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Mujeres fuera de serie

Una mujer a toda máquina

La ingeniera Ana Belén de Castro, hija y nieta de ferroviarios, es la jefa de maquinistas de Renfe en Vigo. Tiene a cuarenta trabajadores a su cargo, de los que solo dos son mujeres. Disfruta con la conducción de toda clase de vehículos, pero los trenes de larga distancia son su pasión

La maquinista Ana Belén De Castro, en la estación de Guixar, en Vigo Marta G. Brea

La primera palabra que dijo Mikel fue “tren”. No es extraño si tenemos en cuenta que el pequeño vivía en una estación ferroviaria, con el ir y venir de los trenes como paisaje diario desde su ventana. Y que los vagones son la “oficina” de su madre y antes lo fueron de su abuelo y de su bisabuelo.

Ana Belén de Castro es la madre de Mikel y de Anaís. Ella es la jefa de maquinistas de Vigo, un oficio en el que comenzó desde abajo y que, tras veinte años de trayectoria, todavía le apasiona y no piensa bajarse del andén.

¿QUIÉN SOY?
“Una mujer convencida de que con actitud se puede llegar adonde uno quiera. Apasionada de los viajes de largo recorrido”

El padre de Ana Belén, al igual que su abuelo, era ferroviario. El abuelo trabajaba en los talleres y su padre, como especialista de estaciones de Renfe. La familia, natural de Salamanca, se mudó a Galicia en 1987 y fundó su hogar en la mismísima estación de Pontevedra. Ana Belén, la mayor de seis hermanos, se movía con soltura por las vías, su ecosistema desde que nació. Y también por carretera, ya que desde los 14 años conducía una Vespino y en cuanto pudo se sacó el carnet de coche. “Ahora me estoy sacando el carnet de moto”, comenta.

Continuar con la tradición familiar no entraba, en principio, en los planes de futuro de la joven. Ana estudió Ingeniería Técnica Industrial en la facultad viguesa de Torrecedeira, pero cuando empezaba a buscar trabajo salieron plazas para Renfe. “Siempre me gustó conducir y me atraía la estabilidad y el buen salario que te ofrecen en la compañía. No me echaba atrás que hubiera pocas mujeres ni la gran responsabilidad que supone; sabía que podría hacerlo perfectamente”, afirma. Su familia estuvo encantada: “Para mi abuela era todo un orgullo tener a un marido, un yerno y una nieta ferroviarios. Más aún cuando fui la única de mis hermanos que eligió esta opción”.

Las plazas para formar parte de la familia de Renfe están muy demandadas. Cuando Ana Belén era aspirante, en el año 2000, se presentaron 2.000 personas para 47 puestos. Estudió con ahínco y comentaba más que nunca con su padre los entresijos del oficio. Aprobó con holgura. “Me dieron la plaza en Barcelona, así que nos mudamos toda la familia y vivimos allí durante diez años, en una casa en la estación del Prat”, cuenta De Castro.

Comenzó en las taquillas, pero cuando salió una convocatoria para maquinistas, no dejó pasar el tren. Realizó el curso y luego estuvo un año en maniobras de grandes líneas. Como maquinista condujo, entre otros, los trenes hotel hacia Irún y Madrid. “Para mí lo más bonito son los largos recorridos. Me encanta viajar e ir pasando campos, costas y montañas… Solía aprovechar los viajes para conocer las ciudades”, describe.

Aunque desde el principio Ana Belén se sintió a gusto entre vagones, los horarios no eran fáciles: era habitual tener el turno de noche, trabajar los fines de semana o pasar fuera de casa varios días. Pero a ella le compensaba y, advierte, “nunca me trataron diferente por ser mujer; hice exactamente lo mismo que mis compañeros. Esa idea de que conducir no es cosa de mujeres está muy anticuada y es una completa tontería. Hay hombres que conducen muy mal, no tiene nada que ver con el género”, afirma contundente. Aún así, ella era la excepción: tan solo había en toda España dos mujeres maquinistas de grandes líneas.

