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Si los viejos nos vieran...

Los dos últimos presidentes de Panamá son descendientes de emigrantes gallegos, Juan Carlos Varela, nieto de un coruñés de Bergondo que trabajó en las obras de construcción del Canal, precedió en el cargo al actual máximo mandatario, Laurentino Cortizo, hijo de un ourensano de Beariz.

Laurentino Cortizo, actual presidente de Panamá. Juan Carlos Varela, presidente de Panamá entre 2014 y 2019.

“Su eficacia no solo es más que la de los negros, sino que resisten mejor el clima / Cada gallego vale por tres”. Estas son dos frases atribuidas a John Frank Stevens, el Ingeniero Jefe de las obras del Canal de Panamá, nombrado por el mismísimo presidente de Estados Unidos Theodore Roosvelt (otro gran admirador del rendimiento laboral de los galegos). Stevens sabía de lo que hablaba. Había contemplado y comprobado su capacidad de sacrificio en las obras del ferrocarril de Cuba, así que dada la dificultad del proyecto, se empeñó a tal punto en que se contratase a gallegos que hasta lo puso como condición para aceptar el cargo.

Y ello a sabiendas de que no iba a ser fácil: en aquella coyuntura histórica, en España todavía dolía en el alma la pérdida de Cuba propiciada por la intervención norteamericana que tanto resquemor y, por qué no decirlo, tanto odio, generó hacia el “pérfido” yanqui. Pero el ingeniero lo solucionó, claro, al más puro estilo “made in America”, ofreciendo -¡ojo! solo a los que eran gallegos- alojamientos lujosos y grandes sueldos (más del doble de lo que cobraban los demás empleados). En 1904 llegó a Panamá la primera de las oleadas de emigrantes gallegos, unos 300. Y en 1906, de los 8.000 contratados españoles, 6.000 procedían de Galicia.

Trabajadores españoles en las obras del Canal de Panamá. Cedida por Nosa Terra

Aunque probablemente en un primer momento no figuraba entre sus planes quedarse a vivir en Panamá finalizadas las obras del Canal lo cierto es que, en su mayoría, eligieron este país para residir. Volver a Galicia en 1914 significaba regresar a la cuna, sí, pero de sus miserias, y, por otra parte, qué mejor para invertir el dinero ganado que un país que aseguraba la prosperidad aunque, a cambio, hubiesen tenido que soportar unas condiciones laborales extremas trabajando con pico y pala hasta diez horas diarias, en ocasiones con el lodo cubriéndoles medio cuerpo, y con las enfermedades tropicales siempre al acecho.

El nieto de varela

Uno de aquellos esforzados emigrantes de los que decidieron quedarse en Panamá se llamaba José Varela Blanco y había nacido en Bergondo (A Coruña). Seguro que ni en el más ambicioso de sus sueños hubiera podido siquiera imaginar que, en la sociedad panameña actual, el apellido Varela sería identificado como el de quien fue presidente del país entre el verano de 2014 y el 1 de julio de 2019, Juan Carlos Varela Rodríguez.

Del abuelo Varela no puede decirse que la vida le hubiese ido mal en Panamá tras rematar su trabajo en el Canal, más bien todo lo contrario. Casado con una panameña de origen español, con la ayuda de su suegro, José puso en marcha una hacienda dedicada al cultivo de la caña de azúcar que derivaría en la empresa que heredaron sus hijos con el nombre de Varela Hermanos S.A., considerada la principal industria licorera de Panamá, cuyo producto estelar es una marca de ron de inequívoco homenaje ancestral: “El Abuelo”.

Juan Carlos Varela

En la empresa familiar se curtió laboralmente Juan Carlos Varela Rodríguez (ciudad de Panamá, 1963) quien, sin embargo, ya muy joven habría de emprender la carrera política que le llevaría a la presidencia panameña.

Varela fue cabeza de lista de la coalición conformada por su fuerza política, el Partido Panameñista en alianza con El Pueblo Primero, históricamente considerada la primera fuerza del conservadurismo nacional, aunque él la empujó al centro progresista, imprimiéndole un fuerte signo social en el apartado económico. Miembro del Opus Dei y definido como un hombre de “rígidos principios”, antes de ser elegido presidente Varela ya había desempeñado los cargos de vicepresidente de la República y fue además el ministro de Exteriores hasta 2011.

Representantes de la colonia gallega en panamá han propuesto que se erija un monumento a los “héroes” de la construcción del canal

Finalizada su legislatura, Varela semeja hoy retirado de la primera línea política en Panamá. Tras él, la presidencia recayó en el representante de la otra gran fuerza política panameña, ésta de carácter izquierdista, pero también liderada por otro “gallego”, Laurentino Cortizo Cohen. A diferencia del abuelo de José Varela, el padre del actual premier forma parte de una segunda generación de gallegos asentados en Panamá, ésta ya no descendiente directa de quienes trabajaron en el Canal, pero sí relacionada con la primera, que ya se había consolidado en el país centromericano.

