Si en el mercado le ofrecen unos polvos verdes cuando pide curry, no crea que le engañan, el curry es verde. Pero también es rojo o amarillo; seguramente usted está más familiarizado con este último. No se trata de un juego de ilusionismo, el curry es una mezcla de ingredientes que varía según países, territorios, incluso restaurantes en una misma ciudad, a pesar de que la Exposición Universal de París quiso establecer en el año 1889 cuál era la composición oficial del polvo de curry.

A saber: 34 g de tamarindo, 44 g de cebolla, 20 g de cilantro, 50 g de ají, 3 g de cúrcuma, 2 g de comino, 3 g de alholva, 2 g de pimienta y 2 g de mostaza.

Pero de eso hace muchos años. La Asociación Española de Elaboradores y Envasadores de Especias y Condimentos es más realista, más abierta de miras, y aclara que el curry puede estar formado por una combinación de diez a veinte especias. Y añade que las más frecuentes contienen pimienta negra, clavo, nuez moscada, pimienta roja, canela, cilantro y cúrcuma.

Pero como va de colores, tres ejemplos. Primero, el pollo con curry amarillo hecho con cúrcuma, hoja de lima, pimiento rojo, patata, bambú y champiñón. Segundo, el pato con curry rojo que lleva hoja de lima, pimiento rojo, berenjenas, bambú, uva y albahaca. El color rojo viene dado por los chiles rojos. Y por último, langostinos con curry verde. Lleva también hoja de lima, pimiento rojo, berenjenas, bambú y albahaca. En ese caso, sin uva. El color viene dado por los chiles verdes.

Hay muchos más platos. Cuando en Madrid se celebraron las Jornadas de Curries Thai, se prepararon ni más ni menos que 30 curries diferentes entre cincuenta tipos de platos, en los que se especificaba la intensidad del picante del 1 (ligeramente picante) al 5 (infernal).

Estos últimos, para los más atrevidos capaces de contener las gotas de sudor que irremisiblemente aparecen. Para ponerse de todos los colores.