Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mujeres fuera de serie

La luchadora que traspasa el ring

Marta Brañas fue la primera campeona profesional del boxeo femenino español. La coruñesa, reivindicadora de la igualdad en este deporte, pelea ahora por convertirse en teniente enfermera y ayudar allá donde haga falta

Marta Brañas, con sus guantes de boxeo, en la playa de Arteixo, en A Coruña. Víctor Echave

En su perfil de twitter, Marta Brañas (Arteixo, 1985) se presenta como “militar, enfermera, ex boxeadora profesional y amazona. Al cuidado de las personas y al servicio de España”. Cuando uno habla con ella, añadiría a estos hashtags otras muchas cualidades como valentía, humildad y trabajo, que son las que le hacen ser realmente especial.

Marta fue la primera campeona profesional del boxeo femenino español. Una luchadora nata, dentro y fuera del cuadrilátero, y una mujer que no admite en ninguna de las facetas de su vida diferencias de género.

Marta Brañas, con sus guantes de boxeo, en la playa de Arteixo, en A Coruña. VÍCTOR ECHAVE

  • ¿Quién soy?

    “Tres valores siempre me acompañan: ilusión, constancia y sacrificio. Con ellos puedes conseguir todo lo que te propongas.”

Ya desde muy pequeña no se dejó moldear por lo que supuestamente se espera de una niña. Como a su hermano mayor, a Marta le apasionaban el fútbol, las luchas y otros deportes considerados tradicionalmente masculinos. Y mejor pantalón que vestido, que era más cómodo para jugar.

Su padre, conductor de coches, ahora jubilado, y su madre, operaria de una fábrica, no pusieron impedimentos a las aficiones de su hija y la animaron a entrar en un equipo de fútbol. “Me gustaba el fútbol 11 pero en aquel momento no había equipos femeninos en mi zona. Me desencanté y me metí en fútbol sala, también solo con niños, pero me enfadaba porque no me pasaban la pelota”, recuerda.

Marta en una imagen de su infancia

"De pequeña me llamaban marimacho y me hicieron cuestionarme qué me pasaba”

decoration

Marta estaba acostumbrada a que le llamaban “marimacho”. “Me daba igual, tenía bastante carácter, pero es verdad que, sobre todo cuando era pequeña, me hicieron cuestionarme qué me pasaba, por qué no me gustaban las cosas de niñas… Creo que nadie debería hacer sentir algo así a un niño; cualquier actividad pueden hacerla niños y niñas si les gusta. ¿Quién marca lo que es masculino y femenino?”, reivindica.

Tras el fútbol, Brañas decidió probar suerte con las artes marciales. Le eran familiares ya que su padre había practicado full contact, aunque no llegó a competir, y su tío, judo. En Arteixo solo había dos gimnasios, uno de kung fu y otro de boxeo. “Con 12 años me metí en el de kung fu y cuatro años después llegué a cinturón negro”, cuenta. Pero luego quiso probar otras cosas. A los 17, se apuntó al gimnasio de boxeo. “La verdad es que mi primera intención era practicar kickboxing y no pensaba en competir”, explica. Pero aquel talento extraordinario que muy pronto descubrió su entrenador no podía desperdiciarse. Y cuando le dieron la oportunidad de competir en boxeo, Marta no lo dudó. “A mis padres no les importaba que entrenase, pero lo de competir no les hacía ninguna gracia porque siempre está el riesgo de recibir un mal golpe. A pesar de eso, siempre me apoyaron y si competía en casa venían a verme”, agradece.

Marta Braña en su faceta como boxeadora

Marta lamenta la imagen errónea que la mayoría de la gente tiene del boxeo femenino y los estereotipos que rodean a este deporte. “Muchos creen que se trata solo golpear, pero hay toda una técnica. Es un arte noble en el que empiezas y terminas con un abrazo, es competitividad sana y hay muy buen ambiente”, describe. Marta se ríe ahora de las muchas veces que ha tenido que aguantar el comentario de “No pareces boxeadora”. “¿Y cómo creen que debería de ser una boxeadora?”.

