Sobre la historia de la pizza existen las más diversas tesis, pero una cosa está clara: la pizza nació en Nápoles y una de las primeras fue la marinara. Por su nombre se podría pensar que contiene pescado, pero en realidad esa denominación se debe a que es la que originariamente comían los marineros. En realidad es una pizza muy sencilla.

Sus ingredientes son: la base de harina y una salsa de tomate, aceite, ajo y albahaca. Ni siquiera contiene la omnipresente mozzarella.

A primera vista puede parecer un bocado algo simplista, pero su sabor es fantástico. La tríada tomate, aceite y ajo funciona a la perfección, como ocurre en otros platos como el gazpacho o el pan con tomate. Las ventajas de esta pizza son muchas. Primero, que es muy asequible. Y absolutamente recomendable desde el aspecto nutricional. No aporta grasas saturadas ni demasiada energía y, en cambio, conlleva un alimento-medicamento tan interesante como el ajo o el siempre beneficioso aceite de oliva. Además, sus ingredientes la hacen apta para vegetarianos, personas intolerantes a la lactosa, para quien tenga problemas con el colesterol y, en general, para quien quiera cuidar su dieta.

- Puede emplearse salsa de tomate casera o puré de tomate.

- Es importante, para que la pizza no resulte indigesta, añadir una dosis discreta de ajo y eliminar el corazón del ajo antes de su cocción.

- Una opción para quienes tengan problemas con el ajo es sustituirlo por un poco de guindilla.

- Una ración saludable de este tipo de pizza, para un adulto sano, oscila entre 150 y 200 gramos