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Las relaciones, la distancia y unos puercoespines con mucho frío

Las relaciones, la distancia y unos puercoespines con mucho frío

Una relación a distancia es algo que, en mayor o menor medida, hemos vivido todas las personas directa o indirectamente, y seguro que tienes una opinión al respecto. En este caso, el sí o no se queda corto y un buen depende puede ser la respuesta más acertada, no por no querer mojarnos, sino porque hay muchos factores individuales que pueden hacer que funcione o que para vosotros y vosotras sea mejor otro tipo de relación.

En esta época pandémica que nos ha tocado vivir muchas parejas han sufrido una separación física obligada, pero hoy no vamos a hablar solamente de parejas separadas por kilómetros, sino de las que se alejan y se acercan física y emocionalmente. La distancia genera malestar, problemas y sufrimiento en la pareja, aunque también tiene algunas ventajas, sobre todo a corto plazo.

¿Qué nos cuentan las investigaciones sobre el tema?

Por lo general, la vida de una persona se ve influenciada y se valora como de mayor o menor felicidad en función de las relaciones que mantiene con su entorno social; de ahí que tengan sentido frases como “quien tiene un amigo tiene un tesoro” y similares. Es una forma de riqueza más apreciada que los bienes materiales: cuanto más cercanas y de confianza sean estas relaciones, más validez y significado personal les daremos.

Las estadísticas nos cuentan que un 80 % de las personas creen que tener pareja es muy importante para ser feliz. Por otro lado, si dejamos a un lado los patrones estándar y patriarcales, nos encontramos con nuevos y variados estilos de pareja, entre los que se encuentran las relaciones a distancia. Aunque esto no sea reciente, las nuevas tecnologías, la incorporación de la mujer al trabajo y las nuevas prioridades a nivel personal han provocado que haya más relaciones de este tipo. Si a esto le sumamos la pandemia, tenemos personas con percepción de felicidad por tener pareja, pero la imposibilidad de tener contacto físico con la misma.

La distancia no tiene por qué ser mala; incluso puede ser muy saludable.

Esta sentencia se basa en una de las teorías que ha estudiado el tema. En el año 1988, los investigadores Kerr y Bowen ya nos explicaban con este cuento cómo puede ser beneficiosa una relación no tan apegada:

Una noche muy muy fría, un grupo de puercoespines se juntaron para darse calor. El problema es que sus espinas provocaban que esa proximidad no fuera muy agradable, por lo que se separaron para no pincharse; pero, al hacerlo, volvieron a tener frío. Después de una noche entera acercándose y retirándose varias veces encontraron una distancia media en la que estaban calentitos pero sin pincharse entre ellos. De ahí en adelante, a esa distancia la llamaron distancia de las buenas maneras.

La teoría de Kerr y Bowen nos explica que, para que una pareja funcione, tenemos que encontrar la distancia interpersonal perfecta para que sus miembros estén a gustito. La distancia no tiene por qué ser exclusivamente física: también puede ser emocional y psicológica. Esto quiere decir que una pareja que vive a 1000 km de distancia pero que se llama constantemente, se recrimina el tiempo que tarda en contestarse a los mensajes o fiscaliza su tiempo de ocio puede que, a pesar de la distancia, se esté pinchando.

Esta teoría también se extiende al mundo familiar. No voy a hacer chistes de suegras ni suegros, pero todo el mundo se puede imaginar estas situaciones de cercanía molesta que suponen en algunos casos las familias políticas.

¿Cómo encontrar la distancia perfecta?

Esta tarea es muy complicada tanto en la teoría como en la práctica, pero emocionante y satisfactoria a su vez. Hay que tener en cuenta que la pareja no es un sistema que funcione bien por sí solo; no podemos aislarnos, tenemos que nutrirnos emocionalmente de más personas. Si estás viviendo una relación de pareja a distancia (o si sientes que os estáis distanciando a pesar de estar cerca físicamente) una buena idea sería incluir novedades a tu vida: hablar con tu vecina, retomar amistades del pasado, apuntarte a una actividad social como clases de baile sin tu pareja, hacer proyectos nuevos con otras personas... Eso ayuda a recuperar el equilibrio personal y el de la pareja, porque una pareja se compone de individuos y una pareja feliz la forman individuos felices. Si me centro exclusivamente en salvar, cuidar o mimar mi relación las 24 horas y los 365 días del año, probablemente esté condenada a pincharse cual puercoespín en una noche de frío.

Gracias por leernos y por mandarnos tus sugerencias y saludos a www.saludplacer.com.

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