Conseguir una plaza en una residencia puede alargarse más de un año. Pero hay mayores que no pueden esperar. Ya no se valen por sí mismos, están solos porque no tienen a nadie que los cuide o bien su familia no puede hacerse cargo de ellos. Incluso pueden ser víctimas de malos tratos físicos o psíquicos.
En estos casos de desamparo o abandono intervienen los servicios sociales y se solicita a la Xunta por la vía de la emergencia la asignación de un recurso asistencial, que acostumbra a ser el ingreso en una residencia. El pasado año, a pesar de la pandemia y del cierre de los centros de mayores, la Consellería de Política Social ordenó el ingreso urgente de 782 ancianos en geriátricos de la comunidad. Desde 2016 son más de 4.000 los mayores internados por esta vía exprés.
El envejecimiento poblacional y la mayor esperanza de vida está provocando un incremento de enfermos crónicos o pluripatológicos. A esto se suma el aumento de los ancianos que viven solos así como de las familias con dificultades para conciliar su vida laboral con el cuidado de sus seres queridos.
En este contexto, hay cada vez más mayores que se quedan en una situación de total abandono o desamparo. Antes de que se desatara la pandemia el número de ancianos atendidos por la vía de la emergencia social se había disparado un 30 por ciento.
De 720 casos en 2016 se pasó a 938 en 2019. Luego irrumpió el COVID y las residencias se confinaron. Esto provocó un descenso de las solicitudes para reclamar ingresos urgentes en centros de mayores “entre marzo y abril y en menor medida en mayo”, según explica el departamento que dirige Fabiola García. Pero transcurridos estos meses se recuperó la actividad y finalmente se tramitaron un total de 1.063 demandas para que mayores en situación de abandono fueran atendidos por la vía de emergencia. La Xunta aceptó 836 de estas peticiones, solo 102 menos que el año anterior.
De los 836 mayores atendidos, el 93,6 por ciento fueron internados en una residencia y al 6,4 por ciento restante se les asignó ayuda a domicilio, un centro de día, teleasistencia o una combinación de estos servicios.
“La mayoría de las veces el recurso tramitado es un centro residencial porque la situación de las personas para las que se solicita la tramitación de este procedimiento requiere de una atención continuada”
Los expedientes de emergencia social tienen “preferencia” en la asignación de plazas en residencias dadas las circunstancias “excepcionales” de los mayores. La Xunta busca ubicación a estos ancianos en cualquiera de los centros de mayores de la red sostenida con fondos públicos independientemente de la provincia de residencia del afectado.
Muchos de los casos de mayores desvalidos se detectan en los hospitales. Se trata de ancianos que caen enfermos y son hospitalizados o sometidos a una intervención. Cuando les dan el alta se quedan en una situación en la que ya no pueden valerse por sí mismos y necesitan cuidados específicos. No los pueden enviar a casa sin más. Si no hay ningún familiar que se haga cargo, los trabajadores sociales de los hospitales tramitan entonces su ingreso por la vía de la emergencia en una residencia.
“Las familias se ven sobrecargadas y claudican del cuidado de sus mayores”
–¿Cuándo se recurre a estos ingresos en residencias por la vía de la emergencia social?
–Tienen que darse varios factores, que la persona tenga una falta de autonomía que lo limite para las actividades básicas de la vida diaria y no cuente con apoyos económicos o familiares. El Código Civil establece, en todo caso, que hay familiares obligados a hacerse cargo, así que lo primero intentamos contactar con ellos. Hay también otro supuesto por el que se recurre a esta vía de urgencia que es cuando hay maltrato. En hospitales se hacen muchas solicitudes, porque hay mayores que ingresan ya muy frágiles y después no pueden regresar a su domicilio sin apoyos. Muchos viven solos o con cónyuges mayores y si te da un ictus, por ejemplo, puedes quedar incapacitado totalmente.
–¿Hay familiares que se desentienden de estos mayores?
–Puede haber, pero la mayoría de los casos son familias que no pueden hacerse cargo porque no pueden pagarse una residencia privada y no pueden hacerse cargo del mayor en su domicilio porque necesitan unos cuidados específicos o por falta de recursos. A veces, trabajan y no tienen tiempo... Son familias que no pueden más, se ven sobrecargadas y claudican.
–¿Y cómo se puede evitar llegar a esta situación?
–El sistema de protección social, debe colaborar. Es importante el acompañamiento a los familiares y a los mayores. Hay mucha burocracia pero poco apoyo emocional. La gente quiere cuidar a sus mayores pero necesita apoyo. Hay ancianos con pluripatologías cuyo cuidado es difícil de asumir. Las familias tienen una sobrecarga emocional tremenda, con sentimientos de culpa y remordimientos por no poder atender a sus mayores. El problema es que piden ayudas a la dependencia y tardan más de un año solo en la valoración. Tienen que entregar mucha documentación. Es muy difícil y estresante.
–¿Y es fácil encontrar una plaza en una residencia por la vía urgente?
–Sí, en cuestión de días se soluciona. Pero te pueden dar plaza en cualquier sitio, en otra provincia. Los sacan de su entorno y esto supone el desarraigo. Si el cónyuge, por ejemplo, es una persona mayor difícilmente se podrá desplazar lejos para visitar a su pareja.