"Es un arte noble en el que empiezas y terminas con un abrazo, es competitividad sana y hay muy buen ambiente”

decoration

El primer combate de la coruñesa fue en Madrid. Lo rememora con una sonrisa. “No estaba muy nerviosa, pero todo era nuevo para mí y recuerdo que me dio la risa nerviosa. Perdí, pero estaba contenta porque estuvo muy igualado”. Ese fue el primero de muchos combates en los que la gallega dio lo mejor de sí misma hasta que la selección española de boxeo olímpico la llamó en 2009 y se fue a Madrid para entrenar en el Centro de Alto Rendimiento Joaquín Blume. Con la selección participó en los Mundiales de 2012 de aficionadas, disputados en China.

Unas lesiones obligaron a la boxeadora a abandonar el ring durante dos años y se retiró del boxeo olímpico en 2013. La joven regresó a A Coruña, pero su carrera deportiva aún no había terminado. “En esos momentos yo ya era militar y quería centrarme en el trabajo y en estudiar”, cuenta.

Pero en ocasiones los planes no salen como uno espera y la vida demuestra que es una verdadera caja de sorpresas. En el año 2014 Brañas acudió a unos premios del deporte en Galicia para recoger un premio. A aquella gala acudió un presidente de la Federación de Boxeo de México y un promotor de Estados Unidos, que ofreció a la gallega un contrato para competir.

Marta Braña en su faceta como boxeadora

Marta no pudo resistirse ante esta nueva oportunidad: “Era un sueño hecho realidad”, recuerda. Y, como en las demás facetas de su vida, la coruñesa volvió a decir sí al fascinante reto y se convirtió en la primera boxeadora profesional gallega.

Se instaló en Lakewood, Los Ángeles, y se estrenó con tres combates en México que resultaron tres brillantes victorias. “La potrilla de Arteixo” -que es como se la conocía en el mundillo, un apodo que venía de su otra gran pasión, la hípica- estaba haciendo historia en el mundo del boxeo femenino. En estos países Marta descubrió que el boxeo era un deporte mucho más conocido y admirado que en España, “el público lo demanda casi tanto como aquí el fútbol”, asegura.

Su otra gran pasión, la hípica

Después regresó a España y compitió en el Campeonato nacional. Casi sin tiempo para asimilarlo, se convirtió en la primera campeona de España de boxeo con carácter profesional. “Fui la primera y eso es un enorme orgullo”, afirma.

En España, advierte, “el boxeo femenino cada vez tiene una mejor consideración, pero aún le falta un empujón. Es increíble que fuera el único deporte que no tuvo representación femenina en unas olimpiadas hasta 2012. A partir de ahí todos los países e instituciones empezaron a apostar más por esta disciplina”, apunta.

Tras 14 años en la pelea, un conflicto económico entre su manager y un promotor de Panamá provocó que se suspendiera un importante combate en el país sudamericano y fue el momento en que Marta decidió abandonar el boxeo. Confiesa que lo hizo con mal sabor de boca. “Después de tantos años no me gustó terminar así”. Aunque nunca pronunció la palabra “definitivamente”.

Pero la vida de Brañas va mucho más allá del ring. En 2008, la coruñesa decidió entrar en el Ejército, una opción que le sugirió uno de sus profesores de equitación cuando trabajaba en Casas Novas haciendo prácticas de un ciclo medio de actividades deportivas que cursaba en aquel momento.

Marta Braña con su uniforme de militar

“Uno de mis profesores era comandante y me sugirió entrar en el Ejército. Las fuerzas de seguridad me llamaban la atención desde pequeña porque mi tío es policía. Cuando vi que salieron plazas para A Coruña, me lancé”, cuenta. Ingresó en el ejército de Tierra, en infantería ligera, y realizó el periodo de instrucción en Cáceres. “Me sorprendió porque lo disfruté muchísimo; conocí a gente de toda España y fue una de las mejores épocas de mi vida”, asegura.

“En mi experiencia no he encontrado que hagan diferencias entre hombres y mujeres"

decoration

La joven se acostumbró con facilidad a la disciplina del Ejército, afirma identificarse al 100% con sus valores y niega rotundamente que exista machismo en esta institución. “En mi experiencia no he encontrado que hagan diferencias entre hombres y mujeres: todos somos militares, optamos a las mismas plazas, los sueldos son los mismos, las pruebas iguales”, zanja la soldado.

