Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El hombre del volcán

Vista del pozo de Dionne FdV

No sé si se habrán enterado de lo que sucede con el pozo de Dionne, en Francia. Que no es que resulte novedad, porque lleva pasando desde hace cientos de años. Resulta que este enorme pozo —que está en el pueblo francés de Tonnerre, en Borgoña— ya era utilizado por los romanos y reverenciado como fuente sagrada por los celtas.

Los franceses lo llegaron a utilizar como piscina pública, pero siempre con un misterio latiendo allá abajo, en el fondo. Porque ahí estaba la gracia del asunto, en que no había fondo. Galerías y más galerías de agua que descendían, al menos, 70 metros bajo la superficie. ¿Cuál sería el origen del manantial? Seguramente un río subterráneo, una corriente de vida líquida y desconocida.

Y ustedes dirán: ah, pero en pleno siglo XXI ya habrán verificado la estructura y las verdaderas dimensiones de las grutas y canales creados por el agua con algún sónar o aparato electroacústico que… Pues no, no me vayan por ahí. Fíjense si es serio el asunto, que ya han fallecido hasta tres submarinistas intentando llegar al fondo de la caverna infinita.

¿Cómo es posible? Les sigo en su pensamiento deductivo, no lo duden. Alguno de ustedes dirá “vaya, cómo se complican estos franceses”. O bien “¡pero si viajamos al espacio! A día de hoy un buen estudio geotécnico podría solucionar el misterio”. Pues no, no corran. En España andamos con enigmas igual de extraños. ¿Conocen ustedes el evocador monte del Castillo, en Cantabria? Piénsenlo como una de esas montañas que dibujábamos de niños, con forma cónica perfecta. Dentro de esta elevación hay catalogadas varias cuevas Patrimonio de la Humanidad —Cueva de las Monedas, de El Castillo…— con pinturas de unos 20.000 años de antigüedad. Por lógica, y seguro que están conmigo, habrán deducido que ante tales joyas —no muy lejanas geográficamente a Altamira— todo el cono que supone la montaña habrá sido radiografiado desde hace años por los mejores especialistas. Pues tampoco. En agosto de este mismo año saltaba la noticia de que un concejal, haciendo simples labores de limpieza en un sendero, había encontrado por casualidad la boca de otras dos cuevas en la mismísima montaña sagrada. ¡Así, simplemente paseando! Y no se crean que eran unos modestos agujeros en la roca con un grafiti de un par de manos de hace 18000 años, sino que se trataba de cavidades de 70 y de 100 metros respectivamente.

  • Cuevas y termas
    Cuevas y termas El Monte Castillo esconde grutas rupestres declaradas Patrimonio de la Humanidad. Las aguas termales de Puente Viesgo son famosas desde hace siglos. Son algunos de los muchos atractivos de esta villa cántabra rodeada de naturaleza

¿Qué nos sucede? ¿Miramos a la luna y no nos detenemos a observar lo que tenemos a nuestros pies? Si nos fijamos en los presupuestos que los gobiernos facilitan para investigación, tal vez nuestra secuencia lógica de deducciones se agilice.

Estos días supe que la Unidad de Socorro Alpino de Sicilia había encontrado el cadáver de un varón de unos 50 años en una gruta de lava del volcán Etna. El hombre iba vestido con camisa y corbata, y llevaba a su lado un periódico de 1978, época en la que se estima que probablemente falleció. Todavía se desconocen los resultados de la autopsia, pero no había señales de violencia. Sobre su elegante atuendo, el cadáver llevaba un jersey de lana, un chubasquero y un gorro de lana. Como si una mañana hubiese ido a la oficina normalmente y, después, se hubiese visto forzado a cambiar de planes. ¿Por qué iría allí? Y si entró de forma voluntaria, ¿por qué no volvió a salir? ¿Un infarto, quizás? Mientras se desvela el misterio, me gusta pensar que el hombre de corbata salió un día, sencillamente, a buscar las respuestas que no llegaban.  

Compartir el artículo

stats