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Carlos Núñez Músico

“Habría que declarar la música celta Patrimonio de la Humanidad"

El músico vigués celebra el 25 aniversario de la salida de su primer álbum, “A irmandade das Estrelas”, con la edición en vinilo del histórico disco y la publicación de una segunda parte con 14 temas nuevos y flamantes artistas invitados

Carlos Núñez: "No me importaría volver a empezar"

Carlos Núñez: "No me importaría volver a empezar" S. R. | M.B | O.L

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Carlos Núñez: "No me importaría volver a empezar" Salvador Rodríguez

La edición, hace 25 años, de “A irmandade das Estrelas” supuso todo un acontecimiento no solo para la trayectoria artística de Carlos Núñez sino para la historia de la música de Galicia. Era la primera vez que un gaiteiro obtenía una proyección internacional de primera línea con un álbum que abría el espectro de posibilidades de la música de raíz galaica codeándola, de igual a igual, con otros estilos musicales, e incorporando a una selección de insignes colaboradores participantes en la grabación: desde el grupo Chieftains al guitarrista Ry Cooder pasando por los componentes de Nighnoise, la propia Luz Casal o los cubanos de la Vieja Trova Santiaguera.

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Carlos Núñez, fuelle de la música gallega

El éxito fue tan fulgurante, y en principio, tan imprevisto, que lanzó a su protagonista, este vigués a punto de cumplir el medio siglo de edad, a un estrellato en el que permanece cinco lustros después, y ese seguramente sea el mayor mérito de aquel chaval que, ya con solo 13 años, quedó impresionado con lo que vio en el festival de Lorient, al encontrarse sobre un escenario al frente de una orquesta sinfónica ,y jaleado por miles de espectadores que disfrutaban de su interpretación. Carlos debió pensar, ya entonces, algo así como un “¡Sí, se puede!” que no tardaría en hacerse efectivo.

Porque para que aquella mecha prendiese del todo, tenía que producirse un hecho más, un suceso que vino de la mano de Paddy Moloney, líder de los Chieftains, quien un día le propuso que acompañase al elenco irlandés a una gira por Estados Unidos. Nuñez, que en aquella altura, era profesor del Conservatorio de Vigo y formaba parte de una banda que ya había empezado a llamar la atención, Matto Congrio, tuvo que reflexionar si tenía que aceptar o no aquella propuesta; si, al cabo, debía tomar, o no, la primera gran decisión de su vida personal y profesional:

“La decisión era muy arriesgada y yo lo sabía -recuerda Carlos-. Porque en aquel momento ya estaba digamos que con mi vida estabilizada, así que embarcarme en aquella aventura yo diría que era más que un reto, era un desafío"

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Carlos Núñezs, en los estudios Planta Sónica 2

Pero los Chieftains insistían y eran los que más me animaban a aceptar, me retaban con un Do it! Arriésgate! y, bueno, acepté, me arriesgué, aunque con muchísimo miedo, lo confieso. Y es que Moloney y sus amigos habían conectado perfectamente con algo que nosotros teníamos en Vigo, con ese espíritu libre del mar, con esa cultura que nos ha hecho, como ribereños, unas personas abiertas, y con la historia de este puerto de donde han partido cientos y cientos de barcos llenos de emigrantes gallegos en busca de una vida mejor, más gratificante, más rica…en dinero, ¿por qué no?, pero también en experiencias vitales.

"Mis amigos más rockeros se quedaban pasmados. "¿Pero tú no te das cuenta?" ¡Has estado con los grandes!"

