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El 55% de gallegos con testamento vital, dispuestos a donar sus órganos y tejidos

La fiebre de las últimas voluntades médicas se relaja tras dispararse por el COVID aunque cada mes se animan 113 personas

Los gallegos que piensan en el más acá no dejan de aumentar. Aunque se encuentran en los puestos de cola del Estado entre quienes buscan dejar constancia de sus últimas voluntades médicas por si llegan las circunstancias en que no pueden expresarlas por sí mismos, la irrupción del coronavirus sirvió de acicate para que muchos se plantearan ponerse al día con esos deberes, lo que disparó casi un 25%  la cifra de quienes explicitaron sus deseos sobre, por ejemplo, si desean prolongar la vida o no en circunstancias irreversibles. No obstante, ese efecto colateral del COVID se atenuó el pasado año y la Ley de Eutanasia, un aspecto sobre el que el otorgante puede pronunciarse en estos documentos, no ha bastado para desalentar el descenso. Con todo, lo que sí ha ido a más es el altruismo de los gallegos: por primera vez quienes están dispuestos a donar sus órganos y tejidos para beneficiar a otros suponen ya más de la mitad del total de los inscritos.

Según los datos difundidos por la Consellería de Sanidade, a 31 de diciembre de 2021 constan inscritos en el registro de instrucciones previas autonómico, para permitir su consulta por los facultativos en el caso de que sea preciso –aunque también pueden ser revocados si el declarante cambia de idea–, un total de 13.147 documentos, correspondientes a otros tantos ciudadanos. En un 55 por ciento de los casos, confirman entre las voluntades que establecen que son favorables a que su corazón, hígado o riñones puedan tener una segunda vida al ayudar a darla. El porcentaje supone un salto cualitativo –un 40% más– con respecto a lo que decidían los gallegos con instrucciones previas en 2014. Entonces, no llegaban a cuatro de cada diez los favorables a donar sus órganos o tejidos.

Curiosamente, no son tan proclives a la donación de su cuerpo para la ciencia. O no tanto como antes, porque en este caso ha ocurrido al revés: si en 2014 casi uno de cada diez de los declarantes –en aquel momento 4.307– ponía negro sobre blanco esta cesión, siete años después su peso se ha reducido al dos por ciento, que se traduce, en cifras absolutas, a solo 262 candidatos a que sus restos mortales sirvan para el aprendizaje de los estudiantes de Medicina.

En la actualidad, el Rexistro autonómico suma 13.147 inscritos; el 64% son mujeres

Aunque la preocupación suscitada por la irrupción del coronavirus incidió en que más gente se animase a dar el paso de manifestar de forma anticipada “su voluntad sobre los cuidados y tratamientos que podría precisar en el futuro y sobre el destino final de su cuerpo, con el fin de que esta voluntad sea conocida y respetada en el momento en que no tenga capacidad para manifestarla”, como explica el Sergas, el segundo año de pandemia se cerró con un aumento del 11,5%, el más bajo en siete años. El listado creció en 1.357 personas, 113 al mes de media.

El perfil de los otorgantes no experimenta grandes cambios con respecto a ejercicios previos, si bien se ha incrementado a un ritmo mayor del que se daba en los últimos años la edad media de quienes se preocupan por hacerse el testamento vital, llegando ya a los 60 años cuando solo un año atrás se situaba en 56, tras “rejuvenecer” un par de años.

Por el contrario, ha descendido ligeramente el porcentaje de quienes nombran un interlocutor. Porque existe la posibilidad, como indica Sanidade en su web, de designar un representante para que, “llegado el caso, sirva como interlocutor con el médico o con el equipo sanitario que presta la asistencia para procurar el cumplimiento de las instrucciones previas”. Tiene nombrado ese intermediario un 72% de los otorgantes, frente al 88% de siete años atrás.

Lo que sí permanece casi invariable es la distribución por sexos de los gallegos con instrucciones previas: dos de cada tres son mujeres. En concreto, representan el 64 por ciento, igual que el año pasado. Asimismo, permanece estable el reparto provincial: un 46% de A Coruña, el 34% de Pontevedra y Ourense y Lugo representadas cada una con un 10%.

Un tercio de los nuevos documentos inscritos se pronuncia ya sobre la eutanasia

El 25 de junio del pasado año entraba en vigor en España la ley de la Eutanasia. Desde entonces hasta fin de año, más de 450 gallegos que hicieron el testamento vital incorporaron una decisión al respecto en el documento. Así lo señalan desde el Sergas, que informa de que una tercera parte –en concreto un 32 por ciento– de los testamentos vitales inscritos el pasado ejercicio se pronunciaron sobre la eutanasia, aunque la Consellería de Sanidade no detalla en qué sentido dictaminan, es decir, cuántos la indican o cuántos la excluyen de sus opciones médicas.

Lo que ocupa casi la totalidad de los testamentos vitales está, sin embargo, muy vinculado a la expresión de qué cuidados y tratamientos autoriza recibir el paciente o espera recibir. Por ejemplo, en el modelo que está colgado en el Sergas se enumeran varios puntos que el interesado puede marcar y que incluyen, entre otras opciones, que para el declarante es “importante” el comunicarse y relacionarse con otra personas, el no padecer dolor físico ni psíquico, el mantener la independencia funcional “suficiente” para realizar las actividades propias de la vida diaria, el quedarse en su domicilio habitual en los últimos días de su vida o la opción de “no prolongar la vida en sí misma en situaciones clínicamente irreversibles”, entre otras.

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