La libertad sexual implica la expresión plena de nuestro potencial sexual: libertad para vivir nuestra sexualidad como queramos. Este derecho condena toda forma de explotación, chantaje y abusos sexuales, cosas que atentan contra nuestra libertad personal.
2. Derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo.
Defiende la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre nuestra vida sexual dentro de nuestra propia moral, ética o contexto social y personal. Esto incluye la capacidad de control y disfrute sobre nuestro cuerpo, dejando fuera cualquier tipo de violencia y presión externas. Este derecho lucha por eliminar prácticas como la mutilación del clítoris.
3. Derecho a la privacidad sexual.
Tenemos derecho a hacer lo que queramos de puertas para adentro y a compartirlo o no con los demás. Este derecho es aplicable siempre y cuando no afecte a otros: imaginad una pareja que se graba en vídeo practicando sexo y una de las partes decide difundirlo por su cuenta. Esto ya no formaría parte de su propio derecho a la privacidad, ya que también le afecta a su pareja, y tienen que consensuar esa difusión.
4. Derecho a la equidad sexual.
Equidad nos habla de igualdad de trato, y en sexualidad abarca todas estas dimensiones: sexo, género, orientación, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional. No pueden discriminarte por ser gay, asexual, acostarte con alguien de otra raza o querer llegar virgen al matrimonio.
5. Derecho al placer sexual.
No os voy a engañar, es mi derecho favorito por muchos motivos, pero sobre todo porque, curiosamente, es por el que más hemos tenido que pelear. El placer va más allá del autoerotismo y la masturbación (que también): es el bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.
6. Derecho a la expresión sexual emocional.
Además de poder expresarnos con el erotismo o el acto sexual, también tenemos el derecho fundamental de expresar nuestra sexualidad a través del amor, la comunicación, el contacto físico y la expresión de nuestras emociones.
7. Derecho a la libre asociación sexual.
Este derecho defiende que puedas casarte, descasarte, permanecer soltera o soltero y establecer las asociaciones sexuales que quieras, siempre con responsabilidad.
8. Derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.
Este es muy conocido: “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Además, defiende el conocimiento y el libre acceso a métodos anticonceptivos.
9. Derecho a la información basada en el conocimiento científico.
En otros artículos os he hablado de la sexología como ciencia; pues bien, toda esta información tiene que ser accesible y comprensible para todas y todos.
10. Derecho a la educación sexual integral.
La educación sexual debería estar ahí desde que nacemos y durante toda la vida, y tener la implicación de todas las instituciones sociales (esto, de momento, es una utopía).
11. Derecho a la atención de la salud sexual.
Tenemos derecho a disponer de medios y profesionales que nos apoyen en la prevención y el tratamiento de todos los problemas que tengan que ver con nuestra sexualidad, que pueden ser físicos, psicológicos o una mezcla de ambos. Imagínate que existieran más especialistas en sexología en la seguridad social… un sueño, ¿no?
¡Hasta aquí los 11 derechos! Quiero expresarles mi más sincero agradecimiento a mis compañeras valencianas de Espill por enseñarme tanto sobre derechos sexuales; es un orgullo formar parte de algo tan grande.
Y a todas y todos los que nos leéis, gracias por los mensajes de apoyo, el cariño y las sugerencias. Nos leemos en www.saludplacer.com y próximamente en estas páginas.