Pero Marta no se contentó con el contrato hasta los 45 años que tenía como miembro de la tropa. Su deseo era seguir la carrera dentro del Ejército, por lo que decidió que tenía que promocionar para asegurarse un futuro allí. Y la respuesta para ello estaba en la Universidad.

Marta con un diploma tras decidirse a estudiar enfermería para continuar su carrera militar

La ex boxeadora compaginó la carrera de Enfermería con el trabajo en el cuartel, dejando durante unos años su vida social casi totalmente aparcada. “Me llamaba la atención la rama sanitaria, pero en realidad no estaba segura de si iba a encajar. Empecé en 2015 y me entusiasmó, sobre todo cuando empezamos con las prácticas”, cuenta. Al finalizar la carrera trabajó en el hospital Quirón un tiempo y luego se presentó a la oposición de enfermería del ejército. “La primera vez suspendí el caso práctico, la defensa oral. No tenía experiencia y no me sentía segura en este aspecto”. Por ello, decidió que antes de volver a presentarse tenía que trabajar y conocer de primera mano todo lo que había aprendido en los libros. “Compaginaba el ejército con media jornada en el hospital Modelo HM, cogí mucha práctica y ahora me siento mucho más confiada”, asegura.

En estos momentos, Marta se forma en la Academia de Enfermería Militar y comparte la experiencia con la Tercera Compañía del batallón de alumnos de la Academia Central de la Defensa. En julio espera salir de allí convertida en teniente enfermera del cuerpo militar de Sanidad.

“No tengo claro qué destino elegiré… Me atrae el sur, pero no descarto ningún lugar, incluidas las misiones humanitarias”, apunta.

Marta portando como atuendo dos de sus pasiones

Pero los guantes de boxeo aún conservan su hueco en la habitación de Marta. De hecho, cuenta ilusionada que está volviendo a entrenar y que no descarta ninguna posibilidad. También en Madrid está retomando la hípica, que tuvo que aparcar para preparar la oposición. “Dejo que la vida me sorprenda y nunca cierro todas las puertas. Intento disfrutar de cada etapa y dar lo mejor de mí en todo lo que hago”, afirma.

“Dejo que la vida me sorprenda y nunca cierro todas las puertas"

decoration

También lo hace en su vida personal. “¿La maternidad? Hace unos años me entró el instinto, pero en ese momento no pudo ser. Ahora, no me lo planteo demasiado, aunque tampoco lo descarto… Soy consciente de mi edad, pero ahora mismo no lo estoy buscando”, afirma.

Marta se considera una gran privilegiada ya que, hasta el momento, asegura que no ha tenido que enfrentarse a ningún combate demasiado duro. “La vida nunca me ha tratado mal; algunos altibajos, pero nada serio, ni tampoco a mi familia cercana”.

Es fuerte y está repleta de ilusión. Dispuesta a anticiparse, esquivar y responder los golpes que puedan venir

Las pioneras: Barbara Buttrick, el puño contra la discriminación

Barbara Buttrick

Barbara Buttrick

Barbara Buttrick “Battling” (Cottingham, 1929) está considerada pionera del boxeo profesional femenino. Se convirtió en campeona mundial en las décadas de 1940 y 1950 y era conocida como “The Mighty Atom of the Ring” (el poderoso átomo del ring), en referencia a su metro y medio de altura. Se trasladó a Estados Unidos en los años 50, donde el público era más abierto a las mujeres boxeadoras, y luchó también en Canadá, Chicago y el sur de Florida. Uno de estos combates fue el primero femenino transmitido por radio.

Luchó en muchos combates contra luchadores masculinos y sufrió una gran discriminación. Se retiró en 1960 con 30 victorias, una derrota y un empate. Después de una ausencia de 15 años, regresó brevemente al ring en 1977.

A mediados de la década de 1990, fundó y se convirtió en la presidenta de la Federación Internacional de Boxeo Femenino, que actualmente es uno de los principales organismos rectores del boxeo de mujeres. A sus 92 años sigue recibiendo homenajes. 

Compartir el artículo

stats