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Cuarto aniversario

1-O: El referéndum que nunca buscó la independencia

Puigdemont y Junqueras pretendieron con la consulta forzar una negociación, según fuentes del llamado 'estado mayor'

Urnas y papeletas preparadas para el referéndum del 1-O.

Cuatro después del referéndum unilateral del 1-O, el independentismo tiene pendiente uno de sus debates más espinosos. ¿La consulta pretendía realmente desconectar a Catalunya del resto de España? ¿O en realidad nunca se organizó con ese objetivo?

Cuatro después del referéndum unilateral del 1-O, el independentismo tiene pendiente uno de sus debates más espinosos. ¿La consulta pretendía realmente desconectar a Catalunya del resto de España? ¿O en realidad nunca se organizó con ese objetivo?

"Estamos en un momento en el que el 1-O se quiere enterrar", espetó meses atrás la líder de la ANC, Elisenda Paluzie. La entidad independentista, erosionada por la falta de una hoja de ruta conjunta, trata de reavivar la agitación en las calles mientras sigue completamente aferrada a la vía unilateral, pese a la poca predisposición de los partidos a volver a emplearla. Con el Onze de Setembre como avanzadilla, la Assemblea ha organizado un fin de semana de movilizaciones para reivindicar que el "mandato" del 1-O está "vigente" y que la consulta fue "una victoria al Estado" que, a su juicio, no se puede desperdiciar.

Fue el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, quien reabrió el debate el pasado junio. Fue en una réplica al presidente de ERC, Oriol Junqueras, en la que asumió que el referéndum no se impulsó para alcanzar la independencia "efectivamente", sino para intentar forzar una negociación con el Estado. A partir de ahí empezó una retahíla de idas y venidas que todavía están por aclarar, pero para las que conviene remontarse a los hechos de años atrás.

La mesa de diálogo

Julio de 2015, auditorio del Casal Català de Buenos Aires. Junqueras responde a las múltiples demandas que los espectadores lanzaban sobre la unilateralidad, a las puertas de la creación de Junts pel Sí y de unas elecciones que se anunciaron plebiscitarias. "Todo proceso de independencia finaliza con una mesa de negociación. No bilateral, sino multilateral, porque Europa también tendrá que opinar, por ejemplo, sobre quién y en qué proporción se hace cargo de la deuda del Reino de España", respondió. ERC siempre tuvo claro que el paso por una mesa de negociación era inevitable, mucho antes de acordarla con el PSOE. Un diálogo que ahora ponen en cuestión tanto Junts como la CUP.

¿Quiere ello decir que el 1-O fue concebido como un trampantojo para lograr un referéndum pactado? Según ERC, no. Cuando se puso sobre la mesa la consulta, los republicanos apostaron por ella como vía sin interferencias de demostrar a la comunidad internacional el deseo de separarse del resto de España.

El principio de realidad

Dicho ello, y para evitarse grandes discusiones teológicas sobre el 1-O, Junqueras y la secretaria general de ERC, Marta Rovira aplican en su libro 'Tornarem a vèncer' el principio de realidad. Eluden explicar qué planteamientos previos se hicieron y destacan sus efectos: no hubo apoyo internacional y la movilización, aun siendo grandiosa, no fue lo suficientemente gigantesca como para exhibir a Europa que no había vuelta atrás. Las cifras de las elecciones posteriores, las del 21 de diciembre de 2017, con un 80% de participación y el 47,5% de voto independentista, acabaron con cualquier posibilidad de que el 1-O generara un mandato, entendido este como la aplicación de la declaración de independencia.

En definitiva, y según ha admitido Rovira, al referéndum le faltó "legitimidad interna". Más recientemente, Junqueras –en una carta que motivó la respuesta de Jordi Sànchez– se desmarcó de nuevo de la unilateralidad, causando un monumental enojo en el 'expresident' Carles Puigdemont. Pero por si el embrollo no fuera suficiente, el propio Sànchez se remitió a un libro de Puigdemont para argumentar que también este apostaba por la vía dialogada.

Puigdemont pensó en la negociación

Un miembro del llamado 'estado mayor' del 'procés' –formado por políticos y expolíticos independentistas– afirma en privado: "Puigdemont y Junqueras, los dos pensaban en el 1-O no en términos de independencia, sino para forzar una negociación. Y después, pese a que había un plan de movilización para mantener el pulso, sobre todo tras el 3-O, y existía la opción de unas elecciones plebiscitarias, no se optó ni por una opción ni por la otra".