Carlos Núñez - Músico

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Carlos Núñez, durante la entrevista en los estudios Planta Sónica 2 Marta G. Brea

-De aquella gira, recuerdo que usted volvió con una suerte de “cambio en la mirada”

-Actuar al lado de los Chieftains era dar por cumplido uno de mis grandes sueños. Yo era ya tan feliz con eso que creí que había tocado el cielo o que había ido a parar al mismísimo Paraíso de la música celta. Pero entonces ocurrieron una serie de cosas: ya en el primero de los conciertos de la gira, que era un homenaje a Roger Daltrey, cantante de los Who, participaron grandes estrellas del rock, a la mayoría de las cuales, por cierto, yo ni conocía, empezando por el propio Daltrey o sus compañeros Pete Towshend y John Entwistle, y después vinieron Bob Dyan (a este sí que lo conocía), Alice Cooper, Sting (del que descubrí que sabía cantar y hablar en gaélico)…. en fin. De manera que cuando, finalizada la gira, regresé a Vigo, al enseñar las fotografías que me habían hecho con toda aquella “gente”, de cuya importancia yo aún no me había percatado, mis amigos más rockeros, estaban pasmados. “¿Pero tú no te das cuenta? ¡Has estado con los más grandes!

-Y se le abrió un mundo.

-Sí, en cierta manera, sí. Porque una de las enseñanzas que aprendí de los Chieftains es que, aunque fuese un músico de determinado género musical, no había que obsesionarse con mis límites y los del propio género, sino hacer todo lo contrario. “No pienses siempre en tu propio país. Piensa en el mundo. Piensa a lo grande”, me decía Paddy, “porque lo importante es trabajar con grandes artistas internacionales de cualquier género. Invítales a visitar tu casa”. Y desde entonces apliqué esa filosofía a mi música, y el primer resultado fue, precisamente, “A irmandade das Estrelas”.

-Y después vino un disco “polémico”, Os amores libres, en el que fusionaba la música gallega con el flamenco. ¡Qué atrevimiento!

-En los siguientes discos lo que hice fue desarrollar y, a la vez, explorar las ideas que había mostrado en “A irmandade das Estrelas” profundizando y adentrándome en cada uno de aquellos caminos que había emprendido. Y, sí, lo siguiente era todo un atrevimiento, nada menos que un diálogo entre la música tradicional gallega y el flamenco. Lo cierto es que, después del éxito del primer álbum, las discográficas me apuraban para que, rápidamente, editásemos otro disco en la misma línea. Pero, hablándolo con mi manager y amigo, Fernando Conde, llegamos a otra conclusión. Nos dijimos: “¡Vamos a gastarnos todo el dinero que hemos ganado, el que haga falta, en hacer un superdisco!”, y nos decidimos por el flamenco pero, claro, lo que nosotros nos proponíamos no era un encuentro sino un reencuentro, porque sabíamos que la música gallega y la flamenca tenían muchos puntos en común y que, por supuesto, nosotros no inventábamos ni estábamos haciendo un experimento artificial ni artificioso, sino que esas conexiones procedían de una larga tradición.

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Y esto, pues no fue entendido por todo el mundo. Yo incluso recuerdo llamadas airadas a las emisoras de radio escandalizándose por nuestro atrevimiento, quejándose de que habíamos poco menos que pecado…Y, bueno, aunque el disco gustó a la mayoría de gente, me percaté de que, si iba a apostar por esa línea en mi música, lo que tenía que hacer también era una función didáctica. Es decir, que Carlos Núñez no solo tenía que grabar discos, sino también explicarlos. Y es lo que, desde entonces, también he procurado hacer con cada uno de mis álbumes.

-Eso explica, efectivamente, que sus discos pueden ser calificados de conceptuales en el sentido de que cada uno de ellos gira en torno a una idea, un concepto, a partir del cual se va, como usted dice, explorando…

-Pues sí. En general la mayoría de cada uno de mis discos son fruto de procesos largos, a veces de décadas de ir cocinando unas ideas y madurándolas. Y hay también una búsqueda cuyos inicios datan, en ocasiones, de los principios de mi carrera, de cuando me quedé asombrado con el Festival de Lorient, de cuando perseguí los pasos de Castelao y Cunqueiro en Bretaña, de la huella que dejaron los gaiteros gallegos en América…

-Y a ello hay que añadir esos sacrificios que hay que hacer pero que no se ven: estar lejos de casa, jornadas de 25 horas, madrugar para llegar al siguiente concierto que igual está a 500 kilómetros de carretera…Porque aún hay gente que cree que los artistas viven una vida “happy”, que todo es tocar y punto.

