Al Gobierno le queda menos de un mes para conseguir los apoyos necesarios a la reforma laboral pactada con patronales y sindicatos. El real decreto-ley se publicó el pasado 30 de diciembre y está en vigor desde el día siguiente, pero falta la convalidación en el Pleno del Congreso, donde se mezclan las exigencias de más cambios por parte de parte de la oposición –incluidos los partidos que secundan habitualmente las medidas de la coalición de PSOE y Unidas Podemos– y la posible ruptura del histórico acuerdo con los agentes sociales si se toca el texto, que recoge un periodo transitorio de tres meses para adaptarse a la nueva regulación sobre la temporalidad. Hay otros muchos cambios, pero, sin duda, ese es el elemento estrella, “el más fuerte y el que más costó acordar”, como admitió la vicepresidenta segunda y titular de Trabajo, Yolanda Díaz, tras la aprobación en el Consejo de Ministros. Probablemente porque implica un giro de 180 grados en el funcionamiento del mercado de trabajo en España.
El indefinido pasa a ser el contrato ordinario. Habrá uno específico para sustituciones, el de obra y servicio desaparece y el eventual por circunstancias de la producción se reserva a imprevistos durante seis meses –o doce si lo contempla el convenio del sector– y para picos de actividad habituales, pero muy concretos –como las campañas de Navidad o rebajas– y limitados a un máximo de 90 días no consecutivos en todo el año. Estas dos modalidades representaron cerca del 80% de los contratos firmados en la comunidad el pasado año, según el balance que acaba de publicar el Instituto Galego de Estatística (IGE) con los datos suministrados por la Consellería de Emprego e Igualdade. Con la recuperación del empleo tras un 2020 muy complicado por culpa de la pandemia, repunta también la temporalidad y vuelven con fuerza las medias jornadas, el otro gran acicate de la precariedad laboral, especialmente para las mujeres.
918.200 contratos
Galicia cerró el pasado ejercicio con 1,021 millones de afiliaciones a la Seguridad Social, muy por encima de los niveles prepandemia. Incluso sin contar los 4.200 afectados todavía por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), es la mayor cifra a 31 de diciembre de los últimos 13 años. Se formalizaron 918.200 contratos, un 22% más que en 2020, pero en este caso aún por debajo del umbral del millón que se superó en 2017, 2018 y 2019, cuando se batió un máximo histórico: 1.086.121. ¿Cómo es posible que haya unos 13.000 trabajadores más que a finales de 2019 con menos contratación? Porque los sectores que mejor evolución están teniendo ofrecen condiciones más estables a sus asalariados.
De hecho, la caída de contratos en comparación con 2019 es mayor entre los de obra y los eventuales –un 17,8% y un 16,8%, respectivamente– que entre los indefinidos, que se redujeron un 5,3%. Los otros fijos, los que vienen de la conversión de contratos temporales, aumentaron un 6% después del refuerzo a la lucha contra el fraude de la Inspección de Trabajo. La suma de indefinidos iniciales y las transformaciones de eventuales deja un total de 89.975 nuevos empleados fijos en Galicia a lo largo del pasado año, casi uno de cada diez contratos, una proporción que no se alcanzaba desde 2012.
Precariedad en las mujeres
Hay una cara b en la mejora de la contratación, también la indefinida. Más de un tercio de los puestos son a tiempo parcial (316.198), que aumentaron un 26,6% respecto a 2020, frente al 20% de subida en los de tiempo completo (594.686). Los fijos discontinuos se incrementaron un 16%, hasta los 7.330.
Aunque aparentemente no hay demasiadas diferencias entre hombres y mujeres en la recuperación de la contratación –24% más en ellas y un 21% en ellos– o la tasa de temporalidad –91% y 90%, respectivamente–, sí existe una brecha enorme en las medias jornadas. Supusieron el 24% de los contratos para hombres en Galicia en 2021 y nada menos que el 46% entre las mujeres, como recogen los datos de la Consellería de Emprego recogidos por el IGE. La modalidad de contratación más habitual en la comunidad durante el pasado año para la población masculina fue un puesto de obra o servicio a tiempo completo (26,6% del total de contratos en hombres). En las mujeres, en cambio, destaca el contrato eventual por circunstancias de la producción a tiempo parcial (25,3%).
La variación por sectores
Estas dos distintas fotografías tienen mucho que ver con los sectores más frecuentes en ambos colectivos. Hostelería (19,6%), comercio (15,1%) e industria manufacturera (14,4%) copan los primeros puestos en la contratación de mujeres en la región durante 2021. Las actividades manufactureras lideran la clasificación en los hombres (19,8%), seguidas del transporte y el almacenamiento (19%) y la hostelería (13,1%).
¿Y cuáles son los sectores donde la cuota de los contratos fijos es mayor? Pues el empleo doméstico (38%), por delante de las actividades inmobiliarias (33,9%), la industria extractiva (30,7%) y el suministro de energía eléctrica y gas (30,1%). A la cola aparecen la administración pública (1,9%), las actividades artísticas (3,2%) y el transporte y almacenamiento (4,9%). En hostelería e industria manufacturera, dos de los sectores con mayor volumen de contratación anual, el porcentaje rondó el 7%.
Desigualdad territorial
Por si quedaba alguna de la concentración cada vez más intensa de la actividad en los grandes núcleos de población y concellos cercanos, los números de la contratación en Galicia el pasado año evidencian que la tendencia no muestra síntomas de cambio. Una decena de localidades generaron prácticamente la mitad de los contratos. Son Vigo (15,6% del total), A Coruña (12,9%), Santiago (5,65), Lugo (4%), Pontevedra (3,5%), Ourense (3,4%), Ferrol (2,3%) y Redondela, O Porriño y Marín, las tres con un 1,9%, También en un lugar destacado aparecen Arteixo (1,7%), Vilagarcía de Arousa (1,45), Sanxenxo (1,3%). Narón (1,1%), Mos (1,1%), O Grove (0,9%), Moaña (0,9%) y Culleredo (0,9%).