El 29 de junio de 2017, los bancos acreedores de la macroplanta de rodaballo de Mira (Portugal) decidieron ejecutar el contrato de garantías y prenda de acciones que tenían sobre aquel proyecto faraónico de Manuel Fernández de Sousa. “Esta desvinculación –dice la memoria de Nueva Pescanova– no tuvo impactos en la cuenta de pérdidas y ganancias consolidada”. La pesquera salió limpia y el problema se lo quedaron las entidades financieras portuguesas. ¿El motivo? Que la piscifactoría se financió a través de una figura denominada como project finance: el único activo que actuaba de aval, de respaldo de la operación, eran las propias piscinas para los rodaballos. Por eso, sin que tuviera que responder con sus propios activos, Nueva Pescanova cerró aquel capítulo razonablemente bien. Es exactamente el mismo sistema que ayudó a poner en marcha la construcción 1705 de Hijos de J. Barreras.
La operación se configuró como un project finance; se creó una SPV (Special Purpose Vehicle) para adquirir un activo muy apalancado. De nuevo, detrás de la construcción no hay una naviera que responda con sus activos –una Royal Caribbean, una Armas o una MSC–, sino la única garantía es el Evrima. Así las cosas, Cruise Yacht Opco (es la sociedad que utiliza The Ritz-Carlton Yacht Collection como marca comercial) podría entregar las llaves del proyecto y, como sucedió con Pescanova, decir adiós con un parte de daños más que limitado. La diferencia sustancial entre ambos casos salpica al erario público, ya que el pool bancario que financió el Evrima –y su refinanciación– fue íntegramente cubierto por el Cesce, un organismo semipúblico que depende del Ministerio de Industria. Aquí no es la banca quien tendría el problema, aquí el problema sería del Estado.
Se trata de un riesgo que supera los 400 millones de euros, por un buque prototipo, sin terminar y que ya supera el coste de construcción que habían ofrecido rivales de Barreras como Chantiers de l’Atlantique, Meyer Werft o Fincanieri. Y que, además, a cuatro meses de su supuesto viaje inaugural –Ritz-Carlton tendrá que volver a posponerlo–, continúa realizando cambios de equipos y materiales a bordo. Entre los últimos, las tuberías.
Este extraño y permanente impasse en la construcción del barco se produce en paralelo a las negociaciones que ha continuado manteniendo el CEO de la armadora –y expresidente de Barreras–, Douglas Prothero, con el Ministerio de Economía francés para poner en marcha un proyecto de hasta cuatro cruceros de lujo en Saint Nazaire. Como desveló FARO en exclusiva, el astillero Chantiers (la mayoría del capital es público) ya ha realizado compras de equipos, entre ellos de los sistemas de propulsión, que sería de gas natural licuado (GNL).