-Claro, claro. Esto exige sacrificio pero, mira, en ese sentido yo tenía mucho ganado porque mi primera escuela fue la de los músicos tradicionales, la de Corral, la de Portela, la de los propios Chieftains, que siempre conjugaron muy bien la humildad con la sabiduría.Yo siempre he vivido en Vigo pero, a la vez, he vivido como emigrante en Bretaña, en Brasil, en Estados Unidos…De los EEUU, donde incluso lancé dos discos distribuidos en exclusiva para el mercado americano, aprendí cosas muy importantes, entre ellas la de los conciertos en marcos muy especiales que llevo haciendo desde hace unos años.

-Cuente, cuente.

-Pues, verás, hace unos diez años, con aquella crisis económica, prácticamente tuvimos que empezar de nuevo. Esa crisis destruyó el sistema hasta entonces vigente en la cultura, y particularmente en la música, un sistema que estaba ya demasiado plagado de excesos por parte del dinero público, de contratar estrellas a sobreprecios…o sea, un sistema que se hizo trizas. En esa época, nosotros estuvimos primero en Brasil y, después, en Estados Unidos.Y un día, en California, recuerdo sorprenderme viendo a grandes estrellas de la canción americana a los que encontrabas actuando debajo de un árbol con un micrófono y un par de bafles montando shows.

"Me percaté de que allí, el show lo ponía el artista, sin necesidad de vatios, y que tal vez fuese pertinente priorizar cosas sencillas por encima de los macromontajes"

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Me percaté de que allí, el show lo ponía el artista, sin necesidad de vatios, y que tal vez fuese pertinente priorizar cosas sencillas por encima de los macromontajes. A mí esa sencillez me marcó y me animó, a sabiendas de que en Galicia teníamos marcos preciosos donde actuar y que los más bellos provenían de la Naturaleza y de la Historia: eran nuestros paisajes, nuestra arquitectura, nuestros monumentos, hasta nuestra gastronomía. Fui dándole vueltas a esa idea hasta que la concreté en toda esa serie de conciertos en lugares mágicos/paradisiacos, fuese en bodegas, iglesias o carballeiras, unos conciertos en los que, además, había que prescindir de la subvención o las ayudas institucionales, y trabajar como se hace en Estados Unidos: a pura taquilla. Y a la postre, ya ves, resultó que la crisis nos benefició,  porque esos conciertos funcionaban, siguen funcionando, y todo eso lo que provocó fue que nos reinventásemos a nosotros mismos. Estaría bien recordar, ahora que parece que la pandemia da sus últimos coletazos, que lo que no podemos hacer es volver a caer en los errores del pasado, en el dispendio, en el descontrol sin ton ni son del dinero público…Señores políticos: no se gasten el dinero en sobresueldos a las estrellas musicales, para eso gástenselo mejor en Educación, en Sanidad…

-¿Qué es la música celta? ¿Qué hay de mito y qué de realidad en ella?

