangana, con más arrumacos que fricciones. Celta y Gil Vicente apenas se inquietaron mutuamente en la primera mitad. A Coudet, de hecho, le funcionó mejor la segunda unidad en términos de dominio, presión y generación de ocasiones, aunque la más clara le correspondió a los visitantes, que erraron un remate a puerta vacía.

Al Celta le resta un test: contra el Wolverhampton Wanderers, el próximo sábado (15.00), en el Molineux Stadium. El momento de acelerar hacia una campaña que está por escribir; el gran interrogante.

Otro multiusos para el Chacho

Las rarezas del verano alcanzan a la planificación deportiva. El Celta, más bien perezoso en sus maniobras, ha anticipado trabajo. No solo ha facilitado salidas y concretado refuerzos; incluso ya se ha asegurado el primer fichaje invernal: el de Orbelín Pineda, que aprovechará la plaza extracomunitaria que deja Araújo tras su nacionalización. Pineda, que compartió tristezas con el central en la final de la Copa Oro (0-1 ante Estados Unidos), ha resuelto un proceso que se había enquistado. “Si no es Europa, seguiré en el equipo”, había dicho de su renovación con el Cruz Azul. Él sentía, sin embargo, que a sus 25 años tocaba cruzar el Atlántico tras triunfar con el Guadalajara (Copa, Liga, Liga de Campeones de la Concacaf) y Cruz Azul (Liga, la primera del club en 23 años), que había pagado por él 12 millones de dólares (14,2 en euros). En México no descartan que la directiva lo condene a la grada en los meses que le restan de contrato y tampoco un acuerdo con el Celta que precipite su llegada. Orbelín nació en San Fernando, pequeño pueblo del estado de Guerrero. Recuerda: “En toda mi niñez estuve con borregos, vacas, chivos, puercos y caballos, ayudando a mis papás”. De su padre heredó precisamente la vocación futbolística, que otros hermanos compartieron. Onai, el mayor, ha sido su mentor. Orbelín ha sabido cumplir etapas para probar la aventura europea en el momento adecuado. El periodista Armando Melgar, del periódico Récord, lo describe: “Es un jugador diestro muy habilidoso, muy regateador, con buena pegada desde fuera del área y mucho gol, incluso de cabeza. Principalmente puede desempeñarse en dos posiciones, como extremo y volante-interior”. El Chacho, de hecho, lo ha reclamado para territorios más interiores, aunque agradezca en general su polivalencia. Melgar resalta igualmente su “físico notable. A pesar de no ser alto es muy fuerte. En España podría destacar incluso como un box to box porque tiene mucho sacrifico también, aunque su mejor versión es de cara a portería. Suele ser el que da el pase definitivo y es pícaro, muy bueno entre líneas”.