"Las mujeres maquinistas conducen muy bien, son trabajadoras y puntuales”

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Cuando se quedó embarazada, Ana Belén contó con el apoyo incondicional de su marido. “En este caso, fue él quien pidió una excedencia para cuidar de los niños”, destaca. “La verdad es que yo he podido llegar a donde estoy porque mi familia se adaptó a mí; me siguieron a todos mis destinos y mi marido se encargó de todo cuando yo tenía que estudiar o estaba fuera… Apostó por mí”, agradece con cariño. “No es el trabajo más fácil para ser madre, pero no debemos renunciar a ello si es lo que deseamos”, opina la maquinista.

Siguiendo la marcha de la madre, la familia fue parando en distintas estaciones: Barcelona, Salamanca y, finalmente, en 2017 regresaron a Vigo.

En la ciudad olívica, De Castro condujo el tren de Oporto y regionales durante unos meses hasta que, en 2018, salió una convocatoria de jefe de maquinistas y volvió a coger los libros en busca del ascenso. Su tesón volvió a tener recompensa y desde marzo de 2019 Ana Belén es la jefa de maquinistas de Vigo, aunque reside en Pontevedra, “una ciudad más pequeña en la que me encuentro muy a gusto”, dice.

La ferroviaria tiene en estos momentos a 40 maquinistas a su cargo, de los que solo dos son mujeres. Les imparte formación sobre distintas clases de trenes e infraestructuras. Además, realiza acompañamiento de seguridad para comprobar que cumplan con todas las medidas. “Mi prioridad siempre es la seguridad de los viajeros”, asegura.

Ha tenido la suerte de no sufrir ningún accidente grave. “Mi mayor miedo era arrollar a alguna persona; he visto a varios compañeros marcados por una experiencia así. Si me llega a pasar una tragedia como la de Angrois, no creo que hubiera podido resistirlo”, dice.

Como responsable de los maquinistas su objetivo, apunta, “es lograr consensos”. “No soy de imponer; siempre he preferido escuchar a todos y tratar de hacer las cosas cada día mejor”. Está satisfecha de su cargo actual. Sin embargo, sentada en la locomotora para las fotografías, acaricia los mandos y admite que echa de menos conducir.

Ana Belén está muy acostumbrada a moverse en un mundo de hombres. “Ya estudié una carrera en la que apenas había chicas y, antes de Renfe, trabajé durante los veranos en los servicios forestales de la Xunta, así que no me costó hacerme respetar. En cuanto comprueban que haces lo mismo que ellos, se acaban los prejuicios”, considera.

Las escasas mujeres con las que Ana Belén cuenta en su equipo son para ella “imprescindibles”. “Todas las maquinistas que conozco son súper profesionales; con una gran capacidad de concentración, trabajadoras y puntuales”, alaba. Con la igualdad por bandera, Ana Belén no tiene un trato diferente hacia ellas. “Durante el embarazo las mujeres dejan de conducir y realizan labores de gestión, pero en lo demás somos todos iguales; no hay privilegios. También los hombres tienen que conciliar”, advierte.

Los hijos de Ana Belén tienen ahora 22 y 15 años. La mayor ha estudiado Turismo, “pero si un día quiere presentarse a los exámenes de Renfe, yo la animaré”, apunta.

Viajera innata, la maquinista también utiliza el tren en sus viajes de ocio. “Es lo más cómodo para viajar; incluso hemos ido hasta Barcelona con el coche montado en el vagón; una maravilla”, asegura.

Sin miedo a las estaciones que estén por venir, Ana Belén prosigue el viaje con una sonrisa. 

Las pioneras: Pilar Careaga y Basabe, la primera maquinista española

Pilar Careaga y Basabe FdV

María del Pilar Careaga y Basabe nació en Madrid en 1908 en el seno de una familia de la alta burguesía vizcaína.

Con sólo 13 años dijo a su padre que quería ser ingeniera. Tras cursar estudios de aparejador, Pilar continuó su formación en la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Madrid y en 1929 se convirtió en la primera española en obtener el título.

Durante sus prácticas de ingeniería industrial en el ferrocarril, no dudó en ponerse el mono de trabajo y conducir una máquina de vapor desde la estación Norte de Madrid a la estación del mismo nombre en Bilbao. Toda una hazaña para la época. Sin embargo, nunca fue maquinista profesional.

Las primeras mujeres maquinistas en España entraron en Renfe en la década de 1980.

Pilar eligió finalmente el camino de la política y llegó a ser, en 1969, alcaldesa de Bilbao, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar la alcaldía de una capital de provincia durante la dictadura franquista. 

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