-Desde luego, no se trata de aquella música que se puso de moda en los años 70, con Alan Stivel especialmente, y él es el primero en saberlo. El nombre de música celta aplicado a un género lleva varios siglos en funcionamiento. Ya el Padre Sarmiento decía que lo más antiguo que se conservaba en Galicia venía de la música, y la de gaita en particular. A mí las teorías históricas, y arqueológicas, que más me convencen son las que defienden que los celtas no nos llegaron del Norte de Europa sino que lo celta era el conjunto de lenguas con el que los romanos se encontraron cuando llegaron a estas tierras. La celta para mi es una cultura que vive y está en actividad desde las Edades de Hierro y de Bronce,como así se refleja en los petroglifos. Y la lengua celta también se conserva en los idiomas actuales, el español, el gallego, el francés…idiomas en los que, de vez en cuando, nos sorprende una palabra porque no viene del latín, sino de “otro” sitio. Yo pienso que si en el lenguaje perviven esas palabras, ¿por qué no iba a ocurrir lo mismo en la música? ¿acaso no es cierto que eso que llaman modo dórico y que se emplea en el rock y hasta en el trap es el mismo que se usaba en la música medieval? ¿acaso tenemos que considerarnos periféricos cuando en realidad fuimos el centro del mundo? ¿y no es verdad también que nosotros, además de receptores de cultura, también fuimos generadores de ella? El rey Arturo es un mito, pero la música celta es una realidad con más de mil años de Historia, y yo lo que quiero, lo que deseo, es que cumpla su mayoría de edad, que nos la creamos, y que le demos la importancia que tiene. Si el flamenco ha sido declarado patrimonio de la humanidad, ¿por qué no lo va a ser la música celta?

-Cerremos el círculo. Si tuviera que enfrentarse nuevamente ante un dilema como el que le planteó Paddy Moloney, ¿la respuesta sería la misma?

-Pues sí, diría que sí, y te diré la razón: porque he descubierto que me gusta mucho reinventarme a mí mismo. Es algo maravilloso y no me importaría volver a arriesgar ante una propuesta semejante, incluso volver a empezar de cero.

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La segunda Irmandade das Estrelas

-Además de esa continua búsqueda de nuevos caminos en cada uno de sus álbumes, tengo la particular impresión de que a usted le gusta sorprender en cada paso que da. ¿Es cierto?

-Algo de eso hay, aunque me parece que me sale de manera inconsciente. Pero sí, quizás sea que también me gusta sorprender, pero lo que en realidad ocurre es que cuando trabajo alrededor de una idea que puede, o no, convertirse en disco, primero lo comparto con mi manager, Fernando Conde, y si ambos acordamos en tirar para adelante, es cierto que durante los años del proceso de creación tan solo están al tanto de lo que estoy haciendo mis músicos y las personas que, directa o indirectamente, están implicadas en el proyecto. Y reconozco que, sí, el gran público solo sabe de qué va a ir mi siguiente disco unas pocas semanas, a veces días, antes de que esté, hablando en términos actuales, totalmente construido (es que en estos tiempos, ya casi no se puede decir editado).

-Y me parece que algo de sorpresa hay en el nuevo disco. Este “A Irmandade das Estrelas 2” que tiene prevista su salida al mercado el próximo 16 de julio, día de su 50 cumpleaños.

- (risas) Esta vez los sorprendidos hemos sido nosotros mismos, pero es que lo de A Irmandade 2 también tiene su historia. Todo arranca del interés que José María Barbat, de la compañía Sony, tuvo hacia nuestro trabajo sobre Beethoven a través del concierto on line “Celtic Beethoven”. Barbat había sido el productor de “A Irmandade das Estrelas” en 1996 y ocurrió que, hace como un par de meses, me avisó: “Se acerca el 25 aniversario de aquello y ¿no vais a hacer nada?”. La verdad es que se me saltaron todas las alarmas, ¡nos habíamos olvidado!. Así que rápidamente nos pusimos en marcha y, en dos meses, teníamos grabados la friolera de 14 temas nuevos y rematado un álbum en el que volvíamos a contar con nuevos colaboradores que…

-Que no se pueden citar aún…

-Bueno, ya que estamos cerca, te voy a citar dos, un gallego y una española: Andrés Suárez y Rozalén. Por otra parte, no está de más contar que, para conmemorar este 25 aniversario, hemos editado, por primera vez en vinilo, el primer “A irmandade das Estrelas”.

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