Efectivamente, Laurentino Cortizo Cortizo partió rumbo a Panamá a principios de la década de los 40, más que probablemente invitado por alguno de los otros emigrantes de su aldea, Beariz , que tres décadas antes habían llegado para construir el Canal. Casado, no por casualidad, con la hija de uno de ellos, la también gallega Esther Cohen, decidió ayudar primero, y continuar después, la labor de su suegro, que había fundado una hogaño potente empresa ganadera, la que heredó Laurentino “Nito” Cortizo Cohen quien, sin embargo, al igual que le ocurrió a su paisano, no pudo resistir la tentación de hacer una carrera política que no ha dejado desde que, en 1994, hubiese obtenido escaño en la Asamblea Legislativa de la República de Panamá. Eso sí, en todos estos años no ha dejado de gobernar, a distancia, las dos empresas de las que es propietario desde 1986: el Grupo Cortizo, Panablock (empresa de materiales de construcción) y Hacienda Hermacor (ganadería de alta genética).

Un homenaje a la primera generación

Una buena prueba de lo vivos que permanecen en el recuerdo de la actual colonia gallega asentada en Panamá los emigrantes de Galicia que trabajaron en el Canal hace más de cien años, es la existencia de Nosa Terra, una Fundación que ha tomado la iniciativa de erigir un monumento en homenaje a aquellos esforzados trabajadores que, en su país de acogida, fueron considerados unos héroes. “La Fundación Nosa Terra -explica a ESTELA+ su director de contenidos Manuel Picó- busca tender puentes entre las generaciones de hijos y nietos de gallegos en Panamá para honrar el legado de los 8 mil españoles (6.000 de ellos gallegos) que trabajaron en las obras del Canal en el siglo pasado”.

“Este colectivo nació -prosigue Picó- cuando nos reunimos un pequeño grupo de personas que hoy forman conmigo y Juan Carlos el comité: Ricardo Gago, Daniel Pichel, Dorinda Cortizo y Ricardo Zanetti, que contactamos con Francisco Sieiro, a quien sumamos y dimos forma a esta idea de la fundación que lo que busca es unir a la comunidad gallega y así honrar, juntos, a esos emigrantes gallegos, caracterizados por su entrega y dedicación al trabajo”. “Nuestra primera meta -añade- es el levantamiento de un monumento que recuerde a esos primeros gallegos que emigraron a Panamá por la construcción del Canal, saliendo la mayoría de ellos del puerto de Vigo, y que sentaron las bases de otras migraciones que vinieron después...”.

Y que nadie dude de que, más temprano que tarde, lo conseguirán. No en balde, los actuales gallegos de Panamá han tenido unos abuelos ejemplares.

Y pudo haber un tercero: Rubén Blades

En 1994 concurría a las elecciones presidenciales el que probablemente sea el panameño más famoso del mundo, el cantautor y actor Rubén Blades, al frente de un partido denominado Movimiento Papá Egoró, fundado en 1993. El partido se convirtió en una sorpresa electoral ya que, con solo cinco meses, quedó en tercer lugar con 182.405 votos (17% del total). Claro que eso no le valió a Blades, quien poco después abandonaría su breve incursión en la política, no sin antes haber ejercido de ministro de Relaciones Exteriores.

Rubén Blades se ha referido varias veces a unos ancestros gallegos de los que, sin embargo, poco se ha demostrado. Pero siguiendo la pista de su madre, podemos asegurar que la abuela materna del cantante salsero, Carmen Caramés, había nacido en Galicia, casi con toda seguridad en un pueblo de la provicia de Pontevedra, según el propio Blades. Por lo tanto, lo que decía y dice el autor de “Pedro Navaja” nunca una broma.

Rubén Blades

La madre de Rubén Blades, Anoland Bellido de Luna-Caramés y Pérez, había nacido en 1927 en la localidad cubana de Regla, y sus abuelos eran gallegos o hijos de gallegos, tanto por parte paterna como materna. Si el abuelo paterno de Anoland, ya nacido ya en Cuba y cuya identidad desconocemos, había ido a trabajar al Canal de Panamá, el materno, Joseph Louis Bellido (el apellido “huele” a gallego) de Luna Reinee, de Nueva Orleans marchó a Cuba, a luchar en la Guerra Hispano-Cubana-Americana. Le gustó el país y decidió quedarse, casándose en terceras nupcias con Carmen Caramés, con quien tuvo 22 hijos, entre ellos, Anoland, la madre de Rubén, fallecida en 1991.

Ella era muy joven cuando en los años 40 se fue a Panamá. Una noche, mientras actuaba en un night club, se fijó en el hombre que tocaba el bongó en la orquesta que la acompañaba. Era Rubén Darío Blades Bósquez, panameño de origen colombiano y ascendencia inglesa, con quien contrajo un matrimonio que tuvo cinco hijos: el segundo de ellos, Rubén Blades Bellido de Luna, vino al mundo el 16 de julio de 1948 en el barrio San Felipe de la capital panameña.

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