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Los derechos sexuales

Los derechos sexuales

Cuando hablamos de derechos humanos universales, los derechos sexuales nos vienen a la cabeza muy pocas veces. Para mí son derechos fundamentales que deberían estar muy por encima de políticas locales o del color del gobierno de turno.

Os cuento un poco la historia de estos derechos. En 1997 se celebraba la 13.ª edición del Congreso Mundial de Sexología en Valencia (sí, ¡Valencia!). Reunidos profesionales expertos en sexualidad de todo el mundo, y con el empuje fundamental de la Dra. María Pérez Conchillo y el Dr. Juan José Borrás, clausuraron este congreso leyendo la primera declaración relacionada con los derechos sexuales. La noticia fue muy impactante en su momento y llegó a cada rincón del planeta, pero tuvimos que esperar al 14.º Congreso de Hong Kong, dos años más tarde, para que ese texto fuera revisado y aprobado por la Asociación Mundial para la Salud Sexual, ¡y por fin hicimos historia!

Cada uno de los 11 derechos están basados en la libertad, dignidad e igualdad de las personas, y deben ser reconocidos y respetados por todas las sociedades con todos los medios de los que dispongan. Desgraciadamente, esto no siempre se cumple.

1. Derecho a la libertad sexual.

La libertad sexual implica la expresión plena de nuestro potencial sexual: libertad para vivir nuestra sexualidad como queramos. Este derecho condena toda forma de explotación, chantaje y abusos sexuales, cosas que atentan contra nuestra libertad personal.

2. Derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo.

Defiende la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre nuestra vida sexual dentro de nuestra propia moral, ética o contexto social y personal. Esto incluye la capacidad de control y disfrute sobre nuestro cuerpo, dejando fuera cualquier tipo de violencia y presión externas. Este derecho lucha por eliminar prácticas como la mutilación del clítoris.

3. Derecho a la privacidad sexual.

Tenemos derecho a hacer lo que queramos de puertas para adentro y a compartirlo o no con los demás. Este derecho es aplicable siempre y cuando no afecte a otros: imaginad una pareja que se graba en vídeo practicando sexo y una de las partes decide difundirlo por su cuenta. Esto ya no formaría parte de su propio derecho a la privacidad, ya que también le afecta a su pareja, y tienen que consensuar esa difusión.

4. Derecho a la equidad sexual.

Equidad nos habla de igualdad de trato, y en sexualidad abarca todas estas dimensiones: sexo, género, orientación, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional. No pueden discriminarte por ser gay, asexual, acostarte con alguien de otra raza o querer llegar virgen al matrimonio.

5. Derecho al placer sexual.

No os voy a engañar, es mi derecho favorito por muchos motivos, pero sobre todo porque, curiosamente, es por el que más hemos tenido que pelear. El placer va más allá del autoerotismo y la masturbación (que también): es el bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.

6. Derecho a la expresión sexual emocional.

Además de poder expresarnos con el erotismo o el acto sexual, también tenemos el derecho fundamental de expresar nuestra sexualidad a través del amor, la comunicación, el contacto físico y la expresión de nuestras emociones.

7. Derecho a la libre asociación sexual.

Este derecho defiende que puedas casarte, descasarte, permanecer soltera o soltero y establecer las asociaciones sexuales que quieras, siempre con responsabilidad.

8. Derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.

Este es muy conocido: “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Además, defiende el conocimiento y el libre acceso a métodos anticonceptivos.

9. Derecho a la información basada en el conocimiento científico.

En otros artículos os he hablado de la sexología como ciencia; pues bien, toda esta información tiene que ser accesible y comprensible para todas y todos.

10. Derecho a la educación sexual integral.

La educación sexual debería estar ahí desde que nacemos y durante toda la vida, y tener la implicación de todas las instituciones sociales (esto, de momento, es una utopía).

11. Derecho a la atención de la salud sexual.

Tenemos derecho a disponer de medios y profesionales que nos apoyen en la prevención y el tratamiento de todos los problemas que tengan que ver con nuestra sexualidad, que pueden ser físicos, psicológicos o una mezcla de ambos. Imagínate que existieran más especialistas en sexología en la seguridad social… un sueño, ¿no?

¡Hasta aquí los 11 derechos! Quiero expresarles mi más sincero agradecimiento a mis compañeras valencianas de Espill por enseñarme tanto sobre derechos sexuales; es un orgullo formar parte de algo tan grande.

Y a todas y todos los que nos leéis, gracias por los mensajes de apoyo, el cariño y las sugerencias. Nos leemos en www.saludplacer.com y próximamente en estas páginas.

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