El 'exconseller' Santi Vila corroboró en una entrevista en El Periódico de Cataluña, diario que pertenece a este grupo, Prensa Ibérica, que tanto Puigdemont como todo el Govern –salvo la 'consellera' de Cultura, Clara Ponsatí– veían el 1-O como un instrumento para presionar al Estado, no para llegar a la independencia.

Los pasos dados por Puigdemont tras el 1-O también demuestran que, antes de proclamar la independencia, priorizó la negociación. La misma noche de la consulta se dio margen para ello. La ley del referéndum establecía que, tras proclamar los resultados, si vencía el 'sí', se proclamaba la independencia en 48 horas. Pero Puigdemont ganó tiempo y no proclamó los resultados inmediatamente.

Una DUI sin convicción

La declaración de independencia del 27 de octubre de 2017 se hizo, además, a sabiendas de que no se aplicaría. Esta afirmación no es especulativa, sino que la pronunció el 'exconseller' Toni Comín en una entrevista a El Periódico de Cataluña, diario que pertenece a este grupo, Prensa Ibérica: "Ahora haré una confesión que no había hecho hasta ahora. Yo decía: es incómodo para los 'consellers' que somos diputados votar a favor de una resolución como diputados sabiendo que como 'consellers' no tendremos la capacidad para cumplirla”.

"Por fin dicen la verdad", asevera una diputada que siguió muy de cerca los pasos de Puigdemont en aquellas convulsas jornadas. "Solo había que fijarse en las caras de los miembros del Govern en la escalinata" el 27 de octubre, recuerda cuatro años después. "Si lo que ahora reconocen es verdad, nos engañaron. Y la gente estaba allí por la independencia. Tendrían que haber aguantado la DUI. Si no están por la labor, que se aparten", exige ahora.

Esta misma diputada mantiene hoy que confiaba en el Govern para activar la desconexión y repasa los artículos de la ley de transitoriedad jurídica: "Iban en serio, pero al final se dieron cuenta de que no habían hecho todo el trabajo cuando tocaba. Que lo hagan ahora", sentencia. Y es que las declaraciones de Jordi Sánchez en junio cuestionando el "mandato" del 1-O sentaron especialmente mal entre algunos exsecretarios de la entidad que presidía, la ANC, porque se sintieron engañados.

La "legitimidad" de recuperar la DUI

Con todo, Comín alega que hubo una declaración "material" de independencia con la votación del 1-O; el 10 de octubre, una "ratificación formal" suspendida inmediatamente; y el día 27 se formaliza la declaración pero no se hace efectiva hasta que mejore "la correlación de fuerzas". Todo, según Comín, con plena legitimidad, por lo que existe legitimidad para levantar la suspensión de la DUI. ¿Se hará?

El factor miedo y el "caos" interno

Una de las personas que participó en la logística en torno al referéndum comenta tres cuestiones relevantes. Al recibir el encargo, el Govern dejó claro que iban a por todas y que debían asumir las consecuencias. Pero tras el 1-O, el miedo a la represión actuó de forma determinante. Revela esta fuente que antes de la consulta, el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, advirtió en una reunión interna sobre las consecuencias de esta posible represión. Otro factor para entender que no se proclamara de entrada la independencia es, asume esta fuente, que había un "caos considerable" a nivel interno, que había muchas cosas "cogidas con pinzas" y que las relaciones entre Junts y ERC eran un desbarajuste.

Preguntas sin respuesta

Para alimentar el misterio, quedará siempre pendiente de saber si, de acuerdo con los planes de movilización para mantener el pulso tras el 1-O, fueron Puigdemont y Junqueras quienes se opusieron a una concentración permanente en la plaza Universitat de Barcelona tras la huelga y manifestación masivas del 3 de octubre. El líder de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, afirma, en privado, que hubo oposición a su plan. Jordi Sànchez sostiene que propuso hacer lo propio en el Passeig de Gràcia y se desestimó. "El día 3 fue un ensayo de control del territorio", según un muy destacado protagonista de esos días. Esta palabra, ensayo, podría resumir en buena medida todo este enigma.

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