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Una megaoposición en microespacios

Opositores de Educación en la especialidad de Matemáticas, momentos antes de arrancar la prueba en el IES Rosais II de Vigo. Marta G. Brea

La profesora de matemáticas María Valentí salió de cuentas anteayer pero, como el niño que espera decidió no asomarse al mundo, esta futura mamá entendió que debía intentar recibirlo con la oposición ya aprobada. “No contaba con poder venir a estas alturas y no creo que saque una plaza, pero al menos espero entrar en las listas”, aseguró antes del examen.

26.000 aspirantes luchan en Galicia por las 3.894 plazas de Educación de la mayor oposición de la historia

Esta licenciada en Física ya había concurrido antes a las oposiciones para profesora en su especialidad y trabaja como docente en el Colegio Divino Salvador de Vigo. Romper aguas ayer no entraba en su ‘temario’. Eso sí, en las bases de la oposición aparece reflejado: las mujeres que estén hospitalizadas por maternidad, así como en cuarentena por COVID podrán presentarse el 10 de julio.

María Valentí Pía, antes de entrar a la oposición

Esta embarazada viguesa, nacida en Trives, es una de las casi 26.000 aspirantes en la mayor oposición de Educación –Infantil, Primaria, Secundaria y FP– de la historia en Galicia, retrasada un año por el COVID y que arrancó ayer con 3.894 plazas en juego. También, más de 250.000 profesores se examinaban en toda España en las primeras oposiciones de la pandemia. Con cambios evidentes, como las fechas escalonadas – la primera fase va del 19 a 25 de junio– y sedes descentralizadas, por primera vez más allá de las siete ciudades gallegas, en veintitrés localidades.

Unas megaoposiciones en microespacios: concurren una media de 70 opositores en cada uno de los 368 tribunales, que se incrementaron en un 120% con respecto a 2019. De este modo, se reduce de forma significativa el número de aspirantes por tribunal, para cumplir a rajatabla las medidas anticovid.

Algunos opositores en el IES Rosais II en Vigo. Marta G. Brea

En una de las 22 sedes de Vigo, el IES Rosais II –con dos tribunales para profesores de Matemáticas– los aspirantes fueron llegando a cuentagotas. Un pequeño semillero de grupos alejados. Falta una hora para que arranque la prueba y el exterior del instituto vigués evidencia que la pandemia ha trastocado de lo más ínfimo a lo más icónico de lo que conocíamos como oposiciones. Una foto fija que no se corresponde con la de una oposición masiva. Yendo de menor a mayor, ha cambiado el merchandising que reparten en la entrada los sindicatos educativos y no es otro que pequeños frascos de espray con gel hidroalcóholico.

Dentro, ya no hay inmensas salas con multitudes. Apenas cuatro aulas para repartir unos 80 alumnos de dos tribunales. Pero no es la única anécdota. A diez minutos de su casa en Teis, llega caminando a la oposición el matemático Víctor Tilve. Trabajó en Teruel en Astronomía hasta tener hijos y, luego, trató de abrirse paso en la docencia. Al menos, ha tenido suerte en el sorteo del tribunal. Le ha ‘caído’ el instituto donde se formó hace décadas: “As primeiras opos, en casa e no meu instituto de toda a vida”, sonríe. Ahora es profesor de informática en Boiro. “Empecé a prepararlas para la convocatoria del año pasado, pero tuve que parar en seco porque con mis hijos Alicia y Héctor confinados en casa no hubo forma de estudiar. Y ahora, trabajando... las preparé en el tiempo libre”, reconoce. ¿El plan perfecto? Aprobar y lograr una plaza en ese mismo instituto. ¿Por qué no? Donde un día fue alumno, quizás se convierta en profesor.

Una opositora, en el último repaso. Marta G. Brea

La profesora interina Isabel Tejelo y la arquitecta Ana Torres, que sigue en las listas de la Xunta tras trabajar en un colegio concertado, se conocieron un día como ayer. Justamente, en las primeras oposiciones a las que concurrieron ambas.

La amistad de estas dos ourensanas siguió en el tiempo porque al año siguiente coincidieron en una academia para seguir preparándolas. Y ayer volvían a coincidir en la puerta del examen: una venía de Santiago y la otra de Ourense. “Hay muchos candidatos y los exámenes son complicados” , coinciden con respecto a la prueba de ayer. Es la tercera vez que concurren. Y Ana explica su cambio de vocación: “Hice el curso de profesorado en 2008 y envié currículos. Me llamaron, probé y me gustó... así que aquí estoy”. De forma excepcional este año, la Xunta no obligaba a los interinos a presentarse a las oposiciones para mantenerse en las listas, recuerdan.

Candidatos a una plaza de profesor entran a una de las sedes en Vigo. Marta G. Brea

Entre las primeras en llegar, desde Coristanco, María Dolores Suárez García. Es la primera vez que concurre a unas oposiciones y decidió pasar ya la noche en Vigo para evitar el madrugón. “Acabé el Máster y era ya para presentarme el año pasado, pero quedó aplazado por la pandemia Realmente vengo a ver cómo es”, aseguraba la matemática, que finalizó la carrera en la Universidad de Santiago hace unos tres años.

La parte más temida, la primera –práctica– que implica desarrollar problemas. Tres horas (el tiempo para el examen) en los que jugarse un futuro. También es la primera vez que asiste el profesor en la privada de A Coruña, Manuel Vázquez: “Vengo a probar la experiencia y a hacerlo lo mejor posible; siempre me ha gustado la docencia aunque estudié Matemáticas”, resume este opositor que cruzó la AP-9 a las siete y media de la mañana y llegó a Vigo con una calma envidiable.

Mientras un señor sentado en las escaleras revisa una libreta de espirales llena de fórmulas subrayadas, otro grupo de docentes de Pontevedra, Manuel, Mar y Carmen, conversan entre ellos. Se conocieron en la academia. “Llevamos estudiando tiempo, ya está todo hecho y lo que queremos es que pase el día; ya no se puede hacer más”. Manuel se queja por la tardanza en la convocatoria de oposiciones por parte de la Xunta. “Esta oposición no se estudia en un mes o dos. Es imposible abarcarlo todo”, lamenta, “es una lotería”. La peor cara de los nervios, la de una opositora que llegó raspada de tiempo... y al tribunal